De la “cumbia villera” a la “cumbia pop”: Una lectura socio-económica
Martín Simonetta
Es Director Ejecutivo de Fundación Atlas para una Sociedad
Libre. Profesor titular de Economía Política I en UCES) y de Economía en Cámara Argentina de Comercio. Autor
de diversas obras. Fue elegido "Joven Sobresaliente de la Argentina
2004" (The Outstanding Young Person of Argentina-TOYP) por Junior Chamber
International y la Cámara Argentina de Comercio (CAC), habiendo obtenido la
mención "Animarse a Más" por parte de PepsiCo. Recibió diversos
reconocimientos tales como la beca British Chevening Scholarship para
desarrollar investigaciones en Gran Bretaña (British Council, la Embajada
Británica y la Fundación Antorchas,1999). Miembro del Instituto de Política Económica de la Academia Nacional de Ciencias Morales y Políticas. Académicamente es Licenciado en Relaciones Internacionales (Universidad del
Salvador, Buenos Aires), Magister en Política Económica Internacional
(Universidad de Belgrano), MBA (U. Isabel I, España), habiendo realizado un Posgrado en Psicología
Positiva (Fundación Foro para la Salud Mental). Ha desarrollado el programa
"Think Tank MBA" en el marco de Atlas Economic Research Foundation
(Fairfax, Virginia, y New York, NY, 2013).
Contacto: mcjsimonetta@gmail.com / Twitter: @martinsimonetta
La “cumbia” ha dejado de ser un fenómeno limitado a
los sectores socio-económicamente más bajos de la población, tal como lo fuera
originalmente y que en algún momento le mereciera la despectiva denominación de
“cumbia villera”. La penetración del fenómeno en la sociedad argentina es tal
vez mejor percibida por los extranjeros que por nosotros los argentinos. Al
respecto señala el periodista español Ignacio de los Reyes, corresponsal de la
BBC en Buenos Aires que, en su visión, “el tango es patrimonio nacional, pero
la verdadera música que reina en la calle argentina es la cumbia”.[1]
La extensión de la cumbia en la sociedad
Es crecientemente innegable que la cumbia hoy es
también parte de la vida musical de la juventud de buena parte de las llamadas
clases media y alta de la Argentina. Un indicador de esto es el nacimiento de la
llamada “cumbia pop” a la que muchos llaman “cumbia cheta”, que enamora a los
argentinos socio-económicamente algo más acomodados. Esta cumbia “cheta” se
encuentra liderada por famosos grupos argentinos -tales como Agapornis- e
incluso uruguayos –con enorme éxito en la Argentina- como Márama y Rombai. A
diferencia con lo sucedido con la cumbia tradicional, sus integrantes -lejos de
provenir de las clases más bajas- son parte de los sectores más acomodados de
la sociedad. Y quienes la escuchan también. Además de la presencia televisiva
de las bandas, así como la cantidad de shows para los que son contratadas a lo
largo del país, una característica notoria es la multimillonaria cantidad de
visualizaciones en Youtube de sus temas, ya que el posicionamiento y difusión
de los mismos encontró en la viralización de sus videos un aliado fundamental.
¿Cómo explicamos este interesante fenómeno de
extensión de la cumbia a los más diversos y –aparentemente- contradictorios
ámbitos sociales de la Argentina? Diversas vertientes teóricas señalan que la
música refleja en buena medida características profundas de las culturas. No
hace falta escuchar por mucho tiempo la música andaluza-flamenca del sur de
España para hallar la marca a fuego de ocho siglos de influencia mora. Algo
similar sucede con el gospel o el jazz, que nos permite disfrutar de la fusión
de las culturas africanas con las británicas en los Estados Unidos. O nuestro
querido tango para observar el cruce cultural de aquella Argentina de fines del
siglo XIX y XX. Así, podríamos dar miles de riquísimos ejemplos de la dinámica
socio-cultural reflejada en la música.
Negada por los padres, bailada por los hijos
Nos preguntamos si algo similar está sucediendo con
la influencia de la llamada música “tropical” o “cumbia”, que ha ido incrementando
su presencia en la sociedad argentina. Asimismo, si la prevalencia de este tipo
de música sobre la sociedad tendrá que ver con un nuevo perfil social. En otras
palabras, si la ampliación de la base de la pirámide socio-económica (menores
ingresos), tiene que ver con este “derrame musical” de abajo hacia arriba.
Guillermo Oliveto, titular de la Consultora W y
estudioso de la clase media argentina, sostiene que después de los doce años
del período K la mitad de la población es de clase baja, de acuerdo a sus
ingresos. Asimismo, la brecha de ingresos entre el 5% que más gana y el 15% que
menos recibe es de 27 veces.[2]
Oliveto -quien ha estudiado en profundidad el fenómeno de la dinámica de la
clase media- observa que gran parte de los argentinos se considera clase media,
a pesar de que un grupo importante en ambas puntas de ingresos no pertenece a
ella, ya sea por un ingreso inferior o superior al de la clase media.
La música habla de las sociedades y sus cambios. Y
así como el tango fuera negado y rechazado por las clases altas porteñas en su
momento pero bailado en los lugares más “oscuros” de la sociedad, y hoy en día
es la innegable música rioplatense que nos enorgullece en todo el mundo,
también la cumbia –muchas veces negada por los padres pero bailada por los
hijos- parece extenderse a lo largo de la sociedad argentina.
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