A dos meses de asumir la Presidencia
Claudio Chiaruttini
Politólogo y destacado periodista.


A casi dos meses de asumir Cambiemos la Presidencia de la Nación, queda en claro que macrismo y kirchnerismo han decidido polarizar, cristalizando el escenario político que definieron las elecciones pasadas, donde el nuevo Mandatario se eligió entre kirchnerismo o antikirchnerismo y, ahora, se plantea la pelea política como macrismo o antimacrismo.
Mauricio Macri está haciendo todo lo que el votante antikirchnerista pedía y todo el ajuste necesario para ordenar el desquicio económico heredado del kirchnerismo: eliminación del cepo cambiario y exportador, devolución de los impuestos retenidos por compras al exterior, baja o supresión de las retenciones a la producción agropecuaria, reinserción de la Argentina en el mundo, recomposición de las reservas, llamado a la inversión extranjera, negociación con los holdouts, deskirchnerizar la estructura estatal echando a los “ñoquis” sembrados por La Cámpora, el sinceramiento del tipo de cambio y las tarifas y varias decenas de anuncios más.
Ahora, pese a cumplir con las demandas de sus votantes, el Gobierno de Mauricio Macri no parece poder capitalizar el cumplimiento de sus promesas electoral. Al contrario, si bien la imagen positiva del Presidente de la Nación está por arriba del 60% y la correspondiente a la gestión se encuentra en los mismos niveles, ya ha perdido cerca de 12/15 puntos porcentuales (según la consultora que se considere), respecto del inicio del mandato.
Es cierto que al comienzo, cada Presidente de la Nación cuenta con una “espuma” positiva en los relevamientos que se realizan, dado que los ciudadanos colocan en el nuevo mandatario una serie de anhelos, deseos y esperanzas muy personales. Luego, cuando la realidad contrasta con esos aspiracionales, comienzan a producirse una serie de desilusiones que alejan a ciertos ciudadanos del Gobierno recién asumido.
No es como quiere hacer creer el kirchnerismo que muchos votantes de Cambiemos se arrepienten de haber votado por Macri. Se impone el diferencial que crece entre el deseo y la realidad. En cierto sentido, a decir verdad, muchos de los que votaron a Daniel Scioli también se desilusionaron al perder la elección y hoy no quieren pensar ni en la ex Presidente de la Nación ni en el ex Gobernador de Buenos Aires como alternativa electoral, ni en el corto, ni en el mediano plazo.
La imagen positiva de una empresa, de un gobierno, de un político, de un artista, de un medio de comunicación, es el resultado de la combinación de hechos y palabras. Surge de
> qué lo que se dice,
> cómo se dice,
> a quién se dice,
> cuándo se dice, 
> qué se hace,
> cómo se hace,
> para quién se hace,
> para qué se hace qué.
Combinados, impactan en forma favorable sobre
> los consumidores,
> los votantes,
> los seguidores,
> los lectores,
> los oyentes,
> los televidentes,
> los usuarios de redes sociales.
Y eso es lo que le falta hoy al Gobierno de Mauricio Macri: Combinar palabras con los hechos, con las decisiones que se toman, con las medidas que anuncian.
Hacer lo que se prometió en campaña, cumplir con los deseos de los votantes, estar en el camino correcto, no alcanza.
Hay que explicarles a los ciudadanos quién, cómo, cuándo, dónde, porqué, para qué, cuál es el costo, cuál es el beneficio, hacia dónde se va. Si algo hay que aprender de los 8 años de gobierno de Cristina Fernández es que su Administración le explicó a sus votantes, a sus seguidores, a su público ideológico, el sentido de cada medidas (el 'Relato'), buenas o malas, correctas o incorrectas, justas o injustas.
Cristina Fernández, Aníbal Fernández, Julio De Vido, '6 7 8', los medios K y los periodistas sostenidos por la pauta publicitaria del Estado, las propagandas del Fútbol para Todos, los suplementos enormes en medios gráficos aliados y la construcción de un relato, apuntó todo a 3 objetivos: Contener a los propios, intentar seducir a los cercanos, enfrentar a los enemigos.
Se puede argumentar que, pese a ello, perdieron las elecciones en 2013 y 2015. Es verdad. Pero acumularon 12 años en el poder, 8 años haciendo todo mal en la economía, 4 años de recesión y con pésimos funcionarios y peores candidatos a nivel nacional y en la Provincia de Buenos Aires. Aún así, siguen teniendo una caudal de seguidores fieles que, quizás, no sea tan inferior respecto del 'núcleo duro' del PRO... Habría que contarlos.
> ¿Quién habla hoy a favor de Mauricio Macri?
> ¿Quién defiende sus decisiones políticas?
> ¿Quién les explica a los ciudadanos las medidas que se toman?
> ¿Quién les dice a los votantes y a los que votaron en contra hacia dónde se va, los costos a pagar y los beneficios que se obtendrán?
Nadie.
En esta cuestión vemos la inteligencia del kirchnerismo al construir un coro de voces que defendían su indefendible gestión a capa y espada, incluso, mintiendo, manipulando, difundiendo falacias y tergiversando. Hoy, no hay economista que hable por el gobierno de Mauricio Macri, ni cámaras empresariales, ni bancos de inversión, ni consultoras, ni los aliados (sobre todo radicales y lilistas, si es que quedan).
No alcanza con una conferencia de prensa, ni el desfile de los ministros por TN, Clarín, La Nación y Radio Mitre. Hay vida más allá del Grupo Clarín. La gestión la terminan defendiendo más con una foto del perro “Balcarce” en el sillón de Bernardino Rivadavia, Antonia jugando con su padre en la Casa Rosada y la esposa del Presidente de la Nación comprando pescado en el Barrio Chino, al parecer, sin custodia: como concepto, una verdadera locura.
Casi casi ya son 2 meses y
> nadie más volvió a visitar a los inundados o ex inundados de Chaco, Formosa, Corrientes o Entre Ríos; 
> la deskirchnerización de la Administración Pública se hace desordenada, sin método y cometiendo algunos graves actos de injusticia; 
> se publican decretos que luego deben ser modificados, 
> se toman medidas que nadie explica, 
> se organizan cadenas de reuniones en la Casa Rosada para no alcanzar ningún tipo de acuerdos, 
> se cita a los empresarios más importante de la Argentina y el Presidente de la Nación no pasa ni a darles la mano.
Pero se informa, con insólita gracia, que el despacho de Mauricio Macri tuvo 3 “limpiezas energéticas”, como si fuera una noticia “simpática”, sin tener en cuenta el costo que se paga por menospreciar el valor simbólico del despacho presidencial y del propio mandatario.
En política y las comunicaciones, el espacio que se cede lo toma otro. El kirchnerismo comienza el mes de febrero listo para calentar la intensidad de la polarización. Desde el acampe a favor de Milagro Sala a la “Marcha por los ñoquis”, pasando por la pelea que prometen dar en el Congreso, en la elección de autoridades de las comisiones, hasta la judicialización de los despidos en el Estado.
Al polarizar contra el macrismo, el kirchnerismo también aprovecha para polarizar con el peronismo, dejándolo en el rol de “cómplice” o “aliado pasivo” de las supuestas “injusticias” macristas. Cristina Fernández dice que quiere quedarse con todo el peronismo, pero sabe que, en el mejor de los casos, se quedará con el kirchnerismo, la izquierda peronista y los colectivos sociales de izquierda que integran el Frente para la Victoria. En lo operativo, ella tiende un puente para una alianza estratégica con el sindicalismo combativo que encabezan organizaciones troskistas. Esa es su intención, veremos cuánto alcanza de ese universo.
Mauricio Macri tiene que consolidar, día a día, su alianza con el massismo, el radicalismo, el lilismo y seducir peronistas no kirchneristas. Una tarea compleja, dado que los tiempos para decidir si habrá o no sesiones extraordinarias se acercan y no hay consenso sobre cómo se actuará en el Congreso Nacional. Unos quieren pelear durante febrero por aprobar el paquete de leyes del oficialismo y los DNU dictados hasta ahora. Otros prefieren esperar a las sesiones ordinarias, tener un Parlamento más agitado, que ocupe espacio en la agenda de los medios y que permita discutir más cada proyecto. Sin embargo, el oficialismo no sabe si tiene los votos para hacer aprobar a libro cerrado sus propuestas.
Todos coinciden en señalar que el Frente para la Victoria ya está roto en la Cámara alta y que negociar con el peronismo será relativamente sencillo. Sin embargo, en Diputados, el titular de la Cámara, Emilio Monzó, tiene graves problemas para encontrar canales de comunicación con el peronismo y, con el titular del FpV, Héctor Recalde, las relaciones no existen. El “poroteo” no les cierra.
Las formas de negociación han sido diferentes en ambas cámaras del Congreso. En el Senado, el ex senador Carlos Verna (hoy gobernador de La Pampa) y su par, Gerardo Zamora (ex de Santiago del Estero, que ahora gestiona su mujer), picaron en buscar el diálogo con Gabriela Michetti y Federico Pinedo. Luego de varios choques iniciales, el diálogo del macrismo con Miguel Ángel Pichetto se ha reencauzado, en gran parte, porque el rionegrino quiere seguir siendo la cabeza de los legisladores peronistas y, desde hace 2 semanas, ha comenzado un proceso de aislamiento de los que aún se denominan “kirchneristas” (algo que puede cambiar con el paso de las semanas, dado que se esperan deserciones).
En parte, los gobernadores han incentivado a sus senadores de buscar un diálogo con los negociadores de Cambiemos, lo que ha facilitado la tarea, mientras que no han podido hacer lo propio con los diputados (aún). Ocurre que en el armado de las listas de diputados nacionales en cada provincia, Cristina Fernández tuvo mucha influencia y las minó de militantes y figuras kirchneristas, hoy recalcitrantes a sentarse a negociar con el macrismo.
Por otro lado, los gobernadores han esperado las señales (entiéndase: envío de plata) para facilitar el acercamiento de los diputados nacionales a Emilio Monzó. Eso ocurrió en Córdoba, donde Juan Carlos Schiaretti habilitó el encuentro de los diputados nacionales que controla.
Febrero será un mes intenso. A 2 meses de asumir, Mauricio Macri y su equipo deben comenzar a reconocer las falencias que tienen y aplicar rápidas y radicales soluciones. No importa si se hace lo bueno, si no se comunica bien y se explica mejor, tanto logro, no sirve de nada.
 

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