El cuento de ¨La Buena Pipa´ versión kirchnerista
Gabriela Pousa
Gabriela Pousa es Analista en Medios, Licenciada en Comunicación Social y
Periodismo, egresada de la Universidad del Salvador con Diploma de Honor y
mejor promedio. Analista Política y Master en Economía y Ciencias Políticas
(Eseade).
Lo que parece no es, y lo que es lamentablemente muchos no lo quieren ver. Hay
ceguera colectiva, pero también hay negadores de una realidad inexpugnable.
El relato es siempre más grato, más fascinante. Pese a las críticas, ¿quién no
querría vivir en el “país de Cristina”?
Pero el golpe con la realidad, antes o después llega, y entonces hay que
volver a ponerse de pie, y decidir hacia adonde se quiere ir. ¿Lo sabe la
sociedad argentina? A veces pareciera que la ignorancia no está en el
equipo económico, sino del lado de afuera de Balcarce 50 y va desde Tierra del
Fuego hasta la Quiaca.
Estos días recordaba cuando, en época de colegio, nos vendían por TV una
suerte de bolsitas que contenían ‘sabrá Dios qué“. Era algo
minúsculo, que habían bautizado como “Sea Monkeys“. Se suponía
que poniéndolos en agua obtendríamos en breve, una especie de monitos o
mascotas con vida propia, pero nunca conocí a nadie que los haya podido
ver. Sin embargo, fueron suceso, comprábamos una y otra bolsita porque capaz
que habíamos hecho algo mal e intentábamos una vez más.
Ese recuerdo vino a colación de lo que ahora, ya adultos, estamos viviendo:
otro cuento. No puede negarse la perversidad del gobierno pero ésta es
directamente proporcional a la q Encendió la luz y organizó una puesta en
escena con los ingredientes, no sé si del sainete o de la tragedia.
Pero no hay espectáculo sin espectador. Y hemos comprado la entrada
para ver esto que pasa. Estamos escuchando la versión kirchnerista
del cuento de La Buena Pipa, pendientes de algo que no va a suceder tal como lo
quieren hacer creer. Al suspenso, Cristina también lo maneja con
pericia. Lo que no va a suceder es un desenlace a fin de mes, en esa fecha
límite para definir si Argentina se convierte en Hamlet, y se esclarece su duda
existencial: “Ser o no ser>”.
No, ni Shakespeare hubiese podido contar esta historia maniquea donde hay
economistas, jueces, mediadores, comitivas, exceso de idas y venidas para saber
si estamos camino a la hoguera o si acaso tenía razón ese ex mandatario
que llegó para apagar el fuego, y de paso nos condenó al éxito.
Tal vez no sea tan grave si a veces parece que no sabemos cuál de las dos
opciones es mejor ni cuál queremos. La telenovela nos atrapó. El
país se paraliza frente a los medios de comunicación como cuando jugó la final
con Alemania, la selección.
Hoy estamos mirando un partido entre el “default” y el “no
default”. La mandataria logró su cometido, el Mundial no terminó. Necesitaba
extenderlo en tiempo y espacio para poder salir del laberinto donde se había
metido. No encontró un Minotauro, ni ella era Ariadna como para esperar a Teseo
que la salvara. Es más, Teseo es Boudou, y la enreda con sus lianas.
Somos barras bravas en la cancha, mirando la pelota pasar. Pero el
partido se arregló hace rato en los vestuarios. El árbitro va a marcar el penal
que dará un ganador en el momento exacto, ni antes ni después. Y ¿quién es el
árbitro? Nuestra jefe de Estado. Todo ha sido pautado.
El tema de los fondos buitre, en la cabeza de la Presidente, se ha cerrado
hace rato. Lo que vemos es una obra de teatro, un montaje con actores malos
que encima aplaudimos y ovacionamos. En el entreacto, los utileros cambian
la escenografía y se repasan libretos.
Cuando el telón vuelve a subir, imaginamos estar viendo algo nuevo, pero lo
novedoso es apenas maquillaje y papel maché que se puede caer en cualquier
momento. No se requiere un tsunami, alcanza con un mero soplido de
viento. Cuando eso suceda, sabremos si la princesa despierta o sigue
en su sueño eterno.
En síntesis, ahí veremos si alguna ventaja, – aunque más no sea una propina
para el mozo -, consiguió la artífice de la trama. En ese caso, los
festejos no tendrán nada que envidiar a “La Fiesta Inolvidable” de Peter
Sellers, porque también acá hay espuma y hay elefante…
De lo contrario, si se ha fracasado, la protagonista dirá que una
conspiración internacional magnetizó la pelota para que no entre en el arco. Y
eso que ella tenía su penal negociado pero, últimamente, las cosas no le salen
como pretende. Entraremos en la absurda dicotomía de colonia o
soberanía, patria o imperio, con neoliberales destituyentes envidiando
la “década ganada” que el kirchnerismo nos vendió para el bolsillo del caballero
o la cartera de la dama.
Así, volveremos a casa, y pondremos en agua a los “Sea
Monkeys” para ver si esta vez, aparece ese ser viviente redentor
que nos prometieron en televisión, y que esperamos desde tiempos remotos.
Pareciera, de pronto, como si la política argentina fuese un cuento que nunca
termina.
Y “Había una vez…”
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