El padre de la Generación de Mayo
Diego Valenzuela
Diego Valenzuela es licenciado en economía y magister en historia, y ha ejercido el periodismo durante los últimos quince años en radio, televisión y prensa gráfica. Es productor y conductor de ciclos de divulgación histórica en TV (Canal 13, TN, Encuentro) y es, junto a Eduardo Levy Yeyati, coautor del libro La resurrección. Historia de la poscrisis argentina (Sudamericana, 2007), sobre la salida de la crisis de 2001. Docente universitario en temas de historia de los medios, ha dado numerosas conferencias sobre comunicación, política e historia. Es director de la consultora Analytica, dedicada a análisis económico y político, y desde 2002 integra el Consejo de Administración de CIPPEC, la mayor ONG argentina en temas de políticas públicas. Es miembro del Consejo Argentino para las Relaciones Internacionales (CARI), y fue elegido Eisenhower Fellow 2008, ocasión en la que realizó un viaje de estudios a los Estados Unidos y la cobertura de las últimas elecciones norteamericanas.


El colegio de San Carlos, origen del pensamiento ilustrado de muchos referentes que más tarde iban a formar parte de la Generación de Mayo, fue fundado por el virrey Vértiz y Salcedo en 1783 sobre la base de lo que había sido el Colegio de San Ignacio, conducido por los jesuitas hasta su expulsión, en el año 1767. Más tarde se convirtió en el Colegio de Ciencias Morales, antecesor del actual Colegio Nacional de Buenos Aires. Estaba ubicado en la misma manzana donde hoy se encuentra éste, junto a la iglesia de San Ignacio, en Bolívar y Alsina.

Hubo un hombre que resultó crucial en este devenir que selló un cambio de época en el Río de la Plata: el presbítero Juan Baltasar Maziel (1727-1788), quien es singularmente importante para estudiar esta generación. Maziel no sólo hacía su tarea sacerdotal (fue quien bautizó a Belgrano, por ejemplo) sino que además “asumía una función propagandística de las nuevas ideas, en un estilo de docencia ilustrada, de difusión de las luces”, según el historiador José Carlos Chiaramonte. Su biógrafo Juan Probst lo llamó, quizás exageradamente, “maestro de la Generación de Mayo”. 
En la casa de Maziel se reunía gente diversa para la tertulia, al punto de haberse hecho famosa: un acuerdo del Cabildo del 7 de marzo de 1775 afirma que se había convertido en “una academia de personas doctas que asisten a proponer sus dudas y dificultades”. Sin suponer una ruptura con el clima cultural y religioso de la época, Maziel buscaba reproducir en Buenos Aires el tipo de debate intelectual que se daba en España.

Las resistencias a esta actitud de Maciel crecieron hasta que hubo de abrirse un expediente por un escrito sobre la cátedra de Filosofía, que terminó en una violenta actuación del virrey contra Maziel en enero de 1786. Se lo acusaba por su “abusiva literatura” y su exagerada apertura a las nuevas ideas. La historia termina con el sacerdote ilustrado en el destierro y, como consecuencia del mal trance, con éste muriendo presuntamente por el disgusto.

Maziel fue educado por la Compañía de Jesús, y luego se convirtió en un ferviente opositor a ella. Estudió en Córdoba, en el Colegio de Monserrat, entre 1741 y 1749. Egresó como maestro en Artes y doctor en Teología, pero luego se abrió con pasión al pensamiento moderno. En palabras de Mitre, Maziel fue “célebre por sus escritos y sus desgracias, y poseedor de la más rica biblioteca de los conocimientos humanos que hasta entonces se haya conocido en el Río de la Plata”.

Cuando fueron expulsados los jesuitas del Virreinato, Maziel fue el encargado de redactar el documento de la Iglesia para redirigir las instituciones educativas y fundar nuevas; una vez fundado el colegio, fue quien diseñó los programas educativos, tomando como modelo el plan de estudios del Colegio de Monserrat, que funcionaba en Córdoba.

Al referirse al curso de Filosofía, Maziel indicó que los profesores “no tendrán obligación de seguir sistema alguno determinado, especialmente en la física, en que se podrán apartar de Aristóteles y enseñar, o por los principios de Cartesio, o de Gansedo, o de Newton, o alguno de los otros sistemáticos; o arreglando todo sistema para la explicación de los efectos naturales, seguir sólo a la luz de la experiencia por las observaciones y los experimentos en que tan útilmente trabajan las academias modernas”. Y sostuvo también que todas las cosas que no dependían de la razón eran opinables. Estas ideas representaban una profunda ruptura si se tiene en cuenta que ese mismo año en la Universidad de Salamanca se estaba rechazando a Newton, Gansedo y Cartesio, y reafirmando la enseñanza aristotélica.

Muchos de los revolucionarios de Mayo estudiaron en ese colegio diseñado por Maziel, mientras él dirigió –como representante de la Iglesia– la instrucción pública en el Virreinato. Entre ellos, se cuentan Manuel Belgrano, Juan Hipólito Vieytes, Mariano Moreno, Cornelio Saavedra y Juan José Castelli.
 

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