Venezuela, cuesta arriba

Pedro Corzo
Periodista de Radio Martí.
La democracia venezolana agoniza. La legalidad es precaria, las reglas electorales favorecen
al gobierno, quien a su vez controla los medios, mientras cuenta con la
capacidad de inventarse electores al operar arbitrariamente todos los poderes
públicos.
Los sicarios oficiales, entre los que hay generales,
doctores y millonarios fabricados a la sombra del gobierno, están dispuesto a ejecutar lo que demanden
las circunstancias por tal de no desaprovechar privilegios y bienes.
La violencia es parte importante del arsenal de cualquier
régimen represivo para controlar a los activistas, por su parte, la intimidación, es una herramienta muy útil
para neutralizar a quienes no están dispuestos a correr riesgos por defender sus
derechos.
A pesar de todos estos factores negativos la oposición ha
aceptado una vez más el reto de competir en el marco de la precaria legalidad
chavista, con la certeza de que triunfara, porque el pueblo ha demostrado estar
harto de un modelo de gobierno ineficiente, corrupto y abusivo.
La oposición, más allá de cualquier otra consideración,
ha mantenido viva la causa democrática. Ha luchado intensamente por mantener la
esperanza de que la victoria es posible.
Sobrevivir como sistema y clase gobernante ha obligado a
la nomenclatura venezolana a obviar las diferencias entre sus caudillos. Están
consciente de la necesidad de presentarse en bloque. Saben que esta es la única oportunidad que les resta
para seguir simulando que gobiernan democráticamente.
Hace muchos años que en Venezuela desapareció el estado
de derecho y las prácticas democráticas se encuentran en cuidados intensivos
como diría el doctor Santiago Cárdenas, con independencia de los numerosos
esfuerzos de los demócratas del país por restaurarla.
La oposición, dirigentes, militantes y simples ciudadanos
se han visto obligado a actuar en un marco legal particularmente frágil. El
régimen cuenta con la capacidad de criminalizar una conducta, que el día
anterior habían reconocido como legitima.
Este seis de diciembre la libertad de los venezolanos
entra en fase terminal. Si triunfa el despotismo chavista, con independencia de cómo alcance la
victoria, no habrá recuperación posible, al menos, en la forma que la oposición
se ha esforzado por rescatarla desde hace quince años.
La continuidad gubernamental de Maduro-Cabello, siempre
inspirados en las propuestas de Hugo Chávez, significara la agudización de la
represión, aumento de la corrupción, una amplia política de confiscación de
bienes y el cese de las libertades de expresión e información.
Políticamente el régimen buscara como eliminar la
oposición legal. Eliminará el pluralismo político e ilegalizara la gestión
pública de las personalidades más notables que le adversen. Las parodias de
democracia llegaran a su fin, porque gestaran una oposición que se ajuste a sus
conveniencias.
Para evitar lo que sería una tragedia mayor para la
nación, la participación en los comicios
debe ser masiva. Las frustraciones y
desesperanzas deben ser vencidas, porque ésta en la última oportunidad para
recuperar los derechos conculcados. El régimen ha escamoteado en más de una
ocasión la voluntad de los electores y en base a esa experiencia todos deben
convertirse en guardianes de su
dictamen.
La vigilancia es tan importante como el voto. Los electores
y candidatos deben velar celosamente que en los conteos su opinión sea
respetada, a la vez que envían un mensaje a las Fuerzas Armadas de que están
comprometidas a respetar en primer lugar la Constitución y en segundo, la
voluntad popular.
Hay que convencer al elector que cada voto cuenta,
persuadir a todos, incluso a los que no creen en la vía electoral, que esta es
una ocasión que no se puede perder, porque no habrá otra oportunidad.
Los errores del régimen han superado con creces los
tropezones de la oposición. La población en las encuestas más recientes se ha
expresado mayoritariamente en contra del gobierno, y un amplio sector de la opinión pública
mundial no gubernamental, en declaraciones sin precedentes, ha criticado
severamente las acciones de Caracas.
Si la victoria de Mauricio Macri en Argentina, ha
generado esperanzas de que la corriente populista en el hemisferio está
llegando a su final, la derrota del chavismo en las elecciones parlamentaria
venezolanas podría significar mucho más.
El triunfo masivo de los parlamentarios demócratas en
Venezuela sin tener que recurrir a propuestas populistas, sería muy útil a
los líderes del hemisferio que por tal de ganar apoyo popular prometen
soluciones imposibles.
También sería beneficiosa a los electores que tienden a
creer en redentores que aseguran estar en capacidad de resolver todos los problemas, en particular los de las
clases más desposeídas, recurriendo a formulas que han demostrado
fehacientemente que solo sirven para generalizar la pobreza e incrementar las
injusticias.
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