¿Fondos buitres?
Gerardo Martínez Solanas
Economista y Politólogo. Ex Funcionario de Naciones
Unidas. Director de DemocraciaParticipativa.net.
A fines del siglo pasado compré bonos de la República
Argentina a un precio de descuento (por debajo de su valor nominal), de modo
que me reportaban un ingreso anual de aproximadamente el 12% por el pago de sus
intereses. Sabía que era una inversión
de alto riesgo; por eso decidí comprarlos a bajo precio y obtener una tasa de
interés más alta que la nominal. En otras palabras, pese al alto interés
prometido podía acabar perdiendo toda la inversión o, al menos, arriesgaba
perder una cantidad mayor que las ganancias que me reportaban esos intereses.
Por lo tanto, al cabo de un año, tomé la prudente
decisión de vender esos bonos a un descuento mayor del que había pagado. Perdí
cerca del 8% de lo que había pagado, pero había recibido durante el año
alrededor del 12% por los intereses. Ese pago de intereses de los bonos del
Estado es lo que se reconoce como el "servicio de la deuda", es
decir, el compromiso de compensación que asume el Estado con sus acreedores.
Personalmente, hice un buen negocio, con una ganancia de alrededor del 4%. Pero
los que compraban esos bonos cuando yo vendí, estaban poniendo en mayor riesgo
su capital a cambio de recibir por su inversión un interés de alrededor del 15%
anual, aumentado gracias al precio de mayor descuento que estaban pagando por
el riesgo.
Tanto quienes compraron los bonos de la República
Argentina originalmente por su valor nominal, como los que fuimos comprándolos
en los años subsiguientes a precios cada vez más bajos de descuento éramos, por
lo tanto, acreedores del Estado argentino. Cuando Argentina puso esos bonos en
el mercado, ya lo hizo ofreciendo altos intereses por su deuda debido a que
nadie habría puesto a riesgo su capital por menos. Esto se debía en gran parte
a la falta de confianza, tanto de los inversionistas argentinos como del resto
del mundo, en la seriedad administrativa y financiera de sus gobernantes. Las
políticas de derroche habituales desde la entronización del peronismo en ese
país se habían multiplicado desde la crisis de 1975, pasando por la
hiperinflación del 89 hasta llegar al derrumbe de 2001/2003.
Durante esos 30 años los argentinos en general habían
vivido en un falso ambiente de opulencia que se basaba en gastar el dinero
prestado y no pagarlo. El ciudadano medio quizás no se daba cuenta de esta
realidad y votaba para elegir gobernantes que les prometían villas y castillos
a costa del dinero de los demás. Es lamentable que la propaganda de esos
gobernantes en contra del FMI o de los Estados Unidos, con la pretensión de
desviar la atención hacia otros "culpables", les hiciera creer que
Argentina simplemente se defendía de la avaricia de los "potentados"
inversionistas que chupaban como vampiros las riquezas del país. Por lo tanto,
es comprensible la consigna que ahora se ha lanzado y que remeda otras
igualmente "antiyankis" de ¡PATRIA SÍ, BUITRES NO!
En mi caso particular, nunca he sido un potentado. Mi
inversión fue de unos pocos miles de dólares para tener un ingreso adicional y
vivir un poquito mejor. Otros "grandes potentados" de esa deuda
fueron fondos mutualistas de inversión. Algunos de estos fondos invirtieron
cientos de millones de dólares en la deuda argentina procedentes de fondos de pensiones
italianos. Estos pensionados italianos no eran "potentados" tampoco;
muchos de ellos eran gente pobre que dependía de su pensión para subsistir.
Cuando Argentina suspendió sus pagos, estos pensionados se vieron al borde de
la ruina y la miseria.
Cuando se suspendieron los pagos, Argentina ofreció 27
centavos por dólar de su valor nominal a todos los que poseían bonos argentinos
(por un valor nominal de US$95 mil millones). Más del 70% de los acreedores
aceptaron la oferta en 2005 y se fueron con sus pérdidas a otra parte. Pero,
¿cómo podrían los pensionados con ingresos de subsistencia ver reducidos sus
ingresos a la cuarta parte? Y en esa triste situación había muchos más.
Por supuesto que también hay muchos que han hecho una
apuesta de ruleta a estos fondos porque les sobra el dinero y pueden
arriesgarse a perderlo a cambio de la perspectiva poco probable pero posible de
lograr buenas ganancias. Entre ellos hay muchos inversionistas en Elliott
Management Corp., que cuentan con cientos de millones de dólares en su juego de
ruleta con los croupieres que gobiernan Argentina. En total, Elliot defiende
una reclamación de unos US$2,500 millones, que incluyen intereses acumulados y
penalidades por falta de pago.
La batalla legal consiste en que Argentina no quiere
pagar la deuda contraída con los acreedores que se negaron a aceptar 27
centavos por cada dólar en 2005 ni otro acuerdo todavía menos favorable en
2010. Esta querella se ha prolongado por 9 años más y ha originado decenas de
millones de dólares en gastos legales de reclamación a los acreedores y a los
fondos mutualistas que los representan. Por lo tanto, la mayoría de los
acreedores individuales que no han recibido ni un centavo a lo largo de estos
años, han optado por ir vendiendo los bonos a precios de ganga, muchos de ellos
porque necesitaban el dinero de su inversión para subsistir. La mayoría de los
compradores de estos bonos (a los que correctamente se les llama "bonos
basura") son los que ahora son calificados como "fondos
buitres".
Estos fondos que arriesgan todo el capital invertido han
propuesto repetidamente al gobierno argentino sentarse a entablar negociaciones
para llegar a un acuerdo razonable. No aspiran al 100% ni mucho menos, sino que
esperan ofertas razonables producto de esas negociaciones. Pero Argentina
pretende pagar al Club de París y a otros acreedores, según sus acuerdos de
2005 y 2010, ignorando la obligación del resto de su deuda. Bastaba con que
acataran la sentencia de los tribunales de continuar estas negociaciones para
que Argentina pudiera pagar sin obstáculos unos centavos por cada dólar
invertido al resto de los acreedores que aceptaron los términos de 2005 y 2010,
pero el Ministro de Economía Axel Kicillof prefiere acompañar a la Presidenta
Cristina Kirchner en su visita a Venezuela para sumarse al coro de
"indignados" contra el FMI y los Estados Unidos, bajo el estandarte
del mal llamado "Socialismo del Siglo XXI". Aducen que no es culpa de
los gobiernos argentinos las crisis sucesivas de impagos sino de los demás.
Estos fondos mutualistas y sus inversionistas arriesgan
su capital en un proceso legal costoso que, además, puede redundarles cero
beneficios. ¿Acaso son ellos los buitres, o lo son los políticos derrochadores
y corruptos que aparentaron y siguen aparentando progreso y opulencia con los
despojos de sus acreedores?
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