Las elecciones españolas y la Argentina
Armando Ribas
Abogado, profesor de Filosofía Política, periodista, escritor e investigador. Nació en Cuba en 1932, y se graduó en Derecho en la Universidad de Santo Tomás de Villanueva, en La Habana. En 1960 obtuvo un master en Derecho Comparado en la Southern Methodist University en Dallas, Texas. Llegó a la Argentina en 1960. Se entusiasmó al encontrar un país de habla hispana que, gracias a la Constitución de 1853, en medio siglo se había convertido en el octavo país del mundo.


    Los resultados de las recientes elecciones españolas, han vuelto a poner en la palestra la confusión política que reina en el mundo. Los resultados de la misma no pueden extrañar dado el hecho de que durante los gobiernos del Partido Popular y el Partido Socialista en los últimos ocho años (2007-2015) la economía española cayó un 4% y registra un desempleo del 21%. Esa evolución es una prueba más del hecho fundamental al que me he referido en múltiples oportunidades de la correlación inversa entre el nivel del gasto público y la tasa de crecimiento de la economía. Así podemos ver que en la década del sesenta el gasto público alcanzaba al 12,56% del PBI y la economía creció a la tasa del 7% por año.
 
    No voy a insistir en que un proceso similar se produjo en Alemania, Francia, Italia e Inglaterra. Pero no obstante esta evidente realidad la batalla ideológica parece perdida en Occidente, incluida América Latina. Y aquí voy a insistir en el tema de la confusión respecto a los conceptos de democracia y socialismo. Ya debiéramos saber que en la discusión política, la supuesta derecha es la que cree en la racionalidad del mercado. Entonces comencemos por el concepto mismo de racionalidad. La razón es un instrumento falible de la mente humana, y no es sinónimo de verdad. Los mercados se comportan de acuerdo la legislación vigente, pues la economía es la consecuencia de la política. Al mismo tiempo es un hecho incontrovertible que la especulación, o sea la previsión del futuro es una condición manifiesta de los mercados. Y permítanme decir que “el futuro es siempre incierto”. Por esa razón hay empresas exitosas y otras que quiebran actuando ante iguales circunstancias.
 
 
     Así como he reconocido que la economía es la consecuencia de la política, y ésta supuestamente se basa en una concepción ética, las crisis son igualmente consecuencia de la política.  No voy a discutir la tesis de Hyman Minsky acerca de la razón de ser de las crisis de las cuales considera que la causa de las mismas es lo que ha denominado un displacement (desplazamiento), que es un shock del sistema macroeconómico. “Este fenómeno puede ser el inicio o el final de una guerra, una falla de la cosecha, la adopción de una invención con efectos negativos, algún evento político o un sorpresivo éxito financiero que baja precipitadamente la tasas de interés”.
 
     De acuerdo a mi teoría el denominado “desplazamiento” en la actualidad es el incremento del gasto público, y a los hechos me remito. Y ese aumento se produce en función de la ideología socialista basada en la supuesta pretención de la igualdad. En virtud de esta realidad ¿Cuál es la supuesta política que pretende “Podemos” para solucionar la evidente crisis española?  Si se declara de izquierda no parecería posible que intente reducir el gasto público. Entonces decididamente, por más que se ponga de acuerdo con los partidos Popular y Socialista no habría solución posible.
 
    La demagogia impera en el mundo Occidental en nombre del socialismo. Supuestamente  Sarcozy como presidente de Francia era de derecha. En ese tiempo el gasto público en Francia ya alcanzaba al 50% del PBI. Y yo me atrevo a decir que cuando el gasto público alcanza o supera el 50% del PBI ya ha prácticamente desaparecido lo que erróneamente a mi juicio se denomina economía de mercado. O sea la derecha. Ya en Estados Unidos el gasto público ha alcanzado al 38% del PBI y por supuesto el denominado Tea Party, que supuestamente sostiene las doctrinas y principios sustentados por los Founding Fathers, es considerado de extrema derecha.
 
    La idea fundamental que cambió por primera vez los destinos de este mundo fue el respeto por los derechos individuales y la limitación del poder político. No me cabe la menor duda de que cuando el gasto público alcanza al 50% del PBI, se están violando los derechos de propiedad y el derecho a la búsqueda de la propia felicidad. La idea de que el gobierno es el que tiene que proveer la felicidad a la sociedad es tal como lo reconociera Alberdi una aberración, y al mismo tiempo significa el poder absoluto en desmedro de los intereses privados.
 
    Esa situación la henos estado viviendo en Argentina, que heredamos un gasto público que supera el 50% del PBI. Si bien la actual eliminación del cepo cambiario fue un paso ineludible y por supuesto produjo un resultado inmediato opuesto a las predicciones precedentes. Recordemos entonces que la inflación no se puede combatir con el atraso cambiario. Error en el cual ha caído la Argentina una y otra vez y el hecho más reciente anterior a los Kirschner fue el uno a uno. La causa actual del elevado nivel de inflación es el  nivel del gasto público, y por tanto su reducción es una condición “sine qua non” para eliminar el actual desequilibrio macroeconómico que produjo la política Kirschnerista. Ya debiéramos saber que la inflación es la causa determinante de la devaluación y no viceversa.
 
    Es indudable que afortunadamente la presencia de Macri ha creado un cambio sustancial en las perspectivas del mercado. Ello se debe a la aparente condición de que se respetará la seguridad jurídica. Hecho que es determinante de la inversión y de la creación de riqueza. Y en este proceso quiero rescatar una idea que considero fundamental y es que el problema no lo crea la cultura, sino que ésta se desarrolla en función de los comportamientos que genera el sistema ético político en que se desenvuelve.
 
    Como hemos podido ver los problemas pendientes en Argentina no son únicos sino relativamente iguales a los que enfrenta gran parte del mundo Occidental. Son el producto de la demagogia vigente en la supuesta búsqueda de la igualdad y que hoy se ha traducido en el acuerdo de Obama con los Castro en Cuba. Y perdón por la insistencia pero la demagogia la describió Aristóteles hace 2500 años. Me permito decir al respecto que no fueron los hombres los que cambiaron sino el sistema ético político. Tanto así que cuando Argentina lo aplicó entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX alcanzó el nivel de uno de los principales países del mundo. Y ese sistema no es la democracia, que como bien señalara Nieztche  socialismo y democracia son sinónimos. Ni la Constitución americana ni la argentina mencionan la palabra democracia. Por ello Jefferson dijo: “Un despotismo electivo no es el gobierno por el que luchamos”. 
 
    Una vez más voy a insistir en que aprendamos de la historia. Como bien dijo David Hume: “La historia es un aprendizaje”. Y no la que nos enseñaron, que lamentablemente confundió al Iluminismo y la Revolución Francesa con la libertad. El Iluminismo ha sido el oscurantismo de la razón que Rousseau y jacobinos mediante  en nombre de la Diosa Razón  crearon el totalitarismo por primera vez en la historia. El totalitarismo es la racionalización del despotismo. Por ello no olvidemos a Milovan Djilas que escribió: “La filosofía politica Franco-Germánica y la Anglo- Americana son tan diferentes como el día y la noche”. Y de esa realidad sepamos a donde queremos ir, pues “para el que no sabe dónde va no hay viento favorable”. (Séneca)
 

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