Alegrías propias y prestadas
Rogelio López Guillemain

Autor del libro "La rebelión de los mansos", entre otras obras. Médico Cirujano. Especialista en Cirugía Plástica. Especialista en Cirugía General. Jefe del servicio de Quirófano del Hospital Domingo Funes, Córdoba. Director del Centro de Formación de Cirugía del Domingo Funes (reconocido por CONEAU). Productor y conductor de "Sucesos de nuestra historia" por radio sucesos, Córdoba.



Estamos viviendo una etapa de euforias que tienen diferentes orígenes.  Las propias de los seguidores de Mauricio Macri, que se mezclan y confunden con las de los anti K, prestadas al flamante presidente.
 
El PRO es un espacio político que repite la esencia que dio origen tanto al radicalismo y como al peronismo.  Son movimientos políticos, no verdaderos partidos políticos.
 
¿Y cuál es la diferencia?  Los partidos poseen fundamentos ideológicos filosóficos que los definen en sus lineamientos y que se expresan en sus posturas y propuestas, dando coherencia y consecuencia a su accionar.
 
Por su parte, los movimientos responden al candor ciudadano, al sentimiento honesto y sincero de grupos que reclaman cambios y participación en el gobierno.  Grupos que se sienten desplazados o relegados dentro del concierto social y de la consideración de los gobernantes.
 
A fines del siglo XIX, la revolución del parque fue una expresión de la naciente clase media que terminó dando origen al radicalismo.
 
A mediados del siglo XX, un 17 de Octubre, un coronel (paradójicamente integrante de una dictadura militar) supo interpretar el momento político y los deseos de la llamada clase obrera y fundó el partido justicialista.
 
Este 22 de Noviembre pasado ha sucedido algo parecido.  En esta oportunidad, los trabajadores independientes y los profesionales (principales simpatizantes aunque no excluyente) dijeron basta a un gobierno que llevó al límite el ninguneo, las restricciones económicas y la presión impositiva.
 
Acá es donde se mezclan los intereses, los odios y los amores, las repulsiones y las esperanzas.  Mucho del caudal electoral del PRO  llegó del lado del espanto, del lado del ciudadano que quería escaparde una realidad que no toleraba y optó por la única alternativa disponible, Macri; mucha de la alegría del presidente no le es propia, mucha de esa alegría le ha sido prestada.
 
Los políticos no son dueños de sus votos y Macri lo es aún menos y lo sabe.  Dependerá de su habilidad y muñeca política ampliar su base de simpatizantes para poder consolidarse como el nuevo referente.
 
En 1983 el radicalismo tuvo su oportunidad de oro y la desaprovechó, en 1989 y en el 2003 el peronismo tuvo sus chances y fracasaron; ahora es el momento de esta nueva fuerza.  No nos gobernará ninguno de los partidos históricamente mayoritarios, este es un hecho inusual que no se produce desde hace unos 70 años.
 
En este momento de euforia, aún a costa de ser “mala onda” quiero marcar una cosa.  Cuando “baje la espuma”, Macri tendrá que tomar medidas muy poco populares pero ineludibles.  Medidas llamadas “ortodoxas” y que no son más que medidas austeras, las mismas que tomaríamos en nuestros hogares si perdiésemos nuestro trabajo o tuviésemos alguna otra crisis.
 
Tengo un secreto temor que espero sea injustificado.  Temo que la falta de los fundamentos ideológicos propios de los partidos políticos y ausentes en los movimientos políticos, imprescindibles en este momento crucial; no le permitan llevar adelante con firmeza las medidas necesarias.
 
Ojala que el optimismo moderado que nos embarga a muchos argentinos, no termine en un nuevo desengaño.  Esa es mi esperanza, esa es mi ilusión que espero se transforme en realidad. 
 

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