Holdouts: delirios argumentales del gobierno
Roberto Cachanosky
Economista. Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
No hay destrozo que el kirchnerismo no haya hecho en
estos 11 años y continuará haciendo destrozos en la medida en que le convenga
políticamente
Desde hace aproximadamente un mes venimos hablando de los
holdouts, de Griesa, del stay, de la cláusula RUFO y, por supuesto, del default,
que por cierto, en nuestra frondosa imaginación, los argentinos le agregamos
adjetivos muy extraños al default. Así, uno puede leer default técnico, “algo
nuevo” como lo denominó Aldo Ferrer, el ex ministro de economía del gobierno
militar de la Revolución Argentina, también hablan de default controlado,
acotado y el último adjetivo que leí hasta el momento de escribir estas líneas
es default brumoso. Vaya uno a saber si estamos hablando de la deuda o del
clima.
Lo cierto es que el tema de los holdouts viene tapando
temas muy relevantes y tan o más graves que un eventual default. Así salieron
de la tapa de los diarios el tema Boudou, Lazaro Baez, la caída en el nivel de
actividad, el aumento de la desocupación, la inflación, la inseguridad, etc.
Todos concentrados hablando de un tema jurídico, financiero y económico sin
tener la más mínima idea sobre cuáles pueden ser los efectos para la persona
común si Argentina cae en default.
El gobierno advirtió este tema, aprovechó el falso
nacionalismo que nos suele invadir y salió con los tapones de punta contra
Griesa que es un extorsionador de Argentina, contra los holdouts, que para el
gobierno son buitres porque quieren cobrar e historias por el estilo. Es decir,
de casualidad o haciendo camino al andar, se toparon con que el falso
nacionalismo argentino apoya este discurso épico, patotero y agresivo contra
los holdouts y Griesa.
Que politizaron el tema de la deuda es clarísimo, lo que
me hace pensar que vamos de cabeza al default porque es un buen negocio político,
dentro de la declinación que viene teniendo el kirchnerismo. Es algo así como
la malvinización de la deuda externa. Tratar de conseguir el apoyo de la
población contra el enemigo externo, en este caso el imperio americano con su
justicia que extorsiona y los holdouts que no tienen piedad con tal de cobrar.
Veamos, Kicillof dijo que Griesa quiere extorsionar a la
Argentina. En rigor Griesa emitió su fallo, que luego fue convalidado por la
Cámara y finalmente la Corte Suprema de Justicia no trató el tema y se lo
devolvió a Griesa diciéndole que actúe. Es decir, en todo caso no sería Griesa
el extorsionador, como dice Kicillof, sino todo el sistema judicial
norteamericano. La pregunta es: ¿por qué todo el sistema judicial
norteamericano va a querer extorsionar a Argentina? ¿Tan poderosos somos como
para que quieran destruirnos?
Segundo punto, Kicillof afirmó que los holdouts quieren
&"tirar abajo el proceso de reestructuración&" de deuda
encarado por el país en 2005 y 2010, con objeto de &"volver a la dinámica
del sobreendeudamiento&" propia del
&"neoliberalismo&". Evidentemente Kicillof parece tener algún
tipo de tara con el liberalismo, porque si hay algo que, entre muchas otras
cosas, propugna el liberalismo, es la disciplina fiscal. Si hay disciplina fiscal
no hay déficit. Si no hay déficit no hay necesidad de endeudamiento. Es más, el
liberalismo propugna un bajo gasto público, con un Estado subordinado a
defender el derecho a la vida, la propiedad y la libertad de las personas. Por
lo tanto, un bajo nivel de gasto público puede tener fácilmente como
contrapartida el equilibrio fiscal y la ausencia de endeudamiento.
Por el contrario, es el populismo autoritario que
defiende Kicillof el que lleva al desborde del gasto público, al déficit fiscal
y a la necesidad de endeudarse. Sin duda Kicillof hace un discurso de barricada
que parece mostrar que sus tan promocionados laureles académicos no son tales,
porque nadie seriamente puede decir que el liberalismo impulsa el aumento del
gasto público para tener déficit fiscal y, de esa manera, caer en el
endeudamiento. Es como decir que el marxismo impulsa las privatizaciones.
Además, en este momento no hay nadie que tenga interés en
prestarnos un dólar. Un país con cepo cambiario, fuerte desequilibrio fiscal y
un BCRA con patrimonio neto negativo, no es un país que genere, justamente,
gran atractivo para los inversores. Nos prestan los dólares y luego no se los
dejan retirar. De locos lo que afirma Kicillof.
El riesgo de estar jugando al falso nacionalismo e ir de
cabeza a un default, consiste en que los bonos de Argentina caigan en forma
notable. Si esos bonos caen y parte de ellos están en el activo de los bancos,
el sistema financiero va a tener una fenomenal pérdida patrimonial. Eso puede
llevarlo a cortar créditos, por ejemplo los giros en descubierto como ocurrió
en otras oportunidades, con lo cual se corta la cadena de pagos y se profundiza
el proceso recesivo. Y no descarto una corrida financiera y cambiaria
dependiendo del pánico que genere el default.
Al caer el nivel de actividad la recaudación se resiente
más, el déficit crece y la emisión del BCRA para financiar al tesoro aumenta
generando una aceleración de la inflación y caída del tipo de cambio real. Si
la caída de tipo de cambio real se acentúa, el impacto sobre las exportaciones
es inevitable. Como los insumos que hay que importar se pagan con los dólares
que ingresan por las exportaciones, al ingresar menos dólares de exportaciones
se pueden importar menos insumos, por lo tanto la recesión se acentúa junto con
la desocupación.
Claro que podría darse el caso que el gobierno vaya a
default definitivo y utilice los dólares esos para importar insumos, dejarle
unos pocos dólares al próximo gobierno como reservas en el BCRA y un serio
problema con la deuda.
Mientras tanto continuará el ajuste por el lado del
sector privado mientras sigue la fiesta en el sector público, como puede verse
con el gasto que sigue creciendo a tasas anuales del 45%.
La explotación del sector privado por parte de sector
público se da hasta el punto de una fuerte discriminación entre los empleados
del sector público y los del sector privado. En efecto, los empleados del
sector público no pueden ser despedidos salvo que se les inicie un sumario. En
cambio, en el sector privado, una empresa, pagando la indemnización
correspondiente, puede reducir su planta de personal. Los empleados púbicos
pasan a ser algo así como empleados de primera categoría y los del sector
privado de segunda categoría.
Agreguemos que todos sabemos que las empresas están
reduciendo sus plantas de personal, las horas extras, los turnos, etc. mientras
que el sector público no despide a nadie. Por el contrario, aumenta la cantidad
de planta permanente como acabamos de enterarnos con el personal del Senado.
Resumiendo, no hay destrozo que el kirchnerismo no haya
hecho en estos 11 años y continuará haciendo destrozos en la medida en que le
convenga políticamente. Y si ir al default lo beneficia políticamente, lo hará
por más que la gente tenga que sufrir una crisis económica como pocas veces
hemos visto.
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