Cultura mafiosa
Osvaldo Rolleri Aragón
Investigador, especializado en Seguridad. Corresponsal desde España de Fundación Atlas para una Sociedad Libre.
El ser humano, al ser gregario, a través de sus hábitos y
costumbres, va formando, lo que en forma general, denominamos cultura, de un
grupo o una sociedad. Al aislarse por mucho tiempo, algunas sociedades han
forjado comportamientos muy distintos, y a veces rechazados por otras culturas,
como son las musulmanas (tribales), que tratan a las mujeres con menos derechos
que algunos animales domésticos. Y nosotros, los occidentales, también somos
rechazados por aquellas culturas por beber alcohol, la vestimenta, o la liberalidad.
A veces inclusive, por los alimentos o las comidas de cada lugar.
Las culturas cambian por distintas circunstancias, las guerras,
la tecnología, los gobiernos, etc. El rumbo de su evolución, puede ser hacia la
mejora o la degradación. Cuando una sociedad destruye sus valores reconocidos
como positivos, se degrada. Esto ha sucedido en varios países latinoamericanos,
donde la mentira, la demagogia, el populismo y el individualismo, ha ido destruyendo
el concepto de Nación, Patria, respeto por el otro, y sus derechos.
Tener la oportunidad de vivenciar comportamientos
cotidianos de otras culturas, y volver a Argentina en distintos períodos permite
detectar algunos cambios, que han producido esa degradación cultural, a la cual
habría que agregar la cultura mafiosa. Ésta, actualmente se aprecia en todos
los ámbitos sociales. El sigilo, nuevos códigos no escritos, grupos cerrados,
el aislamiento, nunca se dan señales de lo que se piensa (se miente), ni lo que
se va a hacer. Hay incitación al temor o al riesgo de lo que puede pasar
(extorsión). El daño o la subestimación (ninguneo) como expresión de poder. Parte
de ello, tal vez, como consecuencia de la grieta social producida en los
últimos años. Lo que llevó a la desunión, rechazo, soberbia, resentimiento y
hasta odio, entre sus habitantes. Ayudó también el crecimiento explosivo del
narcotráfico, cultura mafiosa por excelencia, que nunca pudo desarrollarse sin
la participación del gobierno de turno, fuere el país que fuere.
Un caso relevante e icónico es el de Milagro Sala, líder
de un grupo con esa cultura, violenta, amenazante, armada, con comportamientos
fuera de la ley y vínculos con el narcotráfico. Insólitamente elegida como
miembro del Parlasur, representando a la Argentina. Lo que da cuenta del poder
y avance en los niveles de conducción del país, de esa destructiva cultura.
La degradación cultural es fácil de lograr en pocos años,
pero su recuperación puede llevar generaciones. Es así, que el nuevo presidente
enfrenta, además de mejorar el terreno minado y destruido que dejaron sus
antecesores, el desafío de recuperar la cultura argentina, que otrora fuera correcta
y respetable, y actualmente es una sociedad degradada en sus comportamientos, y
también mafiosa.
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