Propiedad, políticas públicas y globalización
Gabriel Boragina
Abogado. Master en
Economía y Administración de Empresas. Egresado de ESEADE (Escuela Superior de
Economía y Administración de Empresas). Autor de numerosos libros, entre ellos:
La credulidad, La democracia, Socialismo y Capitalismo, La teoría del mito
social, Apuntes sobre filosofía política y económica, etc. como sus obras más
vendidas.
"Conviene, para responder preguntas que tienen que ver con políticas públicas, es decir, con acciones tomadas por los gobiernos, y la globalización es una de ellas, contar con algunos parámetros que nos permitan calificarlas. Desde la perspectiva liberal esos parámetros están muy claros: libertad y propiedad. Las políticas públicas serán correctas si se practican a favor de la libertad individual (no hay otra) y de la propiedad privada (no hay otra): en el campo de la economía, concretamente, de la libertad para emprender y consumir, y de la propiedad sobre los ingresos, el patrimonio y los medios de producción. Las políticas públicas incorrectas atentan contra la libertad y la propiedad, por ejemplo, contra la libertad para consumir si se prohíbe la importación de determinadas mercancías y, por ello mismo, contra la propiedad de las mercancías extranjeras cuya importación está prohibida. Desde este punto de vista lo que importa, al menos en primer instancia, es la libertad y la propiedad, no, por ejemplo, el crecimiento económico o el desarrollo social".[1]
Lamentablemente, como ya hemos expuesto en un sinfín de ocasiones, las políticas públicas suelen orientarse en un sentido contrario al que indica el autor citado antes. Como han destacado Profesores de la talla de Ludwig von Mises y muchos otros, las acciones de los gobiernos -en tanto se las denomine "políticas públicas" o de otra manera-, se emplazan (en prácticamente todos los casos) hacia la adopción de medidas intervencionistas, es decir, precisamente contrarias a la libertad y a la propiedad en el sentido en que las describe el autor en comentario. Es que el problema de fondo reside en el poder, que no de modo casual tiende a concentrarse en manos de los gobiernos, y que por distintas razones no ha podido ser limitado, excepto en una muy escasa medida, pese al esfuerzo que han hecho muchos países en el curso de la historia, sobre todo en Occidente que es -a no dudarlo- donde más se han empeñado los defensores de las ideas liberales en tratar de limitar ese poder. Las "políticas públicas" podrían llegar a ser útiles si su diseño y materialización se encontraran a cargo de personas y organizaciones civiles, lo que hemos denominado la sociedad civil en oposición a la sociedad política. Pero no es lo que habitualmente sucede, desafortunadamente, sino que se da el caso inverso en el que la sociedad política impone su impronta sobre la sociedad civil.
"La globalización es llevada a cabo por los gobiernos, de tal manera que la misma forma parte de las políticas públicas y debe calificarse en función del efecto que tiene sobre la libertad individual y la propiedad privada. Desde este punto de vista, ¿cómo calificarla? Positivamente, por una razón muy sencilla: si la globalización es el proceso por el cual disminuyen y desaparecen las prohibiciones que los gobiernos levantan a las relaciones entre personas de distinta nacionalidad, prohibiciones que por definición limitan o elimina la libertad individual y la propiedad privada, la globalización es un proceso de liberación, una transformación a favor de la libertad individual y, en su aspecto económico, a favor de la propiedad privada, tanto de los productores como de los consumidores."[2]
En realidad, y como bien lo ha explicado el Dr. Alberto Benegas Lynch (h) entre otros, la globalización se trata de un fenómeno que es llevado a cabo A PESAR de los gobiernos y no "gracias" a ellos. Por supuesto que, bien sabemos que el término globalización se ha prestado -y se sigue prestando- a diferentes interpretaciones pero, acompañando la postura del Dr. Benegas Lynch (h), creemos que la mejor definición es la que identifica la globalización con lo que la economía clásica siempre ha denominado librecambio o libre comercio, de tal suerte que, el vocablo globalización no vendría a ser más que un nuevo término para designar un fenómeno que ya había sido estudiado por los economistas clásicos y neoclásicos, y que en tal sentido hoy resulta muy limitado, en virtud de las múltiples trabas al comercio exterior que existen en la mayoría de los países del mundo, dada la proliferación de barreras arancelarias y no arancelarias, y -en general- del predominio de teorías como la del proteccionismo en materia de comercio internacional, que reducen -y hasta tienden a anular- cualquier vestigio de globalización. Es por ello más correcto decir que la mayor globalización que hoy pueda llegar a observarse es debida a las fuerzas del mercado más que a deliberadas "políticas públicas".
En rigor, las "políticas públicas" se encaminan más a la violación de la propiedad que a su defensa, y por eso bien se ha dicho al respecto que:
"La propiedad puede violarse tomando el producto que cualquier propietario debe a sus tierras, a sus capitales, o a su trabajo. La propiedad se viola poniendo frenos al libre uso de las propiedades, pues las leyes establecen que la propiedad implica el derecho de uso. Igualmente, la propiedad es violada cuando se obliga a un propietario a cultivar algo, o a impedirle hacer cierto cultivo. Cuando se fuerza cierto modo de cultivo, o se prohíbe. También se viola la propiedad cuando se niegan ciertos usos del capital o maneras de invertir. Cuando se prohíbe la construcción sobre sus tierras, o se le impone una manera de construcción. Hay violación del derecho de la propiedad cuando después de invertir en una cierta industria la autoridad prohíbe esa misma industria, o se le imponen impuestos tan grandes que son iguales a los de una prohibición. Es violación de la propiedad el prohibir el uso de las facultades humanas y la aplicación de sus habilidades y talentos, a excepción de cuando ellos son usados en contra de los derechos de terceros. Viola a la propiedad el hacer que un hombre se dedique a ciertas actividades cuando él considera de más provecho dedicarse a otras labores, por ejemplo, obligándole a realizar un servicio militar."[3]
[1] Arturo Damm Arnal "¿Cómo vencer los obstáculos hacia un mundo globalizado, sin fronteras? El argumento moral a favor de la globalización" Fundación Friedrich Naumann (FFN)-Oficina Regional América Latina. Pág. 10-11
[2] Damm A. ídem. pág. 11-12
[3] Eduardo García Gaspar. Ideas en Economía, Política, Cultura-Parte I: Economía. Contrapeso.info 2007. pág. 66
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