Lo micro y lo macro, los saberes prácticos y los que fracasan para triunfar
José Verón
Se ha dedicado a investigar en las ciencias sociales, especialmente en el derecho, la economía, la administración, la psicología social y el periodismo. Su actividad principal es la docencia, en la que ejerce desde 1997, y la mediación, desde 2002.
Cuando
en un análisis socio-económico, o en uno político-institucional, o también, tal
vez, en un estudio empresarial-organizacional, se hace referencia y se procede
mediante la analogía organicista (H. Spencer—1820/1887-- es una referencia
lejana), de manera de extrapolar al conjunto y a la colectividad, al “todo
social”—como a veces muy pretenciosamente se dice—conclusiones, aproximaciones
y perspectivas teóricas que si serían aplicables al humano, a las personas,
como seres únicos e individuales, individuados e individualizados, se está
procediendo de esta manera muchas veces por practicidad o por pragmatismo;
resulta “práctico”, cómodo, útil y funcional suponer que lo que le ocurre en su
devenir, por lo general, a la persona, también, le ocurre en su devenir al
“todo”, a la sociedad y a la comunidad, personificándola a la comunidad y
extrayendo, muchas veces, conclusiones y corolarios valiosos y de utilidad y
atingencia, que vienen al caso y que representan un progreso para las ciencias
sociales y las teoretizaciones socio-económicas
El pragmatismo y la practicidad, que no vienen a ser exactamente lo
mismo, son un fundamento cierto y por supuesto que válido, que basamenta estas
investigaciones y estas perspectivas teóricas; resulta práctico, funcional,
cómodo proceder suponiendo esta analogía, entre el todo y la parte. El
pragmatismo es una tradición filosófica, esencialmente norteamericana; algunos
de sus cultores fundamentales son Charles Sanders Pierce—(1839/1914)-- y
William James—(1842/1910)--—hermano del escritor Henry James—(1843/1916)---.
Representa toda una tradición filosófica y una corriente de opinión importante
en las ciencias sociales y socio-económicas, por la cual se hace de lo más
relevante y central atender en la investigación social y socio-económica a
aquello que está demostrado o comprobado que
funciona, independientemente de las bases teóricas y que otorga el mejor
resultado, comprobado mediante algún tipo de comprobación empírica validado
intersubjetivamente, con objetividad. Lo que funciona y opera con efectividad
Ahora bien, hay una fundamentación
última de más amplitud, quizá, o de mas atingencia, o que revista, para
este tópico particular, mayor status
epistemológico. Estamos hablando de los fundamentos micro (económicos) de
lo macro (económico). Es revisitada y re-jerarquizada en estos días,
contemporáneamente, la corriente de opinión en las ciencias sociales y
económicas que encuentra las mejores, más atinadas y más acertadas
fundamentaciones a los estudios y los desarrollos macro-sociales y
macro-económicos en las bases y los fundamentos “micro”, como su basamento
natural y más propio, más directo. Hay toda una corriente de opinión, que es
tanto doxa como episteme, que realza y remarca la importancia de fundamentar lo
macro en lo micro, para andar en bases seguras, y no perder basamento firme,
solido y seguro, en aquello que se postula y se propone a la comunidad
científica. De esta forma, la micro-sociología (muy emparentada a la psicología
social) sería la fundamentación más “natural” de la macro-sociología, y la
micro-economía, de la macro-economía, por ejemplo. Esto tiene un sendero de
expansión a todas las ciencias sociales y a las humanidades, por lo menos
En esta aproximación “micro” a lo “macro”, destaca las primigeneas
aportaciones de Robert Nozick,--(1938/2002)-- quien desde su monumental “Anarquía,
Estado y Utopía”, se preguntaba—retóricamente—que hay en lo macro que lo tenga
necesariamente que hacer distinto y diferente de lo micro, y abogaba por fundar
y fundamentar los estudios “macro”, en las ciencias sociales y
socio-económicas, en las bases solidas y pertinentes y aplicables de lo
“micro”.
Posteriormente
esta corriente de opinión se desarrollo más, con el aporte de economistas y
cientistas sociales destacados. Se propone, en una conceptualización de
creciente aceptación en economía, por ejemplo, que la función de consumo
agregado macro-económica debería ser siempre y en prácticamente todos los casos
coextensiva y coadyuvante, asimilable, a los desarrollos microeconómicos del
comportamiento del consumidor. Se supone que esto da rigor y solidez a la
investigación socio-economica; aunque no se deja de reconocer, también, que la
realidad es compleja, y que, ciertamente, se sabe que el todo es más que la
suma de las partes, que son realidades epistémicamente distintas, de distinto
nivel lógico, y que, por lo tanto, en esta línea de investigación, de los
fundamentos “micro”, de lo “macro”, se impone avanzar con mucha humildad y con
respeto y aceptación de las diferencias, de enfoque y de perspectiva, que nos
enriquecen y nos fuerzan a ser más precisos, acotados y rigurosos, por decirlo
así, si es que vamos a trabajar y a investigar desde este enfoque; lo haríamos
por qué lo vemos provechoso, a pesar de sus problemas y de sus dificultades y
obstáculos de todo tipo, por cierto muy atendibles.
Suponemos, y este es un poderoso supuesto, de gran generatividad, que nos es de provecho
analizar la realidad socio-económica y político-institucional desde este
enfoque, básicamente porque, hasta cierto punto, nos brinda utilidad y nos es
funcional
Propongamos una aplicación, un ejemplo, un caso de estudio que, aunque nos
proponemos ampliarlo y revisitarlo más adelante, nos dará un abono a estos
asertos que estamos formulando, y que servirá de ejemplo y aplicación. En un
famoso escrito de S. Freud,--(1856/1939)- “Los
que fracasan al triunfar”, se postula básicamente, y generalizando mucho,
que muchas personas encuentran un obstáculo importante y muchas veces
insalvable para ellas, para su posible crecimiento y desarrollo, personal y
socio—profesional, en que “triunfar” para ellos contradice, en lo profundo, valores
super-yoicos arraigados y propios de su idiosincrasia, constitutivos, en buena
medida, de su identidad, de su “ser”, abonados a través del tiempo y las
identificaciones de la socialización,
por lo cual, la posibilidad de “triunfar” es vivida como una “traición”
a esos valores y a esa idiosincrasia arraigada, de manera que esas personas, en
lo inconsciente por lo menos, se cuidan muy bien de triunfar, porque el triunfo
es vivido de alguna manera como un fracaso por ellos, están traicionando, al triunfar,
su idiosincrasia y su identidad, por esto, al triunfar estarían fracasando,
“fracasan al triunfar”, y por esto se cuidan muy bien de poder llegar a
“triunfar” de alguna manera
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