Los pasos de la reconstrucción
Gabriel Boragina

Abogado. Master en Economía y Administración de Empresas. Egresado de ESEADE (Escuela Superior de Economía y Administración de Empresas). Autor de numerosos libros, entre ellos: La credulidad, La democracia, Socialismo y Capitalismo, La teoría del mito social, Apuntes sobre filosofía política y económica, etc. como sus obras más vendidas.



El flamante presidente de todos los argentinos, Mauricio Macri, tiene una tarea titánica por delante, como ya hemos esbozado antes ([1]).
Es tanto lo que hay que hacer (y rehacer), que parece difícil decidir por dónde empezar el trabajo. En lo que sigue, intentaremos bosquejar lo que -a nuestro juicio- deberían ser los primeros pasos a dar, que no implica, desde luego, que deban dejarse de lado otros, también igualmente necesarios como creemos que son los que describiremos a continuación.
Después de la debacle dejada por el FpV ([2]) opinamos que el primer objetivo a encarar por el presidente Macri ha de ser la depuración del muy viciado aparato estatal que recibe del ex-gobierno del FpV. En realidad, para ser más precisos, habría que hablar de *desinfección* porque, literalmente, el estado-nación se encuentra en una situación análoga a la de un organismo casi completamente infectado por un ejército de letales *bacterias K*. Pero, a los fines de conservar un cierto estilo, nos referiremos en lo que sigue a un proceso depurativo.
Este proceso depurativo debería comenzar con un intenso plan de desburocratización del total de los organismos del *estado*. Ya que el sector que se halla más contaminado por el virus sembrado por el FpV se localiza justamente en la burocracia estatal.
Entendemos en tal sentido- que se deberían dar los siguientes pasos:
1.   Una Revisión exhaustiva y profunda de los legajos de cada empleado público para :
a.       Determinar su continuidad, en caso de verificarse que se trata de personal de carrera en la rama de que se trate.
b.       Y en contrapartida : eliminación del personal efectivizado durante los tres gobiernos del FpV. Excepción (en este último caso) de aquellos que :
                                                            i.                 Cuentan con una comprobada y confirmada idoneidad y capacidad de trabajo, la que deberá surgir de exhaustivos y periódicos exámenes para constatar esos extremos.
                                                          ii.                 Carecen por completo de afiliación política y de antecedentes (propios o familiares) que los vinculen con el régimen depuesto por las urnas.
Estas primeras medidas nos parecen prioritarias, por cuanto -como ya expusimos en tantas otras ocasiones- estamos convencidos que la burocracia estatal es el peor obstáculo del nuevo gobierno. Máxime en que esta gestión que se inicia, ha puesto como eje central de su campaña su vocación de cambio.
No cabe ninguna duda que, por su misma definición, la burocracia (en todos sus niveles) es lo contrario a cualquier cambio o, incluso, al mero intento de cambio.
La burocracia (en rigor toda burocracia, no sólo la nuestra) es una verdadera clase social en el más estricto significado de la palabra, es decir una auténtica casta enquistada en el seno de todo gobierno, como un estamento sólidamente estratificado.
¿Qué efectos pensamos que se conseguirían con esto? Estas iniciales disposiciones permitirían:
a.       Contar con un gobierno más liviano y al mismo tiempo más eficiente.
b.       Quedará el personal de carrera administrativa. O sea, con más experiencia.
c.        Se libera fuerza de trabajo para la actividad privada.
d.       Se lograría una aceleración y simplificación de trámites administrativos.
En realidad, los efectos b, c, y d, están concatenados y se derivan directamente de a).
2.   Un segundo paso a dar -a nuestro entender- seria (luego del anterior) mantener las dependencias estatales estrictamente necesarias, suprimiendo las superfluas y tendiendo a que -en su conjunto- sean las mínimas posibles. Para el cumplimiento de este objetivo juzgamos forzoso :
a.       Eliminar secretarias y subsecretarías sobrantes y dispendiosas.
b.       Evitar crear nuevas reparticiones del tipo de las que se suprimen o de cualquier otra clase.
c.        Desmonopolizar funciones estatales, para lo cual será imprescindible delegar (o mejor dicho descentralizar) en la actividad privada -de manera NO monopólica- la mayor cantidad de funciones burocráticas que hasta la actualidad ha venido desempeñando el gobierno nacional.
 
El último punto anterior se conseguirá mediante estos mecanismos:
d.       Privatizaciones no monopólicas.
e.       En los demás casos, a través de concursos y licitaciones públicas realmente transparentes.
e.       La instrumentación de concesiones, pero sujetas a metas cuantificables y verificables, renovables en la proporción del concreto cumplimento de los objetivos. Con lo que se obtendrá -a la vez- una reactivación del sector privado del mercado laboral, que es el único y verdadero mercado de trabajo.
 
Hemos trazado, apenas en pocas líneas, lo que nos parece el primer bastión que el nuevo gobierno debería atacar. En otras palabras, lo que llamáramos antes un plan de depuración del organismo estatal, para liberarlo de las graves infecciones ocasionadas por el régimen dictatorial del FpV.
Por supuesto, estos habrían de ser los primeros pasos de un completo programa, comprensivo de una política económica racional, que incluyera total apertura de los mercados nacionales e internacionales, disciplina fiscal, bajo gasto público, mínimos impuestos y emisión monetaria, libertad cambiaria, respeto a la propiedad privada, a los contratos en general sin más limitaciones que las que las leyes impongan, etc.
En lo institucional, son ineludibles reformas de más volumen y entidad, tales como formular las denuncias a que dé lugar el art. 36 de la Constitución de la Nación Argentina respecto del régimen depuesto por las urnas; lograr una segura independencia del poder judicial; imponer la estricta obligación de los jueces a cumplir con la ley; etc.. En otras palabras, la instauración de un auténtico Estado de Derecho. Las que naturalmente llevarán algo más de tiempo.
Somos conscientes -como decíamos al comienzo- que las reformas a emprender por el nuevo gobierno son muchas, vastas y de gran calado. Y como el mismo presidente lo anticipó repetidamente, no habrá soluciones mágicas ni rápidas, ni en el corto ni en el mediano plazo. Pero estamos convencidos que empezar con la reforma del sector estatal (mal llamado "público") aunque no en forma excluyente, es -a no dudarlo- de una prelación de primer nivel.
 

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