El mito del socialismo
Armando Ribas
Abogado, profesor de Filosofía Política, periodista,
escritor e investigador. Nació en Cuba en 1932, y se graduó en Derecho en la
Universidad de Santo Tomás de Villanueva, en La Habana. En 1960 obtuvo un
master en Derecho Comparado en la Southern Methodist University en Dallas,
Texas. Llegó a la Argentina en 1960. Se entusiasmó al encontrar un país de
habla hispana que, gracias a la Constitución de 1853, en medio siglo se había
convertido en el octavo país del mundo.
En un artículo de John Hanas que
me enviaran recientemente titulado El Mito del Rule of Law, el autor hace una
crítica virulenta al sistema que cambiara la historia universal. El mismo fue
llamado capitalismo por Marx, y de esa crítica surgió primero el comunismo y
seguidamente la social democracia. La caída del Muro de Berlín y la actual
crisis europea son la prueba manifiesta de lo que me permito calificar El Mito
del Socialismo.
El sistema del Rule of Law comenzó en Inglaterra con la Revolución Gloriosa
de 1688 cuando se tomo conciencia del pensamiento de John Locke respecto a la
naturaleza humana y en función de ello se determinó la necesidad de limitar el
poder político. Consecuentemente, abandonar el criterio prevaleciente del
derecho divino de los reyes tomando conciencia de que los monarcas también son
hombres. Seguidamente reconoció el derecho de propiedad y que el principio
fundamental de la libertad era el derecho del hombre a la búsqueda de la
felicidad. En virtud de la aplicación política de estos principios se produjo la Revolución Industrial.
Es decir, el comienzo de la generación de riqueza por primera vez en la
historia.
Esos principios fueron llevados a sus últimas consecuencias por los
Founding Fathers en Estados Unidos a partir de la Constitución
de 1.787 y el Bill of Rights de 1791. Dicho sistema parte de la concepción de
que el gobierno es una administración de hombres sobre hombres, que implica la
aceptación de la naturaleza humana y por consiguiente la falibilidad del
hombre, que está reconocida en el Evangelio. En función de ese reconocimiento
James Madison puso en claro que los hombres no eran ángeles y por ello era
necesario el control de los gobernantes, para lo cual no bastaba la decisión
del pueblo. Esa concepción fue también
reconocida por David Hume que escribió: “Es imposible cambiar o corregir
nada material en nuestra naturaleza, lo más que podemos hacer es cambiar
nuestra circunstancia y situación y rendir a la observancia de las leyes de la
justicia nuestro más cercano interés y su violación el más remoto”.
Al respecto el autor del artículo citado sostiene “que las leyes
políticas no son consistentes con la ley natural, por tanto son descalificadas
a priori”. Esta observación nos hace volver a Locke cuando dijo: lo que importa
no es la ley sino qué ley”. Y en ese sentido Hayek escribió que “No es lo mismo
una ley que regula el tránsito que una que dice dónde tenemos que ir”. Y
siguiendo con la importancia de esta concepción Hume dijo: “El sentido de la
justicia no está derivado de la naturaleza, sino que surge artificialmente.
Esto no quiere decir que sea arbitrario, sino hecho por los hombres”. Por ello
asimismo sostuvo: “Es solamente por el egoísmo y la limitada generosidad de los
hombres, en conjunto con la escasa provisión que la naturaleza ha hecho para
sus necesidades, que la justicia deriva su origen”.
En función de esa realidad en Estados Unidos se tomo igualmente
conciencia de la justicia y en 1.793 en el caso Madison vs. Marbury el juez
Marshall llegó a la siguiente conclusión: “Todo gobierno que ha formado una
constitución, la considera la ley fundamental, por tanto toda ley contraria a la Constitución es nula.
Y es la función y el deber del poder Judicial el decir qué es la ley”. A partir
de ese concepto que había sido declarado previamente por Hamilton se constituyó
el proceso denominado Judicial Review (Revisión Judicial). Y por ello también
Adam Smith había tomado conciencia de esta realidad jurídica que escribió:
“Cuando el Poder Judicial está unido al Ejecutivo, hay escasamente una
probabilidad de la justicia no sea convertida en lo que tradicionalmente se
denomina política”.
Este sistema ha sido, no obstante su éxito histórico, descalificado
éticamente por Marx como capitalismo que es la explotación del hombre por el
hombre. La idea del socialismo por supuesto es la antítesis del liberalismo que
entraña el Rule of Law. El principio original del socialismo parte del
pensamiento de Rousseau respecto a la necesidad de crear un hombre nuevo y que
la propiedad privada era el origen de las desigualdades del hombre. Estos
principios fueron avalados por Kant que consideraba a Rousseau el Newton de las
Ciencias Morales. Consecuentemente estableció los Imperativos Categóricos y por
consiguiente descalificó éticamente el derecho del hombre a la búsqueda de la
felicidad, pues no se hacía por deber sino por interés.
Siguiendo esos principios surgió Hegel quien sostuvo que “El Estado es
la divina idea tal como se manifiesta en la Tierra ”. En función de ese concepto concluyó que
el individuo no tenía más razón de ser que su pertenencia al Estado, por tanto
la guerra era el momento ético de la sociedad. Aquí se encuentra la fuente de
la moral racionalista que determinara el totalitarismo en función de la Diosa Razón en
sustitución del Derecho Divino de los Reyes. Finalmente llegó Marx que como
antes se dijo descalificó el Rule of Law como capitalismo o la explotación del
hombre por el hombre. Y discutiendo a Hegel sobre la virtud de la burocracia
engendró la Dictadura
del Proletariado con el objeto de eliminar la propiedad privada, y en función
de ello el Estado desaparecería y se crearía un cielo en la Tierra.
De estos principios se derivaron los totalitarismos del Siglo XX,
comunismo, fascismo y nazismo. El capitalismo quedaba degradado por crear la
desigualdad económica. Y en busca de la igualdad llegó Eduard Bernstein, quien
en su “Las Precondiciones del Socialismo” discutiendo a Lenín sostuvo que al
socialismo se podía alcanzar sin revolución y democráticamente. Y llegó la
social democracia que se padece hoy. Como antes he dicho el socialismo es la
denominación dada por El Iluminismo a la demagogia, descripta por Aristóteles
hace 2.500 años.
Una vez más puedo decir que el Rule of Law no es un mito, sino que el
mito surge de quienes pretenden descalificarlo, ignorando la falibilidad del
hombre y en virtud de ello provocar el absolutismo político. Así llegaron Robespierre,
Mussolini, Hitler, Stalin y en la actualidad tenemos a Fidel Castro et al. Por
tanto el intento de la izquierda de considerar al Fascismo como derecha, para
descalificar los derechos individuales, es otra de las falacias que vive el
mundo político.
Otro aspecto con el que discrepo
con el autor es cuando se refiere a que la ley evoluciona. Lo que evoluciona es
el mundo de acuerdo con la ley. Si se cambia la ley que permitió que el mundo
evolucionara por primera vez en la historia, entonces es el mundo el que deja
de evolucionar. La evolución ha sido la consecuencia de la ley basada en el
principio fundamental de la libertad: “El derecho del hombre a la búsqueda de
la felicidad”.
Por las razones expuestas también puedo concluir que la ideología
tampoco evoluciona respecto a la que
determinara el mundo en que vivimos. La ideología en que se basa el Rule of Law
es determinante y un cambio de la misma implica por definición la negación del
respeto a los derechos individuales. Consecuentemente aparece el socialismo en
la supuesta búsqueda de la igualdad, que crea la desigualdad del absolutismo
político y genera las crisis que se padecen hoy.
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