¿Occidente tiembla?
Elena Valero Narváez
Historiadora, analista política y periodista. Autora de “El Crepúsculo
Argentino. Lumiere, 2006. Miembro de Número de la Academia Argentina de Historia.
La Sociedad
Occidental, llamada también Sociedad del Conocimiento, se caracteriza por haber
afianzado a través de su evolución histórica, los derechos civiles, los cuales
limitan los poderes del Estado.
El mal
entendido capitalismo, en buena parte la hizo posible, consolidando el sistema financiero y la propiedad privada. Permitió la suficiente acumulación de capital para permitir emprendimientos, antes jamás
imaginados, en el plano económico, científico, tecnológico y cultural.
La extensión
de los mercados repercutió no solo en Occidente, sino también en todo el mundo, mejorando la calidad de vida
de los habitantes como, también, creando problemas graves en países no secularizados
donde, aún, la mayoría de la población
ve la realidad en términos sagrados.
La cultura
occidental entró, sin golpear la puerta,
en pueblos muy distintos que no estaban
preparados para los rápidos cambios que propaga Occidente, como la aceptación
del afán de lucro, el trabajo libre, la profesión independiente, la limitación al poder del Estado, la
libertad de culto y de expresión, entre otros muchos más, que no condicen con
sus culturas. El Comercio, ése gran libertador, es el intruso que va dejando sin lugar al orden tradicional, el
cual no congenia con dar al Cesar lo que es del Cesar y a Dios lo
que es de Dios.
Es así como,
fanáticos islamitas, educados en países occidentales, siguen respondiendo a sus países de origen que no
respetan la autonomía y la libertad sobre todo, en el plano religioso. Resisten la
cultura occidental y tratan de terminar, por la fuerza, con el espíritu liberal
de los países donde las personas confían,
para orientar sus vidas, en la capacidad de la propia razón.
A ello se
deben los demoledores ataques de los terroristas árabes, quienes impugnan la discusión y la crítica cómo método para
acercarse a la verdad y adoptan el de la violencia y el terror para imponerse.
La masiva
manifestación al acto terrorista ocurrido en Francia, con la participación de
mandatarios de muchos países, defensores
de la Cultura que acepta la libertad en todos los órdenes, es crucial. Hay que
intentar terminar con los grupos de fanáticos que usan técnicas de guerra sobre
la población, en tiempos de paz.
Las naciones democráticas, deben imponerse
sobre los grupos terroristas y al avance de movimientos políticos
anticapitalistas y antioccidentales, que tienen como programa imponer la
abolición de la propiedad privada, perseguir la libertad de culto, y controlar
brutalmente a la población.
Como la
experiencia histórica nos entera, los sueños totalitarios acaban esclavizando
al arte, a la ciencia, a la cultura en general y a las personas. La exaltación, el terror y el odio, sustituyen
a la razón. Las leyes para los terroristas no sirven ya que luchan para manejar,
ellos, al Estado. Todos deben marchar al
ritmo que marcan los tambores.
Uno de los
principales problemas actuales es la lucha contra los terroristas portadores de
grandes tragedias.. Todos podemos ser víctimas de éstos profesionales de la
violencia. Es muy difícil combatirlos, sin embargo, habría que unirse en su
contra, si se quiere vivir donde los derechos humanos sean soberanos. De la unión
de las democracias del Mundo, depende.
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