De la mano de Macri, Argentina se inserta en el mundo
Nicolás Turdo
Estudiante de Relaciones Internacionales. Músico. Y, principalmente, admirador, pensador y difusor de las ideas liberales. 


Ciertamente uno de los peores aspectos que atravesó la Argentina en la última década ha sido el de la relaciones internacionales para con el mundo civilizado. El resultado fue un coctel tóxico que se componía de una pésima dirigencia y poco profesionalismo de los ministros asignados al tema, sumado al complejo de inferioridad por parte del matrimonio Kirchner que sentían que el planeta tierra tenía como objetivo hacerles la contra sin motivo alguno. Resultado: el país tuvo la peor de las fortunas en esta materia.
Como es la Argentina 2016: todo parece haber tomado un rumbo absolutamente diferente y ya se pueden destacar varios cambios bajo la nueva conducción del presidente electo en noviembre del año pasado, el ingeniero Mauricio Macri, de 57 años de edad, formado en el sector privado y que sabe, o por lo menos así lo da a entender, que un país más integrado al mundo es un país que avanza en beneficio y progreso de las personas que viven en él.
Y he aquí tres cambios para mi punto de vista fundamentales que conforman que la política exterior argentina haya dado un giro de 180 grados:
  1. La designación de Susana Malcorra, quien desde 2012 fue escogida por Ban Ki-moon como Jefa de Gabinete de la Naciones Unidas, ahora Canciller – Ministra de Relaciones Exteriores y Culto de la Nación Argentina en el nuevo gobierno.
    Esta elección fue primeramente llamativa, dado que no era una mujer política ni del medio argentino, sino todo lo contrario, una persona de carrera que conoce íntegramente a los actores involucrados en la política exterior y que dedicó la mayor parte de su vida adulta a la relaciones internacionales. Hoy trabaja, entre otros aspectos, para insertar en el mundo a la Argentina como primera prioridad, lograr fortalecer el comercio regional y transamericano y recomponer las más que degradadas relaciones diplomáticas con sus vecinos (nunca en su historia el país tuvo peores vínculos con Uruguay, Chile, Brasil y Paraguay que durante el funesto kirchnerinato). Incluso, una posible consecuencia que se comenta es la eventual inclusión de Argentina en el Programa Visa Waiver, que permite viajar a los Estados Unidos como turista sin solicitar previamente el permiso. Dicho sea de paso, bajo la presidencia de Carlos Menem (que se caracterizó por un notable acercamiento con la potencia del norte), en la década de 1990, la Argentina ya disfrutó de este beneficio.
  2. Macri “se puso los pantalones”, expresión argentina que denota la fortaleza y el liderazgo en una decisión. Sucede que en toda Latinoamérica no existe hoy en día un referente de la región que luche verdaderamente por los derechos humanos y las libertades de los individuos. Brasil, que podría por peso propio haber liderado ese rol, increíblemente renunció a ello. Y es aquí donde Macri está ocupando ese espacio vacío y convirtiéndose, de a poco, en guía de la región. Un auspicioso comienzo de este proceso se dio cuando, apenas pasados los 10 días de haber asumido, pidió en una reunión del MERCOSUR por la liberación de Leopoldo López (encarcelado injustamente desde hace más de dos años en Venezuela por la cuasi dictadura de Nicolás Maduro) y de todos los presos políticos en ese país, destacable hecho, dado que ningún mandatario lo había pedido con la firmeza con que Macri lo hizo.
  3. “Muy al oriente está occidente” dicen los chinos… Y es justamente lo que el nuevo presidente está haciendo. Durante los 12 años de kirchnerismo, las relaciones internacionales estuvieron atadas a los países latinoamericanos del eje comunista. Aliados con Cuba, Venezuela, Ecuador y Bolivia, no tuvo mejor suerte que seguir los pasos de sus líderes populistas en el camino de servidumbre que profesaban. Del otro lado del Atlántico, Irán era el principal aliado.
    Hoy las cosas cambiaron. En la convención de Davos, Suiza, a la que la Argentina había faltado los últimos 12 años, Macri tuvo importantes reuniones privadas, por solo mencionar algunas, con David Cameron del Reino Unido, el vicepresidente de Estados Unidos Joe Biden, el primer ministro holandés Mark Rutte y la reina Máxima, el premier francés Manuel Valls, el presidente de la Confederación Suiza Johan Schneider-Ammann, y el primer ministro de Israel Benjamin Netanyahu. Ciertamente todo un cambio, más que nada dado que todos estos países ignoraban completamente a los Kirchner en todos los actos internacionales en que participaban. También se reunió con numerosos empresarios, deseosos de certificar que la Argentina retornaba al mundo.
    A todo esto hay que sumarle las visitas que realizaron, en la últimas semanas, el primer ministro italiano Matteo Renzi, país con numerosos descendientes en Argentina, y el mandatario francés François Hollande. Como broche de oro, para fin de este mes se espera la llegada de Barack Obama y su familia, más que destacable situación, dado que la última visita oficial y exclusiva de un presidente americano fue la de Bill Clinton en 1997. Y todo esto, en un gobierno que aún no ha cumplido 100 días desde su asunción.
Como conclusión final, en un mundo globalizado como el de hoy en día, conectado como nunca antes en la historia, con cada vez más tratados de libre comercio, con cada vez menos restricciones a la libre circulación de las personas y con cada vez menos barreras lingüísticas, recomponer las relaciones internacionales es uno de los desafíos, paradójicamente, más fáciles que tiene la nueva gestión en Argentina si persiste en este correcto camino.
 

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