Basta de represión, por los niños
Alejandro A. Tagliavini
Senior Advisor, The Cedar Portfolio. Miembro del Consejo Asesor del Center on Global Prosperity, de Oakland (California). Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
Escribió Marc Bassets, en El País de España,
que Brenda Alonzo, guatemalteca y empleada en un hotel de Maryland, hace dos
años pagó US$ 9.000 a un ‘coyote’-encargado de traer inmigrantes a EE.UU.- para
que le trajese a su hijo, de 16 años, y luego pagó 13.000 por traer a su hija,
de 13, aunque no pudo salvar al mayor, de 19 años: “Él anda en drogas. Me ha
amenazado por teléfono”, dice Brenda. Muchos centroamericanos residentes en EE.UU.,antes
que dejar a sus hijos en sus países, expuestos a la violencia, la droga y la
miseria, intentan traerlos aunque el precio seaun trayecto largo, peligroso y
caro.
Desde octubre, el
gobierno de EE.UU. ha apresado más de 50.000 menores de 17 años, cifra que
supera en 15 veces a la de 2011 y se estima que, desde 2012, podrían haber
cruzado la frontera 300.000 niños.Un 3% ha sido repatriado a Centroamérica,
según algunos cálculos.Además de acelerar las deportaciones de niños -y
desmembrarlos de sus familias, dicho sea de paso- la administración Obama
destinará la friolera de US$ 161.500 millones este año a la Iniciativa de
Seguridad Regional Centroamericana, dinero que aportaran por vía impositiva los
empobrecidos ciudadanos.
Los inmigrantes no perjudican al país
receptor, la represión de la inmigración responde solo a una actitud
irracional, alentada por demagogos. Por caso, la Comisión Europea presentó un estudio,
del Migration Policy Centre,mostrando que después de la II Guerra Mundial,
Europa contenía al 14,5% de la población global, hoy solo el 7%, es decir, que
queda espacio para muchos habitantes, para aportar más trabajo y, por ende, más
riqueza. Por caso, Alemania, con 10% de población foránea tiene solo 5% de desocupados.
Trabajo hay muchísimo para hacer,si el monopolio estatal de la violencia no lo reprime,
con leyes laborales como el salario mínimo que deja formalmente desocupados a
los que ganarían menos.
La violencia solo destruye, jamás construye ni
puede ‘defender’ algo bueno. Si el trabajo, y el mercado en general, no fuera
reprimido por los gobiernos los países serían progresistas y no cabría algo tan
doloroso como es emigrar del hogar. Pero buena parte de toda la culpa la tiene
la “guerra contra las drogas”, drogas que son muy dañinas pero que es un
contrasentido querer solucionar el problema reprimiendo, y creando la violencia
y el caos en Centroamérica.
Por qué se reprimen
violentamente -utilizando el poder estatal- algunas drogas muy dañinas si, por
mucho,la principal causa global de muerte entre jóvenes -unos 1000 diarios- son
los accidentes de tránsito. ¿Por qué no prohibir el tránsito? Cualquierapuede
comprar droga pero las autoridades no atrapan a los traficantes. No los quieren
atrapar. La ‘prohibición’ deja traficar solo a quienes sobornan a los
funcionarios adecuadamente, y este violento monopolio provoca ‘competencia’
sucia: guerras y que estas sustancias nocivas tengan un altísimo precio financiando
terroristas, como las FARC que son la segunda organización global en tráfico de
drogas,responsable del 60% de la cocaína que llega a EE.UU.
La solución pasa por terminar con toda
represión violenta, como la ‘guerra contra las drogas’, contraproducente como
toda guerra, iniciada y comandada por Washington desde hace más de 50 años, y una
de las más sanguinarias con más muertos que por la propia droga y que, solo en
México, lleva más víctimas que la de Vietnam.
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