Cambiamos la cultura del mérito por la justificación de la necesidad
Rogelio López Guillemain

Autor del libro "La rebelión de los mansos", entre otras obras. Médico Cirujano. Especialista en Cirugía Plástica. Especialista en Cirugía General. Jefe del servicio de Quirófano del Hospital Domingo Funes, Córdoba. Director del Centro de Formación de Cirugía del Domingo Funes (reconocido por CONEAU). Productor y conductor de "Sucesos de nuestra historia" por radio sucesos, Córdoba.



"Es señero en considerar como agravante de la pena las altas condiciones culturales, educativas y sociales de los imputados. Es un fallo novedoso, me siento satisfecha", dijo la fiscal Mónica Cuñarro en referencia al juicio en el que se le agravaron las penas a 4 delincuentes "porque eran universitarios, pertenecían a familias con dinero y podían tener otra opción que el delito".

La otra cara de la moneda es el caso de Gastón Aguirre, el famoso "motochorro" que fue liberado por la Cámara del Crimen, al entender que siempre estuvo a derecho en el expediente, que no hay riesgo de fuga y que la condena anterior que registra ya está cumplida.

Aguirre fue procesado por el delito de tentativa de robo agravado por el uso de arma cuya aptitud para el disparo no pudo ser acreditada (o sea que si lo asaltan pida que dispare al aire al ladrón).  Además, estaba procesado en una causa por tenencia de drogas y en el 2002 fue sentenciado a ocho años de prisión por un delito contra la propiedad.

"Lo hice porque estaba mal con mi familia y al otro día era el cumpleaños de mi hijo y quería ir a verlo con plata. No tenía plata para comprarle un regalo a él. Mis causas son por robo, jamás maté ni lastimé a nadie" declaró en alguno de los varios medio de comunicación por los que desfiló este delincuente como si fuese una estrella de Rock.

Estos dos ejemplos son la muestra perfecta de como las enseñanzas del Dr. Zafaroni están destruyendo nuestra justicia, trituran la igualdad ante la ley como base de la convivencia en sociedad.  La justicia dejó de ser una mujer con sus ojos vendados y ahora en sus ojos brilla el fuego del resentimiento y su boca masculla la frase maquiavélica "el fin justifica los medios".

La sentencia de un delito cometido por un universitario es agravado por su condición de tal, mientras que el cometido por una persona con antecedentes policiales y penales, pero pobre y sin estudios, es aliviada por ese status social. Estamos perdiendo el foco.

Las leyes sólo sirven si todos somos iguales ante ellas, quien delinque debe ser tratado del mismo modo, sea rubio, morocho, cristiano, judío, hombre ó mujer.  La línea divisoria de las leyes debe ser trazada entre los que andan derechos por la vida y los que no.  Así de simple.

Esta aberración va en la misma línea de pensamiento que la marcha de #NiUnaMenos; crea brechas entre las personas en aspectos insensatos.  La raya que debe separar a los individuos es la que separa a una víctima de un delincuente y punto.  El mismo principio, pero en sentido contrario, es el que determina la ocupación de un cargo público; la regla para elegirlo debe ser el mérito y no el compromiso político o la necesidad del futuro empleado. 

Mérito y demérito son las dos caras de la misma moneda; una premia a los mejores y los mejores optimizan las condiciones de vida de todos, la otra promueve el respeto por el proyecto de vida del otro y procura la vida en paz y armonía.

Las leyes y el estado debe proteger a quienes respetan al prójimo y castigar al que no. ¿Es tan difícil de entender?

Pero los argentinos decidimos seguir los principios del comunismo marxista que reza, "de cada cual según su capacidad, a cada cual según su necesidad", al más capaz le cobramos más impuestos y ahora le imponemos sentencias más duras; al que tiene menos no le exigimos, le damos subsidios ó cargos públicos y somos misericordiosos con ellos cuando delinquen. ¿En qué momento abandonamos los principios que nos hicieron grandes? ¿en qué momento "Cambiamos la cultura del mérito por la justificación de la necesidad"?

Por último ¡Ojo! la próxima vez que cometa una infracción de tránsito ¡Tenga cuidado!  Si tiene la desgracia de tener un automóvil importado ó un doctorado en física nuclear, quizás lo sentencien a cadena perpetua.  Pero si su vehículo está en pésimas condiciones, sin seguro y es un peligro para el resto de la sociedad, y si encima es usted un "ni, ni"; ¡salga tranquilo a la calle! El país es para usted una gran zona liberada.

 

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