Pensando a quién votar….
Elena Valero Narváez
Historiadora, analista política y periodista. Autora de “El Crepúsculo
Argentino. Lumiere, 2006. Miembro de Número de la Academia Argentina de Historia.
Cuando emitimos el voto, si somos mínimamente
racionales, lo hacemos pensando en que podemos mejorar. Es por eso que entre
los candidatos elegimos al más potable, al que representa ideas y proyectos,
según nuestro criterio, mejores.
En un año electoral, los argentinos miramos con
atención a quienes serán los próximos gobernantes. Como las ideas se encarnan
en personas, la gente pretende desnudar a los candidatos, saber que piensan y
qué proponen. Ellos se esfuerzan durante
la campaña en parecer atractivos a la mayor cantidad de sufragantes. Para gobernar, tienen que llegar al poder,
condición sine qua non, por lo tanto
evitan decir todo lo que puede desagradar. Es así como escuchándolos pareciera
que el mundo es fácil y que son posibles las utopías.
Sin embargo, si uno fija mejor la mirada, aunque se
haya pasado una década donde se imitó el pasado peronista -el de 1946-1955- ha habido un cambio cultural que se expresa en
muchos de los políticos que se presentarán en las próximas elecciones.
Un ejemplo paradigmático es el Partido Radical:
varios de sus dirigentes han cambiado las ideas que tenía Raúl Alfonsín Ven más
clara la realidad, han aprendido que no pueden rechazar el subsistema económico
capitalista y que éste se desarrolla
bien sólo con un marco institucional adecuado
que permita al Estado desempeñar
bien el papel de ayudar al sector privado con reglas claras y perdurables. También
que deben aliarse si quieren alcanzar el
poder Es así como se ha podido conformar una alianza con el Pro, partido con
ideas más liberales.
El peor de los peligros para Argentina es que vuelvan
al gobierno los burócratas, que intenten
salvarnos con dirigismo económico y dando dinero ajeno a grupos
empresarios. No hay que dar “peaje” para
las ventajas de los amigos del poder.
Mauricio Macri a quien se están acercando las
fuerzas cercanas al centro, se está perfilando como el mejor candidato. Es
cierto que su discurso a veces es contradictorio con declaraciones liberales
que hizo en un pasado reciente. No habla de abandonar los planes y subsidios,
ni de privatizar a pesar de representar el cambio del modelo kirchnerista. Es
parte de la estrategia que todos los candidatos tienen de acercar también a los
kirchneristas desilusionados, pero temerosos, de que se les quite los puestos y
planes que con irresponsable generosidad les ha dado el Estado.
Pero ya lo hemos visto gobernar en la ciudad. Y
realmente ha producido una gestión mejor que sus antecesores. También
representa la tolerancia en la política, el respeto por el sistema de partidos.
Es visto con buenos ojos por el capital internacional e inspira mucha más
confianza que los otros candidatos.
Si Macri logra alianzas que
le permitan llegar a la presidencia con sectores afines, puede abrirse un camino saludable para
los argentinos. No es fácil la salida por la pesada herencia que el gobierno
actual deja, pero, sin duda, asegura también, opinión pública sin control del
estado, seguridad jurídica y gobierno limitado, el ambiente adecuado para resolver
los problemas.
El cambio del que habla Macri es regresar a la
Constitución liberal de la que nos alejamos. Los derechos individuales se han
comprimido y la consecuencia más grave la representa la muerte de Alberto
Nisman producto de la represión a la libertad de expresión.
El modelo kirchnerista
no es posible continuarlo en una sociedad de alto grado de complejidad como la nuestra. Las personas reclaman la
posibilidad de cuestionar, contestar y criticar al Gobierno y éste tiene que
tolerar las opiniones divergentes respecto de su liderazgo.
No se puede prolongar un gobierno autoritario que cierra la sociedad
y se opone al desarrollo de los mercados que diversifican los intercambios humanos en todos los niveles.
En las próximas elecciones decidiremos si dejamos de imitar la
experiencia venezolana donde - como en todos los socialismos- escasea el
conocimiento y la creatividad, reina la cerrazón intelectual acerca de los
cambios y todos terminan siendo soldados
de la burocracia gobernante.
La alternativa es seguir un rumbo lo mas liberal
posible. No hay otra salida si queremos mejorar. Seguramente -no creo en las
utopías- los mercados no serán totalmente libres. Lo importante es que el marco
normativo perfeccione los intercambios, que no los perjudique.
Debemos aceptar, sin embargo, que por más que nos
afanemos la mayoría de las relaciones
humanas nunca serán idílicas debido a
que el ser humano es misterioso en
su peculiaridad y fantástico en sus
necesidades y creaciones. Pero, podemos estar seguros de que el desarrollo del
mercado no puede traer pobreza, sí crisis Pero de ellas, por lo general,
aprendemos.
Tenemos éste año la posibilidad de un cambio; dentro
de las limitaciones razonables podemos, con nuestra elección, optimar la
calidad de vida. El gran tema en Argentina es si sabremos aprovechar la
oportunidad que las elecciones nos brindan de rechazar las políticas que han
fomentado el asistencialismo y el paternalismo.
La transferencia de recursos de un grupo a otro, según el omnipotente
criterio de los gobernantes, nos está
haciendo depender de los caprichos del Ejecutivo, poder al que ya hemos
comenzado a temerle. De ello a la dictadura hay un paso.
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