La idiotez es eterna
Héctor Ñaupari
Presidente, Instituto de la Acción Humana, Lima, Perú.


Reflexiones a partir de las Últimas noticias del nuevo idiota iberoamericano
de Apuleyo, Montaner y Vargas Llosa


Las últimas noticias del nuevo idiota iberoamericano no son buenas. La idiotez es eterna, se concluye luego de leer las brillantes páginas del cuarto volumen de la saga iniciada por Apuleyo, Montaner y Vargas Llosa desde hace dos décadas, y cuya lectura me apresuro en recomendar. La izquierda no cambiará jamás, a pesar que todo la desmiente: para empezar, la misma realidad, junto a la que se acumulan toneladas de experiencias, prácticas, políticas públicas, ensayos, estudios, tesis o libros como el que comentamos. Por si fuera poco, la izquierda es negada a diario por la vida de millones de seres humanos que escaparon –y huyen hoy– de las garras de la miseria por medio de su creatividad y trabajo duro, gracias a un sistema social fundado en la libertad, sostenido por el respeto irrestricto a los derechos fundamentales de las personas, con el progreso y la prosperidad como norte a seguir.
 
Si no hay cambios en la izquierda ni los habrá nunca, lo que sí creo necesario precisar, a partir de lo escrito por nuestros autores, es que el deliberado error de los socialistas, moderados o radicales –los idiotas herbívoros o carnívoros de su libro– nace de una visión con un propósito muy claro: no admitir crítica ni revisión alguna, salvo para mantener su vigencia contra todo y todos –de allí su carácter científico en el siglo XIX al padrenuestro chavista del siglo XXI– perseguir de manera obsesiva el poder, haciéndose de él a cualquier precio, capturarlo, imponer a sangre y fuego su ideología y permanecer en él –ya sea en la forma de una dictadura de partido único, un populismo autoritario o una democracia directa y censitaria, como se analiza en últimas noticias– hasta que ellos o los infelices que tienen la desgracia de padecer sus gobiernos, más de difuntos que de flores, salgan con los pies por delante o sin nada con que cubrirse.
 
Así, el comunismo (castrismo, etnocacerismo, o socialismo del siglo XXI, como se mentan en el libro bajo análisis) es “un ideal al que ha de ajustarse la realidad”, como lo plantearon Marx y Engels en La ideología alemana. Es el lecho de Procusto, quien estiraba o cortaba los miembros de sus víctimas, según el caso, para que entraran en su catre de pesadilla. Eso resume todo. Pero también señala, y con dureza, que los liberales estamos haciendo las tareas correctas con las herramientas equivocadas. Algo así como confeccionar un traje de paño a la medida con un martillo y clavos. Es ingenuo seguir pensando que un razonamiento bienintencionado o cifras de crecimiento convencerán a los idiotas iberoamericanos de abandonar el socialismo, estatismo, el populismo, la mentira sistemática, la violencia organizada y el odio de clase, religión, género, sexo, nación o cultura (escoja usted, lector) como fundamentos de su prédica.
 
Hablamos de una lucha sin cuartel por nuestra supervivencia más esencial. Sobrevivimos como especie hasta hoy porque descubrimos en un momento preciso de la historia que la libertad brindaba un ambiente donde nuestra creatividad se desataba y hacía realidad inventos con los que sólo soñábamos, los mismos que mejoran nuestra calidad de vida y la de nuestros hijos de manera continua. Los socialistas quieren destruir eso. Entonces no hay término medio, ni alianza programática, ni tratar de quedar bien, ni nada parecido. Sólo salvar a los que no han sido devorados por esa tenebrosa doctrina, aislar del todo a quienes sí, y usar poesía, ciencia, música y economía, todo a nuestro alcance, para defender el sistema de libertad. Como se señala en últimas noticias, Popper decía que sólo hay una cosa que las sociedades abiertas debían aprender de los rusos en la era soviética: le decían a su pueblo sin cesar que vivían en la mejor sociedad conocida. Eso hay que hacerlo todos los días. Presentarnos a todas las batallas ideológicas, hasta las más superfluas, y ganarlas.
 
Finalmente, que las personas tengan ideas equivocadas y las sigan manteniendo a pesar de que todo las contradice no es nada nuevo en la historia del mundo. Durante siglos los seres humanos afirmaron que la tierra giraba alrededor del sol, que la esclavitud era un estado natural, que la razón era igual a una deidad o que una raza determinada tenía supremacía sobre todas las demás. Con el socialismo puede pasar lo mismo. Para que suceda debe ser enfrentado con energía, coraje, inteligencia, astucia, ardor, ironía y sátira si es preciso, hasta vencer por agotamiento. Hagámoslo ahora, para que la idiotez no sea eterna. Hagámoslo ya, para ser libres.
 
 

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