Socialismo, la demagogia del iluminismo
Armando Ribas
Abogado, profesor de Filosofía Política, periodista, escritor e investigador. Nació en Cuba en 1932, y se graduó en Derecho en la Universidad de Santo Tomás de Villanueva, en La Habana. En 1960 obtuvo un master en Derecho Comparado en la Southern Methodist University en Dallas, Texas. Llegó a la Argentina en 1960. Se entusiasmó al encontrar un país de habla hispana que, gracias a la Constitución de 1853, en medio siglo se había convertido en el octavo país del mundo.


   “En este mundo traidor, nada es verdad ni es mentira, todo es según del color del cristal con que se mira”. Perdón que traiga nuevamente a la palestra las palabras de Don Ramón de Campoamor, pues el tema está pendiente, en virtud de la sabiduría de la demagogia para enrojecer el cristal. Y así el socialismo queda como el resultado del oscurantismo de la razón que surgiera del Iluminismo. Pero mi discrepancia con el autor de ese paradigma, no es que la verdad no exista, sino la falacia de la vertiente racionalista que ignora el empirismo y surge la Diosa Razón. O sea el racionalismo.
 
    Así lo reconoce Peter Drucker cuando dice: “No puede negarse que la Ilustración y la Revolución Francesa contribuyeron a la libertad en el siglo XIX. Pero su contribución fue totalmente negativa. Existe una línea directa desde Rousseau hasta Hitler, una línea que incluye a Robespierre, Marx y Stalin”. Y yo me permito agregar a Kant y a Hegel. El primero negaba el derecho a la búsqueda de la propia felicidad, pues se hacía por interés y por tanto era deshonesto, y por la misma razón quedaba descalificado éticamente el comercio. Y seguidamente Hegel consideró la guerra como el momento ético de la sociedad y por tanto el individuo no tenía más razón de ser que su pertenencia al Estado. Y en el ámbito político permítanme no descartar a Fidel Castro, hoy sublimado por Obama y Francisco.
 
    En virtud de las anteriores consideraciones creo que es evidente la falacia consuetudinaria de la Civilización Occidental y Cristiana, e ignorar que si de Europa hubiese dependido la libertad, hoy seríamos nazis o comunistas. En virtud de las anteriores observaciones debo insistir en la falacia de la Civilización Occidental, a fin de comprender la realidad del mundo en que vivimos. El pensamiento que cambió la historia del mundo se inició con Locke, Hume y Adam Smith, que se pusiera en práctica por la Glorious Revolution de 1688, y fue llevado a sus últimas consecuencias por los Founding Fathers en Estados Unidos a partir de la Constitución de 1787.
 
    Lo dicho anteriormente tiene por objeto rescatar las ideas que lograron la libertad por primera vez en la historia, y consecuentemente la creación de riqueza. Tal como reconoce William Bernstein, hasta el siglo XVIII el mundo vivía como vivía Jesucristo. No obstante esa realidad la percepción política  del mundo Occidental influenciada por Marx, descalifica éticamente al sistema en nombre de la falacia de la igualdad. Aun más, al país al que le debemos la libertad en el mundo, se le descalifica como imperialista.
 
    El socialismo se ha apropiado del pensamiento de Marx vía Eduard Bernstein, quien en 1899 en discusión con Lenin propuso que el socialismo se podía alcanzar democráticamente. Y ahí tenemos la Social Democracia y la Democracia Cristiana que prevalecen políticamente en Europa ante la crisis que han producido. No obstante ello como sostuviera The Economist: “El problema europeo es el sistema y el que lo quiere cambiar pierde las elecciones”.
 
     Como prueba ineludible de esa realidad analicemos la reciente evolución de los principales países de la Unión Europea: Alemania, Francia, Italia, España e Inglaterra. En la década del sesenta la economía alemana creció a la tasa del 4,51% por año y el gasto público fluctuó entre el 12% del PBI en 1960 y el 23% en 1970; En Francia la economía creció a la tasa del 5,6% por año y el gasto público fluctuó alrededor del 17% del PBI. En Italia la economía creció un 5,7% por año y el gasto público fluctuó alrededor del 17,6% del PBI; en España la economía creció a la tasa del 7,3% por año y el gasto público promedio fue de un 12,4% del PBI. Por último en Inglaterra la economía creció tan solo un 2,8% por año y el gasto se elevó al 29,2% del PBI.
 
    Ya en esta primera etapa podemos ver que Inglaterra fue la que tenía el gasto público más elevado y consecuentemente fue la que menos creció. Pero veamos ahora lo ocurrido entre el 2007 y el 2014. De nuevo empecemos con Alemania que en el período creció a la tasa del 0,6% por año y el gasto promedio se elevó al 46,4% del PBI. En Francia el crecimiento se redujo al 0,13% por año y el gasto promedio del período se elevó al 56,2% del PBI.; en Italia la economía cayó un 9,6% en el período y el gasto promedio se elevó al 50,96% del PBI. En España se produjo un hecho similar. La economía se redujo en 4% en tanto que el gasto alcanzó al 43,7% del PBI. Y por último el proceso británico se asemeja y la economía prácticamente se mantuvo en el mismo nivel que en  el 2007 en tanto que el gasto se elevó al 46,8% del PBI.
 
    Visto lo que antecede no podemos menos que concluir que el socialismo determina la pobreza bajo la falaz bandera de igualar los ingresos. Pero no obstante ello tal como lo señala Stefan Theil en su Filosofía Europea del Fracaso la educación en Francia y Alemania ignora esta realidad. Así dice: “Los alumnos franceses no solo están recibiendo esta clase de comentarios prejuiciosos de la destrucción ocasionada por el capitalismo, sino además están aprendiendo que el progreso económico es la causa principal de los males sociales”. Rousseau está presente. Pero aun más, tanto en Francia como Alemania se enseña: “El capitalismo mismo es descrito en varios puntos en el texto como, brutal, salvaje y americano”.
 
    Esa es la Civilización Occidental que por supuesto trasciende a nuestro continente al sur del Río Grande en la que se ignora que la negación del mal llamado capitalismo implica el desconocimiento de los derechos individuales, y cuando ello ocurre se pierde la libertad y aumenta la pobreza. Cuando el gasto público alcanza al 50% del PBI o lo supera como el caso actual de Argentina se está violando el derecho de propiedad. La evolución de la economía europea muestra claramente que cuando aumenta el gasto público cae la tasa de crecimiento económico, pero está visto la sagacidad del socialismo, la demagogia del Iluminismo, para enrojecer el cristal  y lograr el enriquecimiento desde el poder político llorando por los pobres.
 

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