Sensatez, razonabilidad, sentido común y lógica en la acción humana y en la economía
José Verón

Se ha dedicado a investigar en las ciencias sociales, especialmente en el derecho, la economía, la administración, la psicología social y  el periodismo.  Su actividad principal es la docencia, en la que ejerce desde 1997, y la mediación, desde 2002.



Predominan los análisis praxeológicos sofisticados. Esto es decir, no nos conformamos con categorías simples y sencillas para estudiar la acción humana (praxeología), ni tampoco nos bastan las categorías simples y sencillas para el estudio de la economía y el mercado, específicamente (cataláctica), donde también los análisis y las conceptualizaciones están revestidas de una sofisticación y una sutileza, a veces—quizá—un tanto excesiva, o innecesaria
 
      Sin embargo, esta, por así decirlo, “bien” y es epistemológicamente correcta esta sofisticación y esta sutileza; se supone que, de esta manera, la actividad científica en el campo avanza y se la dota de mayor “complejidad” y profundidad en sus aproximaciones. A veces, también tenemos que tener “cuidado”, de no caer en lo “complicado” sin más por buscar llegar a lo “complejo”. Pero en general se puede sostener que no es un error buscar la complejización de los análisis y las conceptualizaciones y teorizaciones
 
    Ahora bien, esto, no nos autoriza a olvidarnos, soslayar y dejar de lado, aquellas categorías más elementales y básicas, más sencillas, que cualquier análisis de realidad, personal o social, debería incluir primeramente y a priori, antes de rebuscar en tópicos complejos; y sabiendo, además, que estas categorías sencillas son imprescindibles, ineluctables y necesarias para cualquier estudio o análisis de realidad, y que su olvido, o desatención, suscita graves distorsiones e inconvenientes, siendo caldo de cultivo de problemas y conflictos de todo tipo. Nos referimos aquí a las categorías elementales de lo razonable, lo lógico, lo sensato, y lo que tiene o está dotado de sentido común. Todo lo cual a veces se soslaya demasiado  
 
     Es que tanto en la praxelogía como en la cataláctica o mercado (L. Von Mises et altri,1881-1973 ), siempre es de buena práctica no olvidar y tener presente, en los estudios y análisis, a estas categorías elementales, no por “elementales” menos importantes, y centrales para una adecuada y cabal comprensión de las cosas, de lo real y de la realidad. Y esto aplica, tanto personal como socialmente, en nuestra vida comunitaria, política e institucional
 
      Y precisamente, muchos de nuestros policy-makers parecen manejarse en abstracción y a veces hasta considerando de importancia “despreciable”, a estas categorías elementales, puesto que las conductas, las medidas que se toman, y las intervenciones en la cosa pública, parecen cualquier cosa menos que estén con arreglo a la razonabilidad, la lógica, la sensatez y el sentido común. Y así resulta que terminan siendo galimatías incoherentes y muchas veces hasta inconsistentes, a veces “empeorando” en vez de “mejorar” el estado de cosas; contradiciendo así un criterio básico de la gestión, esto es, pasar de un estado de cosas “menos favorable” a otro que sea “mas favorable”
 
Por ejemplo, ¿Tiene “lógica” no dejar subir un poco el tipo de cambio, para exportar más, cubrir el mercado interno también, y generar divisas?   ¿Y, en cambio, instalar restricciones cuantitativas a la venta de divisas, con controles propios de un estado policiaco?
 
      También, ¿Es de “sentido común” ampliar desmedidamente el gasto público, cuando ya no se lo puede financiar, generando y agravando un déficit fiscal que, en algún momento, tendrá que ser corregido, quizá gravosamente?
 
      Y también, ¿Es “razonable” apurar cambios de legislaciones y codificaciones trascendentes (código civil y comercial, procesal penal, etc.), que percutirán mucho en la economía, por un gobierno que es como que esta de salida—estamos a fin de ciclo-- y cuando de aquí a unos meses será distinta la configuración de fuerzas, las mayorías y el presidente? ¿No sería mejor que se trate y se debata en ese momento posterior, en el renovado inicio de un nuevo ciclo político, institucional y económico? 
 
     ¿Tiene “sensatez” la política de no frenar con efectividad la inflación (léase fundamentalmente políticas monetarias), dejando que se agrave o que la frene algo la recesión, y generando y no contrarrestando los dolorosos y perniciosos efectos de la inflación, sobre el tejido social?
 
    Claro que la cuestión es más compleja que lo que nos aportan la sensatez, la razonabilidad, el sentido común y la lógica. Indudablemente. Pero, por favor, no nos olvidemos y tengamos también en cuenta a estas categorías elementales, no por elementales menos importantes, a la hora de pensar las directrices y las actuaciones, tanto de gestión pública macroeconómica e institucional, como, también, a la hora de pensar y gestionar nuestra vida.
 

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