Hacer vivir al ser que somos
Elena Valero Narváez
Historiadora, analista política y periodista. Autora de “El Crepúsculo
Argentino. Lumiere, 2006. Miembro de Número de la Academia Argentina de Historia.
Camus, en
“El Hombre Rebelde” propone que en vez de morir y matar para crear el ser que
no somos, como hacen los revolucionarios que pretenden crear un “hombre nuevo”,
deberíamos vivir y hacer vivir al ser que somos.
La opción
señalada por el gran escritor es la que coincide con las ideas predominantes en
los países donde se afianzan los derechos individuales y civiles y por lo tanto se está a salvo del fanatismo religioso y del poder omnímodo que
imponen los dictadores.
Vivir, esta
reñido con la muerte y la violencia; el ser humano no está destinado a ser
guerrero porque la naturaleza dista mucho de ser pródiga y la mayoría de lo que
se necesita para hacer perdurar la vida se hace o construye cuando reina la paz,
con esfuerzo y trabajo. Juan Bautista Alberdi llamaba, con razón, crimen a la
guerra, porque destruye a las personas y a sus bienes.
Pero no solo
en la guerra se mata y se muere, también
en épocas de paz ello sobreviene cuando la libertad personal, la justicia, los derechos
individuales, la autonomía personal se ven menoscabadas.
Leyes sociológicas
demuestran que el poder siempre tiende a crecer
a hacerse absoluto, es por eso que después de miles de años de sufrir al
absolutismo, el hombre buscó la manera de limitarlo.
En muchos
países, también en Argentina, se ignoran las consecuencias prácticas o sea los
desastres sociales que surgen de políticas que olvidan la ética liberal y la
institucionalidad que surge de ella. Es así como aún tiene buena prensa el
terrorismo “idealista”, darle enormes grados de poder a los gobernantes,
permitir que avance el Estado sobre la sociedad civil y la destrucción de la
economía capitalista.
A todos les
gusta la libertad y a pocos la responsabilidad que disfrutarla exige. Es así
que se prefieren las subvenciones y prebendas en lugar del trabajo, la
corrupción y la impunidad en vez de la honestidad y la justicia.
El camino
que no pone vallas a todo lo que atenta contra el “hacer vivir al ser que somos”
es inhumano. La única manera de crecer
como personas es vivir en un ambiente de democracia liberal republicana lo cual
permite el desarrollo de las personas
con instituciones que les ordenan ejercer sus derechos sin molestar los de sus
semejantes. Ello implica rechazar la
libertad absoluta y aceptar el imperio de la ley.
En la
actualidad, para quienes llevan en sí, preformado el hueco mental donde la
verdad puede alojarse - como bien decía Ortega y Gasset- los países con muy
buena calidad de vida, les dan la receta servida.
Para hacer
vivir al ser que somos, se necesita que la gente aprenda a gozar de la libertad
con las consecuencias que implica hacerse cargo de las propias decisiones.
Aceptar gozar de los logros y, también, las frustraciones que trae aparejado el
fracaso, cuando uno se equivoca al elegir los medios para alcanzar las metas deseadas.
Se podría
hacer realidad la propuesta de Camus en
nuestro país, eligiendo a quien esté decidido a aceptar gobernar con la
Constitución en la mano para encaminarnos hacia el respeto irrestricto de la
propiedad y las personas. Es la única manera de que el Estado se restrinja a
ejercer solamente las funciones que le son propias y de que se creen las
condiciones que permitan desarrollar una
economía capitalista para que no se fomente artificialmente las empresas y, de
esa forma, nos cueste menos salir del gobierno kirchnerista formado por
políticos y funcionarios públicos que no solo se equivocaron de sistema sino
que también se enamoraron del poder absoluto.
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