Que treinta y cinco años no es nada
Ricardo Valenzuela


El mundo occidental se resiste a seguir colgando a China la etiqueta de comunista. Los estándares de vida de su población se han transformado de forma indescriptible. Los ingresos de su gente se han incrementado aun en las zonas más pobres. En las zonas privilegiadas de la nación, el estilo de vida de sus habitantes podría ser la envidia de muchos países occidentales y ellos disfrutan de los lujos de primer mundo como comunicación vía satélite, el Internet, los mejores centros comerciales con productos de todo el mundo.
 
El surgimiento de esta revolución económica es el producto de su pragmático líder Den Xiao Ping, quien definía su estilo con su famoso dicho: “No importa si el gato es blanco o negro, lo importante es que sea buen cazador de ratones.”  Este gigantesco país en su momento contó también con la participación de un excelente Zar económico; Zhu Rongji, quien fuera el responsable de plasmar e implementar la visión de su mentor.
 
Sin embargo, recientemente China ha enfrentado obstáculos a su desarrollo y los revisionistas americanos se plantan para afirmar, te lo dije. Desde un principio señalamos que China tenía dos opciones: A) Continuar su manejo de autocracia política y capitalismo estatal. B) Iniciar una verdadera reforma política que incluya mayor participación de la sociedad civil, y los verdaderos mercados libres. La bolsa de valores en las últimas semanas ha sufrido una pérdida de valor de más del 30%.
 
¿Qué pasa en China? En mi opinión el análisis más cercano a la realidad es el de mi amigo Peter Schiff, economista libertario que certeramente predijera la debacle económica de 2008 ganándole una apuesta a Art Laffer.
 
Schiff afirma que el 90% de los problemas de China son de política monetaria y han sido importados de EEUU. Debido a la presión ejercida por los EEUU, los financieros chinos abandonaron la política monetaria original para colgar el yuan del dólar. Ello ha provocado tipos de interés mantenidos artificialmente bajos. Ante eso, los nuevos ahorradores chinos han buscado alternativas más atractivas y la habían encontrado en la bolsa de valores, provocando una burbuja y, en estos momentos, la sociedad presa del pánico se ha dado a la venta.
 
Por otra parte, Schiff afirma que algo que ha estado prediciendo por mucho tiempo, piensa está a punto de suceder. China ha estado comprando cantidades impresionantes de oro y se sospecha que en estos momentos deba ser el país con las mayores reservas del mundo. El piensa que se están preparando para asumir el patrón oro respaldando su moneda. Si eso sucede, el dólar y los EEUU están condenados a la mediocridad. Cierra Schiff afirmando, "he sido súper optimista del futuro de China y lo sigo siendo. Sigo pensando China es una de las más interesantes alternativas a futuro. Estoy dispuesto para aceptar otra apuesta".
 
La corrupción.
 
Uno de los problemas más graves que ha enfrentado China, es la corrupción rampante entre los miembros de su Poli Buró. ¿Por qué no se corta de tajo semejante tumor?
Pero ¿cómo se las arregló China para lograr un crecimiento tan impresionante estos últimos veinte años, a pesar de esa pesada carga que es la corrupción?. Es probable que la respuesta esté en su “selectocracia”. A diferencia de las democracias, donde los ciudadanos eligen a funcionarios del gobierno según criterios propios, en la selectocracia china, el ascenso de los funcionarios lo decide el Partido Comunista, y se basa en su capacidad de promover los objetivos principales del partido, entre los que destaca el crecimiento. Pareciera ser la corrupción es un sistema de incentivos.
La inquietud más creíble es que los intentos de terminar con la corrupción es que a los funcionarios públicos se les terminen los incentivos para promover el crecimiento. Al fin y al cabo, a mayor crecimiento, grandes rentas que los funcionarios pueden derivar mediante prácticas corruptas hacia sí mismos y hacia sus protegidos y amigos. Según este razonamiento, al eliminar estas prácticas, los funcionarios ya no podrán sacar provecho del crecimiento económico y no tendrán tantos motivos para alentarlo.
De modo que aunque en China el soborno pueda facilitar el crecimiento, hasta cierto punto, no promueve un entorno empresarial competitivo que haga posibles ganancias a largo plazo. La corrupción supone un impuesto considerable y a menudo arbitrario para las empresas, sobre todo porque quita a los funcionarios incentivos para reducir la burocracia en beneficio de todas ellas, un cambio que realmente impulsaría el crecimiento.
La campaña anticorrupción lanzada por el presidente chino Xi Jinping, que ya se cobró a muchos “tigres” de alto nivel en el gobierno, se promociona como un componente fundamental de las reformas estructurales que China necesita para crear una economía de mercado más sostenible e inclusiva. Pero muchos temen que en un país donde la actuación de los funcionarios públicos es muy importante para el crecimiento económico, eliminar la corrupción atente contra la prosperidad.
 
La posibilidad ascensos ofrece a los funcionarios fuertes motivos para colaborar en el logro de crecimiento económico. Piénsese en Liu Zhijun, ex ministro de ferrocarriles y promotor del frenesí de tendido de vías férreas de alta velocidad en China. Sus ansias de realización profesional motivaron importantes contribuciones suyas al crecimiento del PIB de China. Pero Liu también se entregó a un abuso de poder a gran escala que provocó importantes pérdidas económicas para el Estado. Su condena a muerte puede disuadir a otros funcionarios de imitar su ejemplo.
Si funcionarios corruptos pueden contribuir tanto al crecimiento ¿cuánto más otros respetuosos de las leyes? Sólo necesitan fuertes incentivos para ser proactivos. En este sentido, la “selectocracia” de China, que promete ascensos a los funcionarios más eficaces en la promoción del crecimiento, puede ser la clave que explique el impresionante historial económico del país
 
La vida continua e infinidad de fondos internacionales están aprovechando el pánico en la bolsa para adquirir papeles que han perdido porcentajes importantes de su valor. "Eso", afirma Peter Schiff, "es solamente la forma tan positiva de su visión en cuanto al futuro de China". Los inversionistas operando en China, como Schiff, afirman su seguridad de que este enorme país, pronto va iniciar esa segunda etapa inclusiva para la sociedad civil, así como continuar con las privatizaciones pendientes con estrategias distintas.
 
Los chinos históricamente han sido una raza de grandes emprendedores. En estos momentos el país navega tormentosas aguas pero Schiff no duda, navegan hacia la consolidación de su prosperidad. En la costa del Pacífico de China el experimento de Hong Kong ha sido repetido varias veces, pero lo que ellos visualizan como el modelo para el resto del país, es Guangdon en la provincia de Cantón, que han convertido en un paraíso de libertad y prosperidad—y si esa es la ruta que seguirán a largo plazo, China, en mi opinión, será la estrella del siglo XXI.
 

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