Riesgos de atar nuestro destino a la tecnología rusa o china
Emilio Apud
  • Ex Secretario de Energía y Minería. Miembro De la Fundación Pensar.


Por qué atar nuestro futuro nucleoeléctrico a la tecnología rusa o china? ¿Por qué intentar planes estratégicos para el sector energético después de 11 años de improvisaciones? ¿No será que invocando una estrategia se termine consumando otra decisión cortoplacista que deberemos padecer todos los argentinos cuando el kirchnerismo sea sólo un mal recuerdo actualizado por demandas judiciales?
No quiero decir que la tecnología de centrales nucleoeléctricas de origen ruso a cargo de la empresa estatal Rosatom, o chino de la China National Nuclear Corp, CNNC, sea inadecuada o deba ser rechazada, pero debería cotejarse con las muchas otras alternativas disponibles en empresas y países, mediante una rigurosa evaluación económica financiera, geopolítica, de seguridades y garantías, además de la tecnológica.
Sin embargo, lo de Rosatom es fruto de una escapada a Moscú el año pasado del responsable del desastre energético argentino luego de la muerte de Kirchner, Julio De Vido, quien a su regreso anunció, como al pasar, planes para el sector nuclear con los rusos, por más de US$ 30.000 millones, sin consultarlo en el Congreso y menos con las fuerzas políticas que deberán hacerse cargo de ese desatino a partir de 2015.
Lo referente a China parece vinculado a las necesidades coyunturales de divisas vía yuanes.
Nuestro país debe consensuar hacia qué tecnología migrar, luego de descartada la de uranio natural que fuera adoptada en la década de los sesenta y que diera origen a Atucha I y embalse de Río III, además de la postergada Atucha II, prototipo de los años 70, discontinuado mundialmente y que concluye el kirchnerismo a un costo tal que la torna en la central nuclear más cara del mundo.
Por otra parte las centrales de uranio natural prácticamente ya no se construyen.
Pero nuestra “Realpolitik”, diseñada a los tumbos por nuestra Presidenta y ejecutada a pies juntillas por nuestro poco diplomático Héctor Timerman, consiste en flirtear con los países de dudosa y nula democracia: Irán, Venezuela, China y ahora la Rusia de Putin. Todos ellos observan vicios similares a los de la Argentina K, en detrimento de aquellas relaciones que más deberíamos cultivar, por afinidad, capacidad tecnológica y conveniencia estratégica, como la Comunidad Europea, los Estados Unidos, Canadá, Australia y el Sudeste asiático.
Es necesario definir el futuro nucleoeléctrico de nuestro país, pero por significar una decisión intergeneracional debe adoptarse una política de Estado con seriedad y visión de largo plazo e impedir decisiones espasmódicas que obedecen a especulaciones políticas con vistas a mantener poder más allá del 10 de diciembre de 2015.
La oposición debería estar atenta a los próximos pasos del Gobierno que parecen orientados a acuerdos vinculantes sesgados que no contemplan ni evalúan todas las alternativas tecnológicas que ofrece el mundo, además de las de Rusia y China, porque en este caso, como en otros durante los últimos 11 años, el oficialismo aplica la táctica del hecho consumado.
 
 

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