Monopolio petrolero, ¿a quién benefició?
Luis Pazos
Luis Alberto Pazos de la Torre es un economista y político mexicano, egresado de la Escuela Libre de Derecho y miembro del Partido Acción Nacional. Se ha desempeñado como Director del Banco Nacional de Obras y Servicios Públicos


Hace 77 años, el 18 de marzo de 1938, el presidente socialista Lázaro Cárdenas anunció la expropiación del petróleo, en su mayoría en manos de compañías inglesas y de una minoría de firmas norteamericanas, que durante la recesión mundial de los años 30, cuando cayeron las ventas del petróleo, estaban al borde de la quiebra. Las “ganonas” con la expulsión de los ingleses fueron las compañías norteamericanas, a quienes les pagaron dos dólares por cada dólar de activo, mientras a las inglesas 50 centavos. El embajador norteamericano dio ayuda y apoyo al general Cárdenas para consumar la expropiación.
A 77 años de esa estatización y de la conformación de un monopolio estatal, está claro que aquel acto presentado como nacionalista y en defensa de los recursos naturales, no benefició a México. Los burócratas, los líderes sindicales, los contratistas privados, amigos y socios de los gobernantes en turno y el partido en el poder, la mayoría de esos 77 años, fueron los únicos favorecidos del monopolio petrolero.
El saqueo por líderes sindicales a Pemex ha sido tolerado por el gobierno debido al dinero que le transmitía subrepticiamentesu el sindicato al PRI en épocas de elecciones, como lo mostró el Pemexgate. Mediante empresas fantasmas y contratistas se desviaron miles de millones de dólares en beneficio de funcionarios, socios informales de contratistas corruptos. La baja del precio del petróleo desnudó el fracaso del monopolio estatal, que actualmente se encuentra quebrado.
Sus pasivos son mayores a sus activos. Los sobreprecios pagados a contratistas “amigos”, excesos de personal y sus pensiones privilegiadas las cubren la mayoría de los mexicanos con gasolinas más caras que en Estados Unidos y mediante impuestos, al absorber el gobierno federal los pasivos laborales impagables por Pemex.
A pesar de esos hechos, la izquierda sigue con la cantaleta del “no a la privatización”, oponiéndose a una reforma energética tardía, que no privatiza Pemex, pero abre el sector a la inversión privada. Defender el monopolio estatal del petróleo avala los robos, excesos, ineficiencias, desvíos y su uso político,que en nada favorecieron a la nación, que somos todos los mexicanos.
 
 

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