Todo depende de lo que piense la gente ...
Elena Valero Narváez
Historiadora, analista política y periodista. Autora de “El Crepúsculo Argentino. Lumiere, 2006. Miembro de Número de la Academia Argentina de Historia.


Al  profundizarse la recesión en  Argentina, los empresarios han empezado a levantar la voz. Hasta ahora fueron contados los que denunciaron al modelo dirigista y autoritario que con mano cada vez más dura impuso el gobierno kirchnerista.
 
El 2015 les acerca  la esperanza que llegue al poder un gobierno más racional, ello promueve nuevas expectativas. Están a la espera de una política distinta que les permita sacar la cabeza de la cueva.
Si bien se entiende la preocupación ante la recesión cada vez más profunda y las expresiones de unidad para enfrentar el modelo (se han dado cuenta que éste no es el adecuado) se esperaba que se diera mucho antes de que la inflación persistiera en el tiempo.
 
A ningún empresario se le escapa que a medida que suben los índices de inflación aumentan los costos de las empresas y por lo tanto se obstaculiza el crecimiento. También saben que con inflación y problemas energéticos no pueden desarrollarse pero, la mayoría ayudó al Gobierno en su política tendiente a incorporar todo lo externo al estado y a sus intereses.
 
Por supuesto que las empresas más comprometidas con la estructura estatal y sus funciones siempre piden medidas que eviten la incertidumbre que trae la competencia, pero, también las empresas que no le debían lealtad al Estado se dejaron intimidar por los controles e intimidaciones propias de un gobierno vocacionalmente autoritario.
 
Lo que no parecieron percibir es que tarde o temprano el modelo se los devora. Ya se ve en la actualidad: han comprometido su propia supervivencia, el gobierno intenta de todas maneras absorber sus actividades al Estado.
No es novedad que las empresas, como los grupos de presión siempre intentan obtener protección a cambio de sumisión, pero la historia les mostró repetidas veces que ello crea  condiciones favorables al autoritarismo.
 
Ahora parecen dispuestos a comenzar con reclamos desde la unión, para probar algún resultado que les permita llegar aunque sea con salvavidas al 2016.
 
Se espera que el futuro sea mejor, Argentina es un país con gran potencial. Tiene fuentes de petróleo y gas, condiciones para desarrollar la biotecnología, un campo que sin retenciones podría volver a pisar el acelerador y candidatos que han aprendido que la inflación al obstaculizar el crecimiento no permite una buena calidad de vida.
 
Creo que esta unión que se entrevé debería servir, en primer término, para regresar la democracia representativa, condición imprescindible en una sociedad de alta complejidad, porque se puede mejorar en un ámbito pacífico permitiendo reconocer los conflictos y elaborar soluciones  en un ámbito donde el aire fresco lo aporta el estado de derecho.
 
Cuando las empresas compiten en un mercado ampliado mejora la producción y la productividad, Si queremos vivir bien ampliando nuestras posibilidades de vida, debemos compartir  las normas que garantizan competir y elegir libremente. Y el Estado debiera garantizar esas normas.
 
No nos han dejado comparar productos, precios y calidades, el Estado ha intervenido alterando las señales que da el mercado a productores y consumidores por lo tanto  las necesidades de la gente  son menos satisfechas y la distribución es injusta.
 
Todos esperamos las elecciones con ansiedad no disimulada: es que el futuro dependerá de lo que piense la gente.
 
Habría que tener, esta vez, muy en cuenta, que no basta con mantener vigente la Constitución, ya que quienes detentar el poder pueden, si lesionan gravemente el estado de derecho, violar las normas sin que les importe lo que dicen.
 
En Italia y Alemania no hubo leyes que abolieran la propiedad privada como en la URSS pero, en la práctica, quienes tenían el poder actuaban como si fueran dueños de todos los bienes de los habitantes. También, la Historia, nos muestra dictaduras electivas: el pueblo se equivoca por eso la democracia puede auto eliminarse.
 
Todavía en nuestro país hay fuerzas sociales resistentes  al modelo autoritario. En 1983, la gente eligió vivir en democracia y en paz. Esperemos que no  sea posible   quebrantar el precario orden democrático en que vivimos. De las ideas predominantes, depende.
 

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