Dolarización vs.“Cubanomics”
Rafael Marcano

Economista – Abogado. 



En días recientes, el tema de la dolarización de la economía venezolana ha venido ocupando un lugar de preeminencia en los medios como consecuencia del acuerdo entre el régimen y la empresa Ford Motors Company en virtud del cual, ésta venderá automóviles en el mercado interno cotizados y pagaderos en USA$; motivo por el cual, sólo quienes tengan o hayan tenido acceso a esa divisa podrán adquirir carro nuevo. Caben las justificadas dudas acerca de si bienes y servicios inherentes se cotizarán y pagarán en la misma divisa v. gr.: financiamiento, autopartes, repuestos, pólizas de seguro, etc... Siguiendo el razonamiento de que lo accesorio sigue a lo principal, habría que inferir que todos estos, tarde o temprano, los tendremos en dólares.

Existe el precedente de los pasajes aéreos internacionales que sólo se venden en moneda americana. La razón es que la posición en divisas del régimen se quedó demasiado corta y las pocas que tiene las prioriza según su “saber y entender”. Es, en suma, la misma razón por la que no otorga divisas a las empresas ensambladoras como la de marras.

Ya se han escuchado versiones que especulan acerca de la aplicación de las mismas medidas con las mercancías de las líneas blanca y marrón, con lo que la adquisición de bienes para el hogar se convertiría en algo impensable porque el costo reflejaría el valor “SIMADI” del USA$ (hoy casi 200BsF) o aun peor, el del mercado paralelo (hoy aproximadamente 288BsF).

Pasajes aéreos, automóviles, mobiliario, etc., transables en moneda extranjera ha hecho pensar a muchos comentaristas y articulistas que estamos dando los primero pasos hacia una dolarización de la economía venezolana, lo que traería consigo un alivio inflacionario casi inmediato, algo bueno pero insuficiente para retornar al camino del crecimiento en libertad.

Pero debo advertir al respetado lector que esto no es dolarización. Para que haya tal cosa, por lo menos deben unificarse previamente los múltiples tipos de paridad (debe ser uno y sólo uno) y derogar el control cambiario y del resto de los precios, para así dejar que el mercado encuentre una tasa de equilibrio, y entonces, en tal circunstancia, sustituir todo el circulante local por la divisa escogida; y de eso estamos lejos y alejándonos.

Entonces, ¿hacia dónde nos llevan?: ¡hacia Cuba! y ya estamos llegando. Chávez nos lo dijo desde sus comienzos y muchos no quisieron creerle cuando sin disimulos anunció que íbamos al “mar de la felicidad”.

Los cubanos, señores míos, hasta hace relativamente poco, apenas podían comprar con sus devaluados Pesos NO CONVERTIBLES algunas pocas cosas que el gobierno les asignaba intermitentemente. Sin embargo, algunos que poseían moneda extranjera podían darse el lujo de adquirir bienes de cierta calidad en las tiendas para turistas, visitantes ilustres, diplomáticos y militares. Por analogía, estas categorías se asimilan a quienes de ahora en adelanteen Venezuela podrán adquirir pasajes internacionales, vehículos automotores, y casi seguramente, mobiliario, equipos de sonido, computadoras, etc.

Cabe destacar que aquellos Pesos representan los salarios de explotación que el Estado cubano, como monopsonio del factor trabajo, concede a los trabajadores. Por ello debe considerarse ese pago como un precio público y como tal, fundamentado en motivaciones políticas más que económicas y de eficiencia; ergo, injusto (cualquier parecido con nuestra realidad NO es mera coincidencia).Más tarde, la dictadura comunista emitió una moneda convertible llamada “CUC” que le ha permitido al régimen aliviar la presión social. 

No nos extrañe, pues, que por la autopista que vamos a toda velocidad hacia Cuba, a mediano plazo queramos entrar a alguno de nuestros conocidos centros comerciales y no podamos hacerlo por no disponer de divisas o por no ser diplomático, visitante ilustre o militar. Tampoco nos sorprendamos si al régimen se le ocurre la idea de decretar la inconvertibilidad del Bolívar creyendo, erradamente, que así se reducirá la presión sobre el Dólar libre.

¡Venezuela agoniza!
 

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