¿Cayó Obama en la trampa de Maduro?
Andrés Oppenheimer
Columnista del Miami Herald/el Nuevo Herald. Fue miembro del equipo ganador del Premio Pulitzer, y ha recibido el Premio Ortega y Gasset, Premio Rey de España y el Emmy.


La gran pregunta sobre las sanciones financieras de Estados Unidos a siete funcionarios venezolanos de alto rango acusados ​​de violar los derechos humanos, no es si se lo merecen — por supuesto que sí —, sino si esto no le dará al presidente venezolano Nicolás Maduro la excusa que estaba buscando para usurpar más poderes, y reprimir aún más a la oposición.
Como era de esperar, Maduro reaccionó redoblando la apuesta tras la orden ejecutiva del presidente Barack Obama de congelar los activos y negarle visas a Estados Unidos a estos siete funcionarios venezolanos.
Envolviéndose en la bandera nacional, Maduro afirmó que las medidas de Obama son “la agresión más grande que han hecho los Estados Unidos contra Venezuela en toda su historia”. Horas más tarde, Maduro pidió al Congreso — controlado por él — que le conceda nuevos poderes extraordinarios.
El presidente venezolano, que está lidiando con el colapso económico que han provocado sus desastrosas políticas económicas, encontró en la orden ejecutiva de Obama un material que le viene como anillo al dedo para justificar su narrativa de que el “imperio” supuestamente quiere invadir a Venezuela. El decreto de Obama dice que Venezuela plantea una “extraordinaria amenaza a la seguridad nacional” de Estados Unidos.
Las autoridades estadounidenses explicaron más tarde que esas palabras son una formalidad legal requerida por las leyes del país para autorizar sanciones financieras. Pero en Venezuela, donde el grueso de la población solo está recibiendo noticias de los medios oficialistas, ese detalle pasó desapercibido.
Maduro ha encontrado ahora una excusa de oro para inhabilitar aún más a candidatos opositores de las elecciones legislativas de este año, acusándolos de ser parte de un supuesto plan de Estados Unidos para desestabilizar al país, dicen los críticos de la medida de Obama.
Por otra parte, Obama ha permitido a Maduro cambiar el eje de la conversación y desviar la atención de la crisis venezolana. En vez de estar hablando de una confrontación entre el gobierno antidemocrático de Maduro y el pueblo venezolano, ahora se hablará cada vez más de una confrontación entre Estados Unidos y Venezuela, dicen los críticos.
¿Por qué Obama cayó en la trampa de Maduro, después de seis años en los que el presidente de Estados Unidos ignoró las provocaciones de Venezuela?
En una entrevista telefónica, Roberta Jacobson, la secretaria de Estado adjunta para Asuntos del Hemisferio Occidental, me dijo que no hay “ningún cambio en la política de Estados Unidos”, y que las últimas sanciones son solo una implementación de la ley firmada por Obama el 18 de diciembre que autorizó al presidente tomar medidas contra violadores a los derechos humanos en Venezuela.
“No queríamos tomar este camino”, me dijo Jacobson. “Queríamos apoyar el esfuerzo (de mediación) de UNASUR. No queríamos ser protagonistas en esto. El problema era que nada se movía hacia adelante del lado del gobierno venezolano”.
Después de esperar varios meses, y frustrado por el fracaso de la UNASUR en lograr que Maduro permita elecciones legislativas equitativas, el gobierno estadounidense decidió implementar las sanciones financieras.
“Estas sanciones no son generales”, dijo Jacobson. “No tenemos ningún interés en invadir a Venezuela, ni queremos derrocar al gobierno de Maduro. Estamos tratando de arrojar luz sobre violaciones de derechos humanos o comportamientos que buscamos cambiar”.
Mi opinión: Contrariamente a lo que dice el gobierno de Obama, la orden ejecutiva del presidente revela un cambio de política, o por lo menos de estrategia, de parte de Estados Unidos.
Después de seis años de ignorar las provocaciones verbales de Maduro, y frustrado por la ausencia de una presión latinoamericana para que el régimen venezolano respete las libertades democráticas, Obama ha decidido aplicar sanciones financieras a funcionarios venezolanos de alto rango.
Es demasiado pronto para saber si Obama hizo esto para darle a los republicanos en el Congreso de Estados Unidos un regalo que ayude a persuadirlos a votar por el levantamiento del embargo estadounidense contra Cuba, a fin de poder completar la normalización de las relaciones con ese país. O puede haber sido que Obama se cansó de ver a tantos terroristas fundamentalistas islámicos que viajan alrededor del mundo con pasaportes venezolanos.
No hay nada malo con implementar sanciones financieras contra los abusadores de derechos humanos en Venezuela. Todo lo contrario. Pero Obama debería haber anunciado las nuevas medidas simultáneamente con la revelación de datos sobre los miles de millones de dólares escondidos en bancos estadounidenses y extranjeros por funcionarios venezolanos de alto rango.
Eso habría permitido centrar la atención en la corruptocracia que gobierna Venezuela, y hubiera ayudado a eclipsar los titulares sobre una supuesta “guerra” de Estados Unidos contra Venezuela.
Tal como fue anunciada, la orden ejecutiva sobre la “extraordinaria amenaza” de Venezuela solo logrará alimentar expectativas falsas entre la oposición venezolana de que Estados Unidos hará algo más grande para derrocar al régimen venezolano, y le dará a Maduro nuevas excusas para restringir aún más las libertades democráticas.
 

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