Sin sistema de partidos emergen coaliciones personales
Javier Cubillas
Analista de Asuntos Públicos, Fundación Atlas para una Sociedad Libre.


El cierre de listas para candidaturas legislativas a nivel nacional nos muestra una vez más la fragmentación de los partidos nacionales históricos  y la consagración de una red de articulaciones político-electorales de profunda raigambre pragmática. No hay hoy, prácticamente, a nivel nacional, organizaciones jerárquicas con fines electorales sino más bien un entrecruzamiento en red de actores con buena imagen pública y vocación transversal. Increíblemente, es esto lo que ha vuelto competitiva a la contienda política, lejos de los dictados de manual y estudios comparados.
Como muestra, el primer ejercicio pragmático en este sentido, paradójicamente, lo realizaron en la C.A.B.A. quienes siempre fueron tenidos como idealistas, los actores de centro-izquierda para algunos o con tendencia centrista crítica para otros: http://www.lanacion.com.ar/1594562-que-candidatos-presenta-la-oposicion-en-la-ciudad-de-buenos-aires-para-las-primarias .
En el mismo sentido, y como espejo de lo anterior pero con acuerdo previo, en la provincia de Buenos Aires estamos ante la lista de Massa, como la más paradigmática: http://www.latecla.info/3/nota_1.php?noticia_id=58584 no quedándose muy atrás la lista de centro-izquierda de Stolbizer - Alfonsín, pero que mantiene limites ideológicos y gestuales: http://www.latecla.info/3/nota_1.php?noticia_id=58563
En líneas generales hay de todo, y es de esperar que esto también ocurra así, ya que es una elección legislativa en donde se puede apreciar la dimensión plural de la ciudadanía, como debería ser: http://www.lanacion.com.ar/1594875-famosos-ex-gobernadores-ministros-y-periodistas-las-sorpresas-de-las-listas. El dato no plural, que profundiza la conformación no partidaria de las candidaturas, es el reaseguro que algunos buscan con los familiares http://www.lanacion.com.ar/1595204-el-nepotismo-se-impuso-con-fuerza-en-el-cierre-de-listas
Ante todo lo narrado hasta aquí, estas suertes de coaliciones personales tienen como características intrínsecas un objetivo concreto, de corto plazo y condición resolutoria, por esto se visibilizan comunicacionalmente bajo estrategias de reacción ante la agenda k, campaña negativa, y amenaza de futuros bloqueos en el congreso, lo que permite pensar en que son de juego de suma cero, y que sufrirán seguramente del “principio de tamaño de coalición” (Downs) gracias a la amplitud de personalidades, ideas e intereses internos que las conforman. Si nos asumimos como expectantes y positivos, la variedad de integrantes aportará interlocutores para ampliar las alianzas dentro del congreso y si nos asumimos expectantes pero realistas, tendremos rápidas rupturas y desmembramientos en los bloques a la hora de las votaciones en las cámaras.
Pero, por otro lado, quizás pueda darse algo que hace mucho no se da (ojalá) y es una campaña más sustancial a la hora de discutirse cuestiones que parecieran ser abstractas pero en verdad son básicas para el juego político y la seguridad de los ciudadanos en materia democrática. Digamos, mas allá del debate sobre una de las cuestiones que más rating y valoración en encuestas tenemos hoy, como es la cuestión de la seguridad o inseguridad, según como se lo mire: (http://www.lanacion.com.ar/1594848-dos-rivales-con-llamativas-similitudes) la otra gran temática que aparenta emerger es la cuestión de la seguridad democrática. “Seguridad Democrática” entendida como el que no se permitan cambios de fondo en materia político-jurídica para una reforma de ocasión. Dicho en otras palabras, en la última elección presidencial los candidatos no tuvieron como parte de su oferta electoral la convocatoria futura y expresa al voto para una eventual reforma constitucional, por lo tanto, que hoy quien es presidente electo por otras razones y valores, entienda que puede ir por la reforma constitucional supone sobrepasar las bases que legitimaron su voto hace 2 años atrás, en un escenario institucional que no cambio ni justifica tal medida. La diferencia sustancial que hay que visibilizar, para entender esto, es que la “legitimidad de origen” (votos) no puede/podría ser más amplia que la “legitimidad de gestión” (políticas públicas) en la medida en que no hay un escenario de excepción o de justificación razonable para avanzar en tal sentido.
Por esto, es un escenario electoral en donde lejos de tener en competencia a partidos nacionales con plataformas programáticas claras y sostenidas, y en donde el Poder Ejecutivo Nacional se encuentra con indicadores de gestión e imagen en baja, y en las puertas de convertirse en un pato rengo, el escenario debería hacernos pensar que lejos de encontrarnos ante futuros escenarios de previsibilidad y estabilidad navegaremos aguas complejas con discusiones que pueden trastocar cuestiones de fondo. Esperemos y exijamos entonces que muchas de estas se den con la constitución en la mano y no con falacias y gestos a lo Herminio Iglesias  Tres décadas de democracia ya nos exigen algo más.
 

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