Otra muestra de la daga
Armando Ribas
Abogado, profesor de Filosofía Política, periodista,
escritor e investigador. Nació en Cuba en 1932, y se graduó en Derecho en la
Universidad de Santo Tomás de Villanueva, en La Habana. En 1960 obtuvo un
master en Derecho Comparado en la Southern Methodist University en Dallas,
Texas. Llegó a la Argentina en 1960. Se entusiasmó al encontrar un país de
habla hispana que, gracias a la Constitución de 1853, en medio siglo se había
convertido en el octavo país del mundo.
Las últimas noticias referentes a la posición de Obama respecto a
Venezuela, más que sorprendentes, a mi juicio constituyen una contradicción en
la actual política internacional de Estados Unidos. Romper relaciones con
Venezuela al tiempo que se negocian las relaciones con Cuba, el país que
entraña el proyecto político comunista de Venezuela es diría incomprensible. No
obstante esta realidad de la política exterior americana no puedo dejar de
valorar y reconocer lo que Estados
Unidos ha significado en la historia de la libertad en el mundo. Desconocer que
si no hubiese sido por los Estados Unidos el llamado mundo Occidental habría
sido nazi o comunista.
Como bien dijera François Revel en “La Obsesión Antiamericana ”:
“Son los europeos que yo sepa los que hicieron del siglo XX el más negro de la
historia…Ellos fueron los que provocaron los dos cataclismos de una amplitud
sin precedentes que fueron las dos guerras mundiales; ellos fueron los que
inventaron y realizaron los dos regímenes más criminales jamás infligidos a la
humanidad”. Y esa conclusión fue
compartida por Peter Drucker cuando escribió: “Tan falaz es que se crea que el
Iluminismo produjo la libertad en el mundo, como creer que la Constitución Americana
y la Francesa
se basaron en los mismos principios filosóficos”. Y por último, pero no menos
importante es la observación de Ayn que
está vigente hoy: “La idea de emancipación predominante en Europa consistió en cambiar el concepto
del hombre como un esclavo del estado absoluto, representado por el rey, al
concepto del hombre como esclavo del estado absoluto representado por el
pueblo.
Perdón por la longitud de las citas precedentes, pero esa realidad es
lamentablemente ignorada en un mundo en el que el país al que le debemos la
desaparición del imperialismo en la historia, aparece como representante del
imperialismo. Por ello en reconocimiento de esta realidad mi crítica la
política internacional de Estados Unidos en la actualidad no implica desconocer
la importancia de su presencia en la historia y en el futuro.
Pasando entonces a América Latina, es un hecho indubitable que el
antiamericanismo como expresión del antiimperialismo pareciera ser “conditio
sine qua non” para alcanzar el poder político. Así podemos ver que el
socialismo unido al antiimperialismo son el carácter por antonomasia de la
política latinoamericana, y decididamente ese es el camino del Socialismo del
Siglo XXI. Ella explica sin lugar a duda la situación de pobreza en nuestro
medio. Tanto así que en virtud de esa realidad los votos con los pies han
convertido a Miami en la capital de América Latina.
Ante esa realidad de América Latina nos encontramos ante un hecho
inusitado de la política americana en el Continente al Sur del Río Grande. Al respecto puedo decir que el mayor error en
el análisis político y económico de América Latina es culpar a Estados Unidos
por nuestro atraso. Lo dicho anteriormente no implica desconocer de mi parte
algunos evidentes errores de la política americana en nuestro continente y a
los que se refiere Jeane Kirkpatrick en
su “Dictatorships and Double Standards. Allí sostiene que Estados Unidos en su
política internacional en ocasiones ha derrocado a los dictadores que les son
favorables y ha favorecido a los que se le oponen.
Creo además que el mayor error político de Estados Unidos en su política
internacional fue Yalta, donde le entregó la Europa Oriental al imperio ruso
en manos del criminal Stalin. Así también no podemos menos que reconocer que
Fidel Castro representante máximo en nuestro continente del régimen más
criminal de la historia, que ha sido el comunismo debe su presencia dictatorial
en gran medida a la política americana, tal como lo reconociera Mario Lazo en
su libro “Dagger in the Heart”.
Mi criterio es que tal como Yalta determinó el sometimiento de la Europa Oriental al
Imperio Soviético, hasta la caída de Muro de Berlín, la decisión de Kennedy de
abandonar a los cubanos en Bahía de Cochinos y pactar con Krouchef la entrega
de Cuba al Imperio Soviético, durante la crisis de los misiles, determinó la permanencia
de El Muro del Malecón hasta nuestros días y la guerra subversiva en América
Latina en la década del setenta. Tampoco podemos olvidar que Santo Domingo en
aquella época no cayó bajo el régimen comunista de la mano de Fidel Castro se
debió a que el presidente Lyndon Jonson, envió los marines para salvar la
libertad.
Demás está decir que tampoco fue un acierto de Carter derrocar al Sha de
Irán y apoyar la llegada de los Mullah al poder. Ello trajo el incremento del
terrorismo en el mundo. Y esa decisión se tomó acorde con la recomendación de
Zbiniew Brzezinski, asesor del presidente Carter y actual asesor de Obama. La Argentina es un triste
ejemplo de esa realidad ante el hecho de la AMIA que hoy sigue presente en la política
nacional, sin definiciones hasta el momento.
La reciente decisión del presidente Obama de firmar una orden ejecutiva
por la que declara a Venezuela una amenaza a la seguridad nacional de Estados
Unidos, estableciendo sanciones para siete funcionarios de Venezuela a quienes
acusa de violar derechos humanos y expresa su preocupación por las amenazas a
la oposición. A mi juicio esa decisión constituye una vez más un error en la
política americana en el continente.
En primer término no puedo menos que resaltar el hecho de que esta
decisión en el momento en que se toma constituye una contradicción, con
respecto a la pretensión del acuerdo con Cuba de restaurar
las relaciones. Por otra parte igualmente considero, que independientemente de
las actitudes dictatoriales de Maduro en Venezuela, ellas no constituyen una
amenaza a la seguridad nacional de Estados Unidos. Todo el antiimperialismo antiamericano
en América Latina no tiene otro objetivo que justificar el poder absoluto
interno. Es obvio que ningún político latinoamericano pretende una guerra con
Estados Unidos, que sabe que jamás podría ganarla.
En tercer término por tanto esta decisión, tal como ya lo ha reconocido
la oposición venezolana a quien ha beneficiado políticamente es a Maduro, y
justificar las medidas de mayor control político que ya ha tomado a partir de
esa decisión. Cada día que pasa me parece más realista y brillante la
observación de Machiavello en El Príncipe, donde dijo: “El que no va usar la
daga, no debe mostrar la empuñadura”.
La actual decisión de Obama constituye sin lugar a dudas otra muestra de
una daga que no se utiliza pues salvo posibles restricciones comerciales, que
serían difíciles de llevar a cabo dada la dependencia de Estados Unidos de las
importaciones de petróleo de Venezuela, en ningún momento ello implicaría la
caída de Maduro del poder. Ella se llevó a cabo anteriormente con la imposición
del embargo a Cuba. Esto no quiere decir que no hubiera habido en aquella
oportunidad para imponer el embargo, cuando Fidel Castro a su llegada
nacionalizó todas las propiedades de estados Unidos en Cuba. Y el embargo a los
ojos del mundo aparece como la causa del empobrecimiento sufrido por la
economía cubana.
Ya la OEA
como era de esperarse de su Secretario General el Sr. Inzulza habría mostrado
cierta oposición a la decisión de Obama, y por supuesto en América Latina
también se muestra la tendencia del antiimperialismo a favor de Venezuela.
Desde luego el primero en manifestar esa posición fue Fidel Castro. Ya sabemos
la influencia de Castro en la política de Maduro para cubanizar a Venezuela. La
única aparente excepción ha sido Uruguay.
En fin nos encontramos ante una realidad pertinaz en la cual la
izquierda parece dominar la tica, el pensamiento y consecuentemente el poder
político. Lamentablemente las medidas de Obama lejos de corregir esa tendencia
en términos del proceso político que representa la libertad, estarían teniendo
el efecto contrario. Por favor aprendamos de Lyndon Jonson y apliquemos la daga
cuando corresponde y no la mostremos al divino botón.
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