Intervencionismo, impuestos y productividad
Gabriel Boragina

Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas. Egresado de ESEADE (Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas). Autor de numerosos libros, entre ellos: La credulidad, La democracia, Socialismo y Capitalismo, La teoría del mito social, Apuntes sobre filosofía política y económica, etc. como sus obras más vendidas.



Las creencias populares sobre economía continúan siendo bastante disparatadas, a pesar de la cantidad de aportes que ha hecho la Escuela Austriaca de Economía en pos de la cordura económica. Los dislates más difundidos en la materia vienen de la mano de "economistas" (algunos inclusive renombrados premios Nobel) que son entusiastamente propagados por la prensa internacional como portadores de "recetas mágicas" que siempre incluyen a los gobiernos en su papel de artífices "insustituibles" de la política económica.
En este lugar, volveremos a examinar algunas de las falacias y absurdos más creídos aun hoy en día en temática económicas. En primer término, la estúpida idea (contraria al más elemental sentido común) de que "cobrándole más impuestos a los ricos se mejora la condición de los pobres". Al respecto se citan -equivocada y aburridamente- los casos de los países nórdicos, Alemania, Francia y los llamados "tigres asiáticos".
Esos países, no son "mas" productivos porque tienen más impuestos sino al revés. Serian más productivos si tuvieran menos impuestos. No debemos poner "la carreta delante del caballo". Dado que la ignorancia sobre este punto es tan grande (incluso -como decimos- entre destacados profesionales), explicaremos el tema como si lo hiciéramos a un niño de corta edad, usando el ejemplo típico que se da en las escuelas para enseñar aritmética, que es el de las manzanas (los lectores podrán usar la fruta que prefieran si no les gustan las manzanas, ya que vale tanto para naranjas, peras, como para dólares o euros). Es una cuestión de simple lógica que si tengo una manzana hoy, y mañana paso a tener dos, eso significa que he sido más productivo en términos de manzanas. Si al día siguiente paso a tener tres manzanas implica que mi productividad se ha multiplicado por tres, desde una situación original en la cual no tenía ninguna manzana. Esto es tan simple que hasta el niño más atrasado en la escuela puede entenderlo a la perfección.
Ahora bien, si tengo dos manzanas y el gobierno me cobra una de impuesto, me queda una manzana, no dos ni menos aun tres!!. No soy "mas" productivo después del impuesto .sino menos! La cuestión no cambia en nada si en lugar de dos manzanas estuviéramos hablando -por ejemplo- de dos millones de dólares. La aritmética funciona igual en este último caso, de tal suerte que si tengo dos millones de dólares y el gobierno me cobra un millón en impuestos, me queda un millón, no los dos, ni menos aun tres millones como dicen los gobernantes nórdicos o europeos para justificar sus políticas de expoliación al sector productivo de la economía. Porque, después de todo, de esto se trata el impuesto: de expoliar al sector productivo de la economía que se vuelve cada vez mas improductivo en la medida que la expoliación continúe, y dejará de ser productivo en la exacta medida en que la expoliación del gobierno no sólo se perpetúe sino que se acreciente.
En suma, cobrar más a los ricos empobrece más a los pobres. Esto lo vemos por todas partes. Vale el ejemplo de las manzanas.... y toda la estadística e historia económica del mundo. Ningún país se ha "desarrollado" en base a impuestos. Si no todo lo contrario. Lo que resta no puede sumar!
Hoy en día es frecuente citar el caso de China como país que "progresa" en base a un sistema intervencionista, mixto o hibrido, que combina "políticas" capitalistas con socialistas. Pero es un gravísimo error suponer que China haya prosperado "por aplicar una mezcla" de políticas capitalistas/socialistas, es decir, aplicando intervencionismo. La lectura correcta del caso chino es que ese país hoy mejora "A PESAR" de la "mezcla" y no "POR", o "DEBIDO A" ella. Son cosas diferentes.
Primero, porque -vuelvo a repetir- el capitalismo no es una "política". Es un sistema económico. Son  cosas diferentes. China "adelanta" porque aplica algunas pocas medidas capitalistas (tímidas aperturas al comercio exterior por sobre todo). Y no por su "mezcla" con otras socialistas. Y ese "prosperar" es muy pobre en comparación a lo que lo sería si hubiera más capitalismo en China (lo que en otras palabras implicaría: más libertad, más propiedad privada, más economía libre, etc.).
Por lo demás, a nosotros no nos interesan los "países" como entelequias. Nos importan los pueblos, la gente, las personas, los seres humanos en una palabra. Los "países" en rigor no existen. Son ficciones, hipóstasis, entidades -en última instancia- mentales. Las que existen son las personas, los seres humanos reales y concretos. Esto es lo que nos concierne al pro-capitalista como yo. No los estados-nación. Aclaro esto porque (más allá de las diferencias conceptuales en materia política-jurídica) entre los vocablos "país", "estado", "nación", etc. con estas expresiones vulgarmente se aluden a los gobiernos exclusivamente. Lo que sucede aun cuando se utilice el nombre específico de un determinado país. Así, cuando la gente dice cosas como por ejemplo "Francia arribó a un acuerdo comercial con Alemania", lo que en realidad se está queriendo decir es que "El gobierno francés llegó a un acuerdo comercial con el gobierno alemán" que -por otra parte- designa correctamente el hecho real enunciarlo de este último modo. Formularlo así deja abierta la posibilidad a pensar que, tanto el pueblo alemán como el francés podrían -en realidad- estar en contra del mentado "acuerdo" entre sus dos gobiernos (cuestión que -por lo general- se da con harta frecuencia).
Es crucial en este último sentido que la propiedad privada pertenezca al pueblo y no al estado-nación.
           Tanto desde el relativismo epistemológico (que tan bien refutara Ludwig von Mises) como desde el constructivismo (hecho trizas a su turno por el Premio Nobel, Friedrich A. von Hayek) se quieren relativizar los hallazgos notables de la Escuela Austriaca de Economía, parte de los cuales consisten en lo que hemos venido enumerando en los párrafos precedentes. Pero el mérito de esta escuela ha residido justamente en dar por tierra con los sofismas relativistas y de la pléyade de ingenieros sociales que pueblan las cátedras y gobiernos del mundo. 
 

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