Se vienen días nuevos y ásperos
María Mercedes Barbosa
Investigadora, especializada en Finanzas Públicas.
Contadora Pública. Premio a la Libertad 2011, Fundación Atlas para una Sociedad
Libre. Titular del blog "Pensadores malditos".
“Nadie echa vino
nuevo en odres viejos; de otro modo, el vino reventaría los odres y se echaría
a perder tanto el vino como los odres”.
Mateo 9:16-17
Políticamente
comenzamos un nuevo camino en la Argentina. Un camino con mayor libertad,
participación y protagonismo de nuevas voces que representen a aquellas que
pidieron ser representadas con aires de renovación, pero también saturadas de
tanta hegemonía y necedad individual.
Este
nuevo camino no estará exento de dificultades.
Debemos
recordar que hemos transcurrido más de una década huracanada de errores y
desaciertos que nos han llevado a la situación tanto económica como social en
la que estamos inmersos.
Este
cambio gestado ayer en el primer balotaje histórico en el país, es un viento de
cambio que contiene la frescura de una nueva forma de gobernar, más
democrática, mas honesta, mas transparente, más sencilla, más seria y más
tolerante.
Este
camino nuevo requerirá de paciencia y tenacidad, de perseverancia y apoyo.
Es
indispensable permitirnos el tiempo suficiente no solo para adoptar el cambio
sino también para instrumentarlo y permitirlo conducir. No hay cambio repentino
sensato, sino más bien, un cambio concienzudo, sopesado y firme. Son
insoportables los desordenes y desmanes a los que a los que nos hemos visto
sometidos.
Cambiar
la temperatura actual en la política y la economía argentina, será un proceso
paulatino. Ese viento refrescante de a poco, pero sostenidamente, soplará y
permitirá que volvamos a sentirnos frescos.
Hoy,
ya con los resultados de las elecciones en la mano, nos sintiéndonos libres,
con la idea de futuro inspirador de
confianza y esperanza. Y claramente, es una oportunidad muy importante que no
debemos dejar pasar. Si no, estaremos perdidos por cuatro años mas o los que
sean que no nos permitan soñar en grande y volver a ser esa Argentina potencia
que alguna vez logro ser una gran nación.
Pensando
en grande, quizás podamos estar al frente del comienzo de una gran presidencia,
si nos lo permitimos. Quizás tan grande y evolucionada como aquellas tres
grandes presidencias que vivió el país a finales del siglo diecinueve que
supieron nivelarlo a la altura de los grandes países del mundo. Y si Dios
quisiera que así fuera, podrían seguir otras tantas presidencias más.
Pero
tengo una preocupación que me aqueja. Es invaluable la significancia de este
nuevo gobierno más aún considerando que contiene un eje político conformado por
los futuros gobiernos de la provincia de Buenos Aires, la ciudad de Buenos
Aires y la Nación.
Aquí,
se encuentra, desde mi punto de vista, el quid del armado de la estructura de
poder. Podemos comenzar a refundar la concepción de una verdadera democracia,
un nuevo panorama del ejercicio del poder. Para ello, no hay que perder de
vista lo siguiente:
~ Que esta nueva presidencia es producto de un
conglomerado de partes que conformaron un “todo” como oportunidad de
alternancia política;
~ Que no tiene poder absoluto por, dos razones:
§ se ha ganado en balotaje; y,
§ los votos,
justamente, no son genuinamente del presidente electo;
~ Que esos votos “no propios” deben ser conquistados con
confianza y a través de la disrupción de los valores tradicionales de la
política;
~ Que los votos propios deben ser cuidados; y,
~ Que el nuevo gobierno no debe olvidar todo lo
anterior.
El
eje conformado, la estructura de poder vislumbrada y los puntos mencionados
recién, son los aspectos gestores de un pacto de gobernabilidad plural.
Reitero,
plural. Porque así ha nacido esta oportunidad de gobierno, desde un núcleo
plural, que colaboró, dedicó tiempo, esfuerzo y estructura, que unido a la
gestión del actual presidente electo en la ciudad de Buenos Aires, fomentaron
el nacimiento de este nuevo gobierno.
Somos
protagonistas de un momento histórico importante para recuperar nuestro país.
Una chance de reemplazar los “odres viejos” e inundar nuevos con los bríos del
consenso y el respeto, como ejercicio de nuestra tolerancia política y de nuestra
vida en democracia. La sociedad reclama el dialogo y no debe ser traicionada.
Se
deberá fomentar la disrupción en la política, con el objetivo de innovar las
creencias que hicieron de esta arista de la vida argentina, en algo vapuleado y
deshonroso. Se deberá recuperar la decencia, el reconocimiento del esfuerzo y
la trayectoria. Así también, encauzar los esfuerzos en desarrollar y hacer crecer
un país que brinde posibilidades a todos, porque somos nosotros los que no
debemos boicotear la decisión tomada.
Romperemos
los odres viejos? Aprenderemos a convivir?
Creo
que hemos dado el primer paso.
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