Acusacion y condena de paises
Ricardo Valenzuela


En medio del estruendo provocado por la lucha de los partidos políticos en EEUU para seleccionar sus candidatos a la presidencia, surge una agresiva comparsa describiendo al pre candidato Donald Trump y lo que representa, que vale la pena analizar:
 
"Donald Trump no es una vergüenza para los EEUU, es una acusación del país con aroma de condena. El hecho de que Trump sea quien lidera el proceso del partido conservador para elegir a quien se deba de convertir en el ser más poderoso del planeta--teniendo nula experiencia política y encabezando una opción que exhibe un conservadurismo intolerante, racismo y misoginia--claramente nos indica la gravedad del enfermo; los EEUU."
 
Pero esa acusación también debe involucrar otros personajes. Con algunos matices diferentes pero aún más venenosos, el sorpresivo éxito de la campaña de Bernie Sanders, quien increíblemente se ubica en cerrada competencia por la nominación del Partido Demócrata, es ya una condena. Un hombre resentido que confiesa ser socialista asomando al comunismo, ignorante de la ciencia económica prometiendo "todo gratis" que, si se cumpliera solo el 10% de su oferta, EEUU se podría ver en el espejo de Cuba o Venezuela. Un hombre sin experiencia ejecutiva y que nunca ha construido absolutamente nada. Pero lo más grave, el segmento más importante de sus ejércitos es la juventud, lo que nos da una pista del sistema educativo del país. ¡El país de la libertad coqueteando con el comunismo!.
 
Y otra acusación ante la guadaña de una mujer tan desprestigiada como Hilary Clinton, pero que avanza con seguridad hacia la candidatura del Partido Demócrata, es también una condena. Una mujer que ha cometido más delitos que Raúl Salinas de Gortari; Iniciando con su despido del grupo de fiscales a cargo de Watergate en los años 70, pasando por su ganancia de $150,000dolares con una inversión de $1,000 en algo que hasta la fecha desconoce; futuros de ganado. Los $6 billones de dólares desaparecidos en el Departamento de Estado bajo su mando, su descarada forma de mentir en el caso de Benghazi, su cruzada barbárica contra todas las mujeres atacadas por su socio, Bill Clinton, impidiendo declararan en sus juicios. Y lo más grave, más de 30,000 mensajes de seguridad nacional--altamente secretos y sensibles--borrados de su computadora y nadie se ha atrevido a procesarla.
 
Sin embargo, creo que una fotografía similar y las misma acusaciones, juicios y condenas se levantan contra toda América Latina, y en especial a México. Después de sufrir las penurias revolucionarias durante más de 70 años, luego de solo dos sexenios de la oposición en el poder, como las mujeres golpeadas regresamos con el golpeador.
 
Pero aún más dramático es el caso de Chile. Después de más de un siglo de bacanales económico-políticas, incluyendo la fatal administración de Salvador Allende, llegaron los Chicago Boys para activar los detonantes (línea azul del cuadro) y conducir a Chile al primer mundo. Pero ante el regreso de la democracia y los socialistas, como lo indica el cuadro (línea roja), el crecimiento inició su estrepitosa caída en manos de Aylwin, Frei, Lagos, Bachelet. Llegaba entonces al rescate de un liberal, Sebastián Piñeira, para de nuevo pintar de azul el cuadro de la economía, pero poco duraría esa sanidad, regresaba Bachelet para, haciendo uso del populismo, de nuevo enviar a Chile al abismo (línea roja al final). Un abismo del que tal vez ya no se pueda rescatar.
 
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La manoseada democracia acusatoria le sirvió un Obama a los EEUU. Un hombre al cual los expertos describen como feroz socialista quien, aun sin atreverse a abandonar el closet, no esconde la verdadera raíz de sus querencias ni las relaciones que, desde su niñez hasta su juventud, participaron esculpiendo una confusa personalidad y una ideología que no puede disimular. Un hombre que mientras vacaciona en Cuba y se toma una foto con la imagen del Che Guevara en la trastienda, Europa sufre otro abominable ataque terrorista en Bruselas, develando el liderazgo del mundo libre abandonado que alimenta a esa manada de lobos rabiosos, que con la misma facilidad transitan el medio oriente, Europa y muy posiblemente EEUU.
 
Ante panoramas tan confusos, ausentes de toda lógica y razón, un buen amigo me dispara una pregunta ¿qué chingados está pasando en el mundo? mi respuesta fue casi un reflejo; "es la democracia estúpido." Lo que Jefferson sabiamente bautizó como Plebecracia, el mandato de las masas. La soberanía ilimitada de la mayoría. Un sistema social en el cual el trabajo de cada uno, su propiedad, su mente y su vida misma, están a merced de cualquier pandilla que tenga la habilidad de obtener el voto de una mayoría, en cualquier momento y para cualquier propósito. Pero constantemente escuchamos a los políticos esgrimir el término; "democracia liberal", añadiendo chiltepines al potaje del enfermo que cada día profundiza su gravedad. Democracia y liberalismo son dos cosas totalmente diferentes y alguien afirmaba por ahí, democracia es el gemelo del comunismo.
Como sabiamente lo plantearon Hayek y José Ortega y Gasset, democracia y liberalismo son respuestas a dos preguntas diferentes. La democracia responde a la cuestión "¿Quién gobierna?" y el liberalismo a la pregunta "¿Cuánto gobierna?". A la primera la democracia responde "La mayoría"; a la segunda, el liberalismo contesta " muy poco". A la democracia le interesa sólo la primera pregunta. Al liberalismo le importa fundamentalmente la segunda. El liberalismo carece de conciencia democrática y la democracia de sensibilidad liberal. Al liberalismo le basta con que los Gobiernos gobiernen poco y, satisfecha esta condición, no le interesa mucho quién y cómo los elige y se desentiende del asunto. A la democracia le basta con que los Gobiernos surjan de elecciones populares y por mayoría, verificada esta condición, no le interesa cómo y cuánto gobiernan y, ante la algarabía de los políticos, se despreocupa del asunto.
Poco tiene que ver una respuesta con la otra; y pueden ser contradictorias, como de hecho casi siempre lo son, a menos que la democracia sea ella misma limitada y admita la doctrina liberal del Gobierno limitado. Es decir, se forme una democracia liberal, algo tan difícil de lograr como un tigre manso. Para ello, debe aceptarse que las mayorías no pueden atentar contra las libertades ni la propiedad privada -: los mercados libres-; como lo establecían las constituciones latinoamericanas del siglo XIX. Pero ningún paladín de la democracia quisiera atestiguar tal acontecimiento.
Y mientras nos ponemos de acuerdo, esgrimiendo la credencial democrática y asesorados por sus economistas de peluquería, siguen arribando al foro de la estupidez los Obamas, Maduros, Bachelets, los Peña Nietos, blandiendo la afilada cimitarra de lo ilógico y ridículo ante la acusación, el juicio y condena que revela la grave enfermedad de sus países. Tal vez este sea el juicio final.
 

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