Tricotomía para la armonización de proyectos
Ángel Fernández
Columnista.
“Si
no sabes hacia donde se dirige tu barco, ningún viento te será
favorable”
(Carta de Seneca a Lucilio)
La
esencia es aquello que nos diferencia del resto de las personas. De esta
esencia, se desprende infinidad de características que nos hace únicos e
irrepetibles, en todos los aspectos de nuestra vida (laboral, profesional,
social y emocional). En base a esto, la diferencia de cada individuo respecto a
sus ambiciones, la visión a futuro, los proyectos y la forma de llevarlos a
cabo.
Durante el transcurso de nuestra
vida, solemos idear, establecer, planificar, proyectar sobre diversas áreas
(estudio, trabajo, negocios, emprendimientos, e incluso en nuestra vida
privada). Sin embargo, muchas veces uno se encuentra ante un gran dilema: ¿cómo
hacer que un proyecto llegue a buen puerto? Respecto a esto, muchas escuelas
enumeran diferentes etapas, pasos a seguir para llevar a cabo un proyecto
sustentable y exitoso.
Si pudiese compararlo con algo más
sencillo, utilizaría como ejemplo las matemáticas. Es sabido, que si una
operación no da el resultado deseado, no es por culpa o problema de dicha
operación, sino porque en algún punto del proceso nos equivocamos. O erramos en
nuestro método o realizamos mal los cálculos. Siendo así, para resolverlo
correctamente no debemos cuestionar la operación, sino analizar bien en que nos
estamos equivocando.
En la vida suele ser igual. Si nos
ponemos un objetivo y vemos que
haciendo lo que sea que hagamos no conseguimos llegar al mismo, no es por mera
coincidencia, ni por acto divino ni del destino, sino porque algo estamos
haciendo mal. En tal caso, sería recomendable volver sobre nuestros pasos y reconocer cuales fueron
nuestros errores. Y respecto a este tema, antes de continuar, me gustaría abrir
un paréntesis. Hay decisiones que nos llevan al éxito, otras al fracaso, pero
todas nos llevan al crecimiento. Las experiencias vividas, buenas o malas, nos
sirven de guía para saber distinguir los diversos obstáculos y prepararnos para
tomar nuevas medidas o analizar diversas estrategias. No existe objetivo que
sea meramente imposible. A mi parecer, lo único que dista lo imposible de lo
posible es la voluntad de conseguirlo,
el resto en realidad no importa.
Y de este último párrafo, saco los
tres pilares de mi Tricotomía: Objetivo, Metas (pasos) y Voluntad. Un proyecto jamás
llegara a buen destino si acaso faltara alguno de estos pilares.
OBJETIVO
Es el norte de nuestra brújula. Es
el fin al cual aspiramos. Recibirnos, tener una casa, comprar un 0 km, poner un
negocio, publicar un libro, adelgazar, cambiar de trabajo, correr 20 kilómetros.
No importa cuál sea la naturaleza ni el propósito de nuestro objetivo. Así
mismo, no existe objetivo que sea considerado insulso ni irrelevante, eso
depende de cada individuo y, de hecho, el único con autoridad para catalogar
ese objetivo es su propio autor. Dicho esto, me gustaría hacer un comentario al
margen. Como bien enuncie al principio, cada individuo es único e irrepetible,
eso lo marca su esencia. Por tal, cada individuo tiene sus propias visiones y
metas. En referencia a los objetivos, uno puede recibir consejos,
asesoramientos e incluso ayuda, pero ningún tercero tiene autoridad para
criticarlos o clasificarlos.
Durante el transcurso de nuestras
vidas, es recomendable poseer varios objetivos por cumplir, son los que nos van
a hacer progresar, sin importar en que aspecto. Sin embargo, a mi parecer es
recomendable trabajar en uno a la vez. Tal como dice el proverbio: “quien mucho
abarca, poco aprieta”.
METAS OBJETIVO
Las metas son aquellos pequeños
sub-objetivos que nos vamos poniendo para llegar al fin último. Son pasos a
seguir, pautas que delimitamos. Las mismas deben ser planteadas de forma
coherente, basándonos en nuestros recursos y experiencias. A modo de ejemplo:
Si mi objetivo es correr una maratón de 20 kilómetros, y hace 10 años que no
realizo actividad física alguna, no puedo pretender que el primer día de
ejercitación corra 10 kilómetros sin sufrir daño alguno. De ahí viene la
coherencia en las metas. Las mismas deben estar planificadas de forma tal que
podamos cumplirlas. No solo para llegar bien a nuestro objetivo, sino para
mantener nuestra moral elevada. Si el primer día de entrenamiento me lanzo a
correr 10 kilómetros, es probable que termine desistiendo de la misma, quedando
no solamente dolorido, sino también de moral baja, lo cual puede concluir en
desistir de correr una maratón.
Las metas son las pautas que
nosotros mismos nos marcamos, para cumplir nuestro objetivo. Son, por así
decirlo, nuestra carta de navegación.
VOLUNTAD
La voluntad es nuestro propio deseo
de conseguir algo. Es lo que nos moviliza. Hay una frase popular que esgrime:
“la fe mueve montañas”, sin embargo, no estoy de acuerdo con la misma. A mi
parecer, la voluntad mueve montañas. La misma es la que hace realidad lo
imposible, y esa particularidad es lo que hace poderoso al ser humano. Hace 200
años, era imposible, impensable que el hombre volara. Más aun, que dos personas
separadas por miles de kilómetros se comunicaran instantáneamente. Más aun, que
el hombre pisara la luna. No hay en la vida cosas imposibles, solo hay cosas
que son más difíciles de lograr que otras, solo eso.
La voluntad es el viento a favor que
moviliza nuestra embarcación. Depende de nuestra moral, que el proyecto avance,
o quede estancado dando vueltas sobre su eje.
RELACION: OBJETIVO-METAS-VOLUNTAD
Para explicar esta relación, vuelvo
a citar la frase inicial: Si no sabes hacia donde se dirige tu barco, ningún viento te será
favorable. Es decir, si uno no tiene bien definido qué objetivo busca, que es
lo que quiere, no importa cuánto se esfuerce, cuanta voluntad tenga, porque
nunca podrá conseguirlo. Si no sabes a donde queres llegar, por más que remes
con todas tus fuerzas, nunca llegaras a ningún lado.
Así mismo, si uno tiene un objetivo,
pero no tiene la voluntad para llegar hasta el, jamás lo conseguirá. “Quiero
adelgazar, pero no quiero dejar de comer ni ejercitarme”. “Me quiero recibir,
pero no quiero estudiar”. Un proyecto exitoso depende en un 80% de nuestra
moral. Es decir, uno no solo debe desear cumplir un objetivo, sino que además
debe contar con la voluntad de hacer lo necesario para llegar hasta el, debe
tener la voluntad real de cumplir con las metas establecidas.
Hay un chiste, que más o menos dice así:
Había un hombre, el cual todas las noches rezaba: “Padre, te ruego, haceme
ganar la lotería”. Noche tras noche, la misma suplica. Al tiempo, Dios se le
presenta en sueños y le dice: “Hijo, por favor te ruego, juga a la lotería”. Por más que uno desee algo, y sepa con
certeza que es, si no hace nada para conseguirlo, nunca lo lograra.
CONCLUSION
Siguiendo con el ejemplo náutico, si
una embarcación quiere llegar a buen puerto, re quiere de tres cosas: Un
destino, una carta de navegación y viento a favor. Hablando netamente de los
proyectos, para mantener su armonía, les presento los tres pilares:
-
Establecer un objetivo. Algo
puntual y concreto. Nada es imposible.
-
Establecerse metas a cumplir
para conseguir tal objetivo. Las mismas deben basarse en nuestros recursos,
capacidades y habilidades. Deben ser coherentes y programadas de forma tal que
podamos cumplirlas.
-
Por último, debemos
mantenernos fieles a nuestros ideales y proyectos. El 80% del éxito del
proyecto va a depender pura y exclusivamente de nuestra voluntad.
¡Éxitos!
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