Transporte y populismo tarifario
Laura Rodríguez Machado
Senadora Nacional.
Durante años
distintos gobiernos mantuvieron, alentaron y acrecentaron una eterna injusticia
social que ha sufrido nuestro país, pero sobre todo el interior al que
represento: una distorsión tarifaria con una clara finalidad política que, en
detrimento de las ciudades más necesitadas, favorecía a uno de los distritos
con mayores ingresos del país.
No se me escapa que
los bajos salarios y la falta de oportunidades laborales fueron compensadas con
subsidios que no solucionaron el verdadero problema de los trabajadorestanto de
Buenos Aires como del interior, fruto de tanto tiempo con gobiernos que han
desalentado la iniciativa privada y el emprendedurismo como, por supuesto, debido
a la descomunal corrupción que azotó a la Argentina; hay que tener en claro
entonces que, debido a ello,muchos ciudadanos requieren hoy de una ayuda social
para, entre otras cosas, transportarse.
Pero, teniendo en cuenta que los subsidios se traducen en dinero, que
este no es infinito y que, sobre todo, son pagados por todos y cada uno de los
argentinos a través de nuestros impuestos, estos deben ser utilizados con un
gran sentido de justicia, equidad y prudencia.
Dicho esto cabe
preguntarse ¿eran justas las tarifas y sus respectivos subsidios en el área
metropolitana? Y sobre todo ¿a qué criterio respondían estas?
Teniendo en cuenta
que la Ciudad de Buenos Aires tiene en promedio una diferencia de ingresos de
más del 30% según el economista Juan Manuel Garzón, y que además el área
metropolitana es ampliamente la más poblada del país concentrando en una
pequeña extensión de territorio al mayor número del padrón electoral, es
totalmente lógico conjeturar que esta irresponsable cantidad de subsidios se
haya debido, lisa y llanamente, a un verdadero populismo tarifario cuya
finalidad siempre fue mantener contentos a la mayor cantidad de votantes, sin
importar que todos ellos necesitaran o no de ese subsidio, derrochando así
recursos costeados por un interior totalmente desfavorecido.
Hay que aclarar
entonces, que lejos estamos de poder llamarle a esto un “tarifazo” como se ha
dicho, sino que se trata de una racional distribución de los recursos de todos
los argentinos a plena conciencia de su escasez, haciéndolos más eficientes al
dirigirlos principalmente a aquellos que más lo necesitan tomando así un
criterio de calidad y no de cantidad.
Es necesario poner en
relieve que al estar la tarifa social correctamente dirigida, de manera seria y
con un total conocimiento de la verdadera situación de la gente, será ampliada
la cantidad de beneficiados de ésta en el área metropolitana, pasando de algo
más de 2 millones a 6 millones en total. Lo único que se ha dejado de hacer
aquí, es que personas que ni siquiera han visto un subterráneo en su vida le
paguen la mayor parte del boleto no solo a personas que duplican sus ingresos,
sino que además hasta a los más de 2 millones de turistas que visitan la
capital argentina cada año y utilizan el transporte público, quienes deberán
pagar la tarifa normal.
A tan solo meses de
comenzado el ejercicio de este gobierno, podemos ver los numerosos ejemplos –como
el anterior- del nuevo rumbo tomado por nuestro país quizás antes impensado, en
el que el federalismo, la justicia, la transparencia y la eficiencia en la administración de lo que
es de todos, se convirtieron en los pilares para la construcción de una nueva
Argentina.
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