¿Cual sera la voz de Brasil?
Carlos Mira
Periodista. Abogado. Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.


Dilma Roussef fue reelecta en Brasil por el 51%  de los votos contra el 49% de Aecio Neves. ¿Es Dilma el pueblo?, ¿es Neves un buitre no-brasileño?
Sobre millones de votos emitidos apenas el 2% de los votantes decidieron la elección. ¿El "pueblo" son ellos? Y ese 2%, ¿qué 2% fue?, ¿el de más aquí o el de más allá?
¿Podrá Dilma decir entonces que su voz es la voz de Brasil y que las demás voces son las de los enemigos locales del país que, aliados con los enemigos exteriores buscan hundir al país?, ¿y si ese 2% se hubiera ubicado en el otro platillo de la balanza?, ¿la enemiga del pueblo seria Dilma y el "pueblo" los que habrían votado a Neves?
Quizás poniéndole nombres extranjeros a este juego se entienda mejor las ridiculeces que pueden decirse en nombre de la democracia.
Es más, esa voz de origen griego le ha hecho un enorme mal al concepto que ella misma quiso expresar. No hay dudas que el sentido figurado del término quiso aludir al procedimiento por el cual el "pueblo" se gobierna a sí mismo, sin castas, ni nomenklaturas, ni clanes, ni familias que se arroguen las potestades de las naciones.
Pero su traducción literal -"el gobierno del pueblo"- le ha caído como anillo al dedo a los demagogos que se aferran a él para imponer la imagen de que quien gana unas elecciones, por el margen que sea, se transforma automáticamente en la encarnación estatal del "pueblo".
Alguna vez le preguntaron a Néstor Kirchner por cuanto había que ganar las elecciones para considerarse realmente ganador. El entonces presidente dijo: "por un voto".
Esta interpretación "aluvional" de la democracia ha servido para generar los regímenes que podríamos llamar de "totalitarismos electivos", es decir sistemas que efectivamente llegan al poder por el imperio del voto pero que, una vez terminado el comicio, se asumen como el "todo", olvidando que solo fueron elegidos por una "parte".
En este sentido, no es para nada casual que el sistema de "partidos" este destruido en la Argentina y haya sido reemplazado por figuras místicas que, una vez que triunfan, consideran que la patria se encarnó en sus personas.
Los "partidos" son, justamente, el instrumento con que la sociedad cuenta para manifestar sus "partes". Cuando un partido gana una elección el país entiende que esa "parte" de la sociedad asume la responsabilidad de administrar el gobierno por el periodo de tiempo establecido en las leyes. Pero siempre en la convicción de que las leyes y los derechos no quedan en las manos (literalmente) de quienes ganan sino que ese orden jurídico siempre está por encima de ese resultado aleatorio y que, por lo tanto, no puede modificar ni su vigencia ni su supremacía.
De allí que una mejor expresión para definir filosóficamente este sistema es la de "Estado de Derecho", es decir una voz que trasmite mejor la idea de que lo que gobierna en la realidad no es ni un místico ni el "pueblo", sino la Ley.
A su  vez este sistema es el que realmente permite proteger los derechos y las libertades de los que pierden porque frente a la ley ellos no tienen diferencias con los que ganan. En los sistemas de "totalitarismo electivo" el que gana ES la ley, ES el Estado, ES el pueblo; el que pierde es en el mejor de los casos, nada; en el peor, un enemigo.
¿Qué camino tomará Dilma?, ¿qué camino tomará Brasil? Por el peso específico que su gigantismo tiene en la región, no será neutra su preferencia.
 

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