Venezuela: ¿otra generación perdida?
César Yegres Guarache

Economista. MSc en Finanzas. Profesor universitario. Director Ejecutivo de la Cámara de Comercio de Cumaná. Mención especial, Concurso Internacional de Ensayos: Juan Bautista Alberdi: Ideas en Acción. A 200 Años de su Nacimiento (1810-2010), organizado por Fundación Atlas para una Sociedad Libre.


@YegresGuarache / cyegres@udo.edu.ve




Los análisis de la historia económica de las naciones suelen estar influenciados por el presente. Es usual que los sucesos del pasado sean revisados a la luz de la actualidad y se incurra en el error subjetivo de las interpretacionesgrandilocuentes, alinterpretar lo que se vive como “la peor de las crisis”, “la mayor de las bonanzas”, “el despegue definitivo hacia el desarrollo”… Lo cierto es que sólo en épocas de dificultades es posible pensar en la necesidad de reformas o ajustes a la manera en la cual se desarrollan en una nación las actividades económicas, el rol que deben jugar el Estado y el sector privado o el grado de libertades económicas que  se le brinda a los ciudadanos.
 
En el caso venezolano, ya se han acumulado dos generaciones de habitantes que desconocen cualquier tipo de estabilidad en los indicadores macroeconómicos. En efecto, la producción interna bruta creció durante todos los años entre 1950 y 1979, de manera que cada habitante disponía de más del doble de bienes y servicios al final de ese lapso que al principio. Eso forma parte de las razones que explican las diversas oleadas de inmigrantes de diversas partes del mundo que Venezuela recibió en esa etapa. Sin embargo, desde 1980 y hasta 2013, el desempeño económico se volvió sumamente errático y la disponibilidad media por habitante se estancó.
 
En consecuencia, aún sin considerar las secuelas del terrible panorama que se ha vivido en dicho país suramericano durante los últimos 18 meses, el venezolano de 2013 poseía un nivel de vida promedio prácticamente igual alque disfrutaron sus padres o sus abuelos en 1980, en la dirección contraria del virtuoso fenómeno de movilidad social propio de gran parte del siglo XX venezolano. Ahora, la tendencia migratoria se invirtió: muchos criollos y descendientes de aquellos inmigrantes de otros tiempos dejan el país en busca de nuevos horizontes.
 
El actual parece otro de sus ya recurrentes episodios de crisis económica y social. Para muchos analistas, sin embargo, se trata del más grave de su historia contemporánea. De cualquier modo, las interrogantes son las mismas de hace 30 o 35 años: ¿Cuándo se adoptarán las medidas necesarias para que Venezuela retorne a la senda de la prosperidad? ¿Qué papel debe asignársele al petróleo en esa ecuación? ¿Qué se debe hacer hoy para que la próxima generación de venezolanos tenga un mejor nivel de vida que la actual?
 

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