EEUU y CUBA restablecen relaciones
Carlos Mira
Periodista. Abogado. Galardonado con el Premio a la Libertad, otorgado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.


La reanudación de las relaciones diplomáticas entre los EEUU y Cuba invita a una serie de reflexiones interesantes. En primer lugar, la más simple de todas: la verificación de lo que ha ocurrido en ambos países en estos más de 50 años de distanciamiento. Los EEUU siguen allí, viviendo de acuerdo a los mismos valores que vivían cuando Castro llegó al poder, valores que los han llevado a multiplicar su nivel de vida, a afirmarse como la sociedad más innovadora del mundo, a crear una innumerable cantidad de mejoras a la vida, la ciencia y la cultura de la humanidad; valores que expandieron la libertad de sus ciudadanos, que les permitieron conocer invenciones y novedades que ni se soñaban en los comienzos de los '60.
Por el otro lado Cuba aparece como una tierra devastada, pobre, con imágenes de aquellos años que parecen más modernas que las de hoy, con gente mejor vestida, viviendo en inmuebles mejor mantenidos, con automóviles que antes existían y ahora escasean (por supuesto para el pueblo raso, porque la nomenklatura no se priva de esos placeres), con privaciones de todo tipo, con racionamiento, con escasez,
Ese contraste permite sacar una primera conclusión sobre la eficacia de los sistemas y sobre la eventual superioridad moral de uno sobre otro. La dictadura de los Castro silenció las voces de todos los que se le oponían, a algunos de ellos los asesinó y a otros los encerró de por vida. Solo las cuestiones de salud hicieron que el mismísimo Fidel Castro no estuviera aun al frente del poder como hace casi 60 años. El país se desangró de las mejores mentes, de los hombres de trabajo que arriesgando en muchos caso la propia vida escaparon de la isla-cárcel para empezar una nueva vida en la Florida.
La comunidad cubano-norteamericana es una de las más dinámicas de los EEUU. Llegaron con una mano atrás y otra adelante y se abrieron paso en una tierra extraña pero libre, que no les pidió otra cosa que no sea su buena voluntad y sus ganas de trabajar para darles una oportunidad. Esas mismas energías habrían hecho algo similar en Cuba si el sistema de vida se hubiera parecido. Pero no. La violencia, la soberbia armada, el odio, la envidia y el rencor privaron al país de esa gente y, con ello, su vida se empobreció y el país retrocedió en cualquier rubro en el que se lo quiera medir.
Ayer mismo impresionaba ver a Raúl Castro disfrazado de militar anunciando la novedad sin renunciar al "cocorismo" de reclamar que el "bloqueo" cese.
Pues no hay ni hubo ningún "bloqueo", General (supongo que le debe agradar que lo llamemos General aunque no está al frente de ninguna lucha, porque la que imaginó toda su vida la perdió tristemente). Lo que EEUU dispuso en su momento es un embargo; un embargo comercial de productos y operaciones norteamericanas con Cuba y viceversa.
El ubicuo uso de la palabra "bloqueo" -que trasmite poco menos que la imagen de la Séptima Flota rodeando la isla para provocar su inanición- es una más del las típicas mentiras del comunismo. Cuba nunca tuvo ninguna prohibición para atraer inversiones de terceros países, ni de comerciar con el resto del mundo. De hecho, incautos como la Argentina que quisieron dar la imagen de sumarse al supuesto romántico socialismo, están aun esperando que les paguen los productos que enviaron. De modo que esta es una buena oportunidad para terminar también con ese embuste: ya hemos tenido suficiente con él.
Cuba se sumió en la pobreza más degradante, no por el embargo norteamericano, sino por la vigencia de un sistema carcelario que expulsó los negocios, la inversión y, como decíamos antes, sus mejores recursos humanos.
A la vuelta de más de medio siglo de experimentos -que incluyeron la experimentación con seres humanos- tenemos a la vista de todo el mundo el producido del laboratorio comunista: un país cayéndose a pedazos, como ya antes se había caído la URSS y los demás que integraban el bloque detrás de la Cortina de Hierro. Países tristes, decadentes, inmóviles, atrasados, grises. Alguien dijo alguna vez que era un gran error creer que el color del comunismo era el rojo; es el gris, el color de una mediocridad que todo lo tiñe de inmovilismo y decadencia.
Resulta francamente sorprendente las bajezas a las que puede descender el ser humano en aras de quien sabe qué sentimientos de rabia y de rencor. Muchas generaciones de cubanos deben estar preguntándose qué han hecho para merecer vivir en las condiciones que viven cuando personas iguales a ellos, que hablan su misma lengua, que respiran su misma cultura, que tienen sus mismas tradiciones, triunfan y viven una vida agradable a tan solo 90 millas hacia el Norte.
Una respuesta inicial a esa duda que los desespera la podrían tener viendo cómo viven los popes de su revolución. Los cubanos sencillamente permitieron (repito, no sé muy bien en base a que furia inexplicable) que un conjunto de bribones tomara el poder para su beneficio personal, que explotara los usufructos del Estado bajo la mentira de defenderlos y usando como pretexto la payasada de una guerra moral que terminó siendo una espeluznante inmoralidad.
Los cubanos deberían saber que el trámite de restablecer las relaciones diplomáticas con los EEUU no significa nada en sí mismo. Si ellos no se deciden a erradicar la casta desigual que los oprime, si no están dispuestos a tirar por la borda el orden comunista y reemplazarlo por un orden jurídico de Estado de Derecho, bajo el imperio de la ley y de la libertad, en donde el vigilado sea el funcionario y no el ciudadano y donde el control lo ejerza la sociedad sobre el Estado y no al revés, nada cambiará. Quizás algunos vean flexibilizados ciertos canales para que sus parientes ricos de la Florida les hagan llegar algunos dólares o tal vez algún turista alemán pueda comprar unos puros cubanos en Miami o en New York. Pero mientras la inmoralidad y la ineficiencia inherentes al comunismo impere sobre esa isla bendecida por la belleza de Dios, de nada valdrán los gestos diplomáticos: los pobres cubanos seguirán mordiendo el polvo de la miseria y la escasez.
 

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