Inseguridad
Rogelio López Guillemain

Autor del libro "La rebelión de los mansos", entre otras obras. Médico Cirujano. Especialista en Cirugía Plástica. Especialista en Cirugía General. Jefe del servicio de Quirófano del Hospital Domingo Funes, Córdoba. Director del Centro de Formación de Cirugía del Domingo Funes (reconocido por CONEAU). Productor y conductor de "Sucesos de nuestra historia" por radio sucesos, Córdoba.



Hablar de inseguridad nos obliga a dilucidar primero que significa e implica el concepto en positivo.  Abarcarlo en todos sus aspectos sería interminable, por ello sólo haré un breve sobrevuelo general para enfocarme en uno sólo de sus aspectos.
 ¿Qué es la seguridad? ¿es natural? ¿es siempre buena la seguridad? ¿es gratis?
Seguridad proviene del latín "securitas" que significa "se" (separar) "curus" (cuidado) "tas" (cualidad).  Cualidad de estar sin cuidado o preocupación.  Por lo que, al agregarle el prefijo negativo "in", llegamos a la conclusión que inseguridad quiere decir "no poder dejar de estar preocupado".
La seguridad es una ambición tanto animal (conservación de la especie) como propiamente humana, es la búsqueda de los medios que permitan neutralizar la incertidumbre que implica la vida misma. 
Todos los animales, incluidos nosotros, procuran adaptarse al medio ambiente y a la vez adaptar este a sus necesidades para poder sobrevivir, ejemplo de ello son las acciones evasivas o de camuflaje ante depredadores o presas, o la misma búsqueda de un refugio.
La seguridad propiamente humana es la que busca el individuo en su desarrollo personal y en su vida en sociedad.
Aseguramos nuestros bienes materiales, tomamos seguros de salud y de vejez; colocamos salvavitas en nuestras casas, usamos casco y cinturón de seguridad en nuestros vehículos. 
Buscamos seguridad laboral, de bienestar social, seguridad jurídica y cívica.
Decía Schumpeter "ningún almuerzo es gratis" y eso se aplica también a la seguridad.  Todas aquellas seguridades en las que coinciden en la misma persona el que paga con el beneficiario (seguros materiales, de salud, de vejez) pertenecen al ámbito privado y cada quien sabrá el valor o la relación costo beneficio óptima que para él implica su consecución.
El tema son aquellas seguridades que involucran a todos los miembros de la sociedad en su conjunto, ya sea pagando los impuestos o recibiendo sus beneficios.  En estas, el problema es más intrincado, no todos aportan igual y no todos reciben lo mismo, por lo tanto no es equitativo.
Y es más complicado aún si profundizamos en ellos pensando en temas como salario mínimo, seguridad social, subsidios y servicios públicos.  Cada uno de estos tópicos merece un capítulo aparte.  Solo diré que, con algunos de ellos acuerdo solo en parte y con otros en nada en absoluto.
Por último está la más importante de todas las seguridades; la más importante, primera y esencial seguridad de la vida en sociedad, la seguridad ciudadana.  Esta es el conjunto de acciones en pro de la seguridad de los habitantes y de sus bienes, o sea asegurar el respeto del individuo.
Esta acción es la única obligación indiscutible del estado, el uso monopólico de la fuerza que ejerce, le permite a cada ciudadano enfocarse en su desarrollo personal, sin tener que distraer esfuerzo alguno en proteger su persona y su propiedad de aquellos que no respetan ni a una ni a otra.
Rousseau imaginó las reglas de convivencia como base de su famoso contrato social, Rand comparte el entendimiento de este principio, aunque no su origen casi místico.
Sea como fuere, lo cierto es que nadie tiene derecho a iniciar el uso de la fuerza contra otra persona, su uso solo se admite en defensa propia.  Luego, si bien está justificado en este último caso, quien vive de acuerdo a lo racional sólo lo aplicará como último recurso ante la imposibilidad de que el estado cumpla con su deber.
Los linchamiento que han acontecido en los últimos tiempos no se deben a una imposibilidad estatal de resguardar a las personas; sino a su incapacidad, su inoperancia y a una subversión del valor de la cultura del mérito a la justificación de la necesidad.  El fin sobre el medio.
Son una consecuencia y no una causa, juzgarlos en forma aislada y descontextualizada sólo indica no comprender el problema.  Las personas de bien comercian, negocian bienes y virtudes, reniegan de la violencia y solo recurren a ella en la desesperación y la desesperanza.
No creo en los linchamientos, no los comparto, pero los entiendo.  En su comprensión se encuentra la necesidad de focalizar su resolución en el tratamiento de su génesis: la falta de respeto al otro por parte de algunos integrantes de la sociedad y la desprotección por parte del estado de quienes conviven en paz con el prójimo.
Desde que recuperamos la democracia en 1983, los argentinos iniciamos un camino decadente que ha desembocado en la tremenda crisis social y cultural actual.  Aclaro que soy demócrata y republicano como el que más, pero mi amor a la democracia no me ciega en el análisis de sus males.
"Con la democracia se come, se educa, etc." pasó de ser un slogan de campaña a transformarse en un credo peligrosamente falso.  "EN" democracia se come y se educa, pero eso no implica que la democracia por si sola nos provea de nada, para ello hay que esforzarse, estudiar y trabajar.
La necesidad no da derechos, es solo necesidad y la confusión que se plantea entre el derecho a intentar acceder a algo y el derecho llano al acceso a esa cosa, termina de abonar el terreno sobre el que se desarrolló la situación actual.
Tengo derecho a jugar al tenis y esforzarme para llegar a Roland Garros, pero no tengo derecho a jugar la final con Roger Federer solo porque lo deseo; tampoco existe la igualdad de posibilidades, no tengo las mismas posibilidades de ganar el torneo que él, para ponernos a la par deberían vendarle los ojos y atarle las manos a este gran tenista.
Estos ejemplos burdos trasládenlos a otros pseudoderechos, que aunque puede que sean bien intencionados, son falsos; por ejemplo el derecho a la vivienda digna.  Primero deberíamos definir que es digno, pero fuera de ese tema sí tenemos derecho a trabajar e invertir en una vivienda, pero si decimos lisa y llanamente derecho a la vivienda implica que alguien debe dárnosla, todo derecho genera un deber en otra parte.  La pregunta del millón es ¿de quién es obligación? ¿Quién paga? ¿el estado? el estado no tiene un cobre, la plata la ponemos cada uno de nosotros mediante impuestos ¿Es justo que Fulano sea propietario de una casa pagada con los impuestos de alguien que alquila?
La madre que se coloca delante de las cámaras y dice que el gobierno TIENE que darle una casa porque tiene 7 hijos es la prueba viviente de este desvarío.  Primero nadie le pregunta porque tiene 7 hijos, con qué derecho y con cual responsabilidad engendra seres humanos a los que no podrá darles las condiciones mínimas de vida; luego, el tener 7 hijos no le da derecho a que le entreguen graciosamente una casa, no es un mérito ser prolífica.
La contracara de esta situación es el demerito, la necesidad comenzó a justificar el exigir menos en las escuelas, el asistencialismo y hasta los delitos.  Se escucha hablar de falta de inclusión, marginalidad o pobreza como justificativo del comportamiento delictivo.  Se promete una igualdad de hecho, que es antinatural y hasta injusta, y la inevitable imposibilidad de conseguirla genera envidia y resentimiento ante el impedimento de acceder a lo que se desea en forma instantánea.
El guardapolvo blanco de Sarmiento era todo un mensaje, todos iguales ante la ley (maestro), sin importar su billetera o su posición social, era verdadera inclusión; pero el pasar de grado (igualdad de hecho) dependía del mérito, incluso la excelencia era reconocida con la portación de la bandera.   Los padres no iban al colegio a pedir que no le exijan tanto al hijo o que lo dejen pasar de año para que no se sienta discriminado; la consigna era igual trato, no necesariamente igual resultado.
La familia también tiene su cuota parte de responsabilidad.  Los padres, al transformarse en amigos de sus hijos los han dejado huérfanos.  Se confunde libertad con libertinaje, la primera es racional la otra sigue caprichos, la primera conoce su límite en el prójimo, la segunda es ciega y atropella todo a su paso.
Ahora bien, en este contexto de despotismo demagógico, sin límites en el hogar, ni en la sociedad;  sin educación en las escuelas, sin principios, con una carga impositiva que evapora del bolsillo más de la mitad de sueldos y ganancias de cada argentino, dinero que se retira del circuito productivo y por lo tanto disminuye los puestos de trabajo y adelgaza más los bolsillos; con el reemplazo del trabajo por dádivas, con promesas incumplibles de igualdad de hecho, invadidos por la droga que alucina al que la consume con esa igualdad y con instituciones ninguneadas, se ha generado un estado de anomia en el que el hombre se ha transformado en el lobo del hombre; en la que, el que tiene el mazo más grande o el arma en la mano, se impone en las relaciones interpersonales, en donde la ley y la ética han sido reemplazadas por la barbarie.
Entonces ¿Cómo recuperamos la seguridad ciudadana perdida? ¿podemos hacer algo al respecto?
Creo que el cambio es posible, el cambio es eminentemente político.  Mientras los dirigentes no modifiquen sus pautas ideológicas referidas a las reglas de convivencia, y volvamos a instituir el premio al mérito y el castigo al contraventor, este cambio estará muy lejos. 
Para que esto suceda lo primero que debe ocurrir es que las personas de bien, que no buscan hacer una carrera política sino hacer del país en el que vive un lugar mejor para él y para los suyos, se involucren.  Esto no quiere decir que seamos todos candidatos a presidente, significa recuperar espacios que hemos cedido a los corruptos.  Nuestros abuelos hicieron de este un país en serio, no solo trabajando, sino participando; en el club del barrio, en el centro vecinal, en una biblioteca, etc.  Influenciaron en las personas que estaban a su alrededor generando un espíritu realmente progresista, no la caricatura actual.
Para finalizar, comparto con ustedes unas frases que creo son elocuentes.
"El objetivo de la educación es la virtud y el deseo de convertirse en un buen ciudadano."     Platón 
"El Gobierno es una necesidad de civilización, porque es instituido para dar a cada gobernado la seguridad de su vida y de su propiedad. Esta seguridad se llama y es la libertad."      Juan Bautista Alberdi
"El precio que los hombres buenos pagan por la indiferencia con respecto a los asuntos públicos es el de ser gobernados por los hombres malvados."       Platón        
 

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