Paraísos fiscales versus infiernos fiscales
Armando Ribas
Abogado, profesor de Filosofía Política, periodista,
escritor e investigador. Nació en Cuba en 1932, y se graduó en Derecho en la
Universidad de Santo Tomás de Villanueva, en La Habana. En 1960 obtuvo un
master en Derecho Comparado en la Southern Methodist University en Dallas,
Texas. Llegó a la Argentina en 1960. Se entusiasmó al encontrar un país de
habla hispana que, gracias a la Constitución de 1853, en medio siglo se había
convertido en el octavo país del mundo.
Los Papeles de Panamá me han hecho recordar el profundo pensamiento de
un conocido escritor economista, y diría que lamentablemente desconocido en el
mundo de la moral. Se llama Adam Smith y escribió “Teoría de los Sentimientos
Morales”. Pero en su obra magna “La Riqueza de las Naciones” escribió profundas
observaciones que hay que tenerlas en cuenta ante la presente situación no
creada pero diría descubierta por los Papeles de Panamá. Así comenzó diciendo que
“Un impuesto injusto ofrece una gran tentación a contrabandos. Pero las penas
del contrabando deben subir en proporción a las tentaciones. La ley contraria a
todos los principios naturales de la justicia, primero crea la tentación, y
después castiga a aquellos que caen en ella”.
La anterior observación es de una validez indubitable ante las
situaciones creadas en el mundo Occidental (incluida América Latina) donde la
izquierda ha monopolizado la ética (Thomas Sowell) y en nombre de la falacia de
la igualdad se apropia del poder político. Consecuentemente aumenta el gasto
público y aumenta los impuestos creando lo que me permito llamar un “infierno
fiscal”. Como bien señala Milton Friedman el gasto público es el costo de la
sociedad, y al respecto George Gilder dice: “El gasto público no forma parte
del producto sino del costo de producir”. Pero la consecuencia del aumento del
gasto público determina el aumento de los impuestos, que como bien dice Adam
Smith crea la tentación de evadirlos.
Pero permítanme señalar una diferencia sustancial entre los violadores
de los impuestos. Los primeros pueden
ser los capitalistas y empresarios y los segundos los políticos. Existe pues
una diferencia ética definitoria entre estos dos supuestos violadores de la
ley. En el caso del aumento del gasto público es evidente la corrupción que
genera. Por ello podemos decir a priori que cuando se trata de un político
actuando en un llamado paraíso fiscal está violando la ley. Ellos son los que
violan la ley que crean, y por tanto están cometiendo el delito de robo de los
bienes públicos. O sea una violación de la justicia. Así volviendo a Adam Smith
al respecto escribió: “No hay arte que un gobierno no aprenda más rápido que
otro que el de sacar el dinero de los bolsillos de la gente”. Y siguiendo en esa
línea dijo: “Cuando el Judicial está unido al poder Ejecutivo hay una escasa
posibilidad de que la justicia no sea sacrificada frecuentemente a lo
vulgarmente llamado política”.
Es ante esta situación de indefensión jurídica en la que se encuentran
los empresarios cuando no se respetan los derechos de propiedad. Y cuando el
gasto público excede el 50% del PBI ya se está violando fácticamente los
derechos de propiedad en virtud del nivel de los impuestos y las regulaciones
impuestas. Igualmente se viola el derecho a la búsqueda de la propia felicidad
que como bien reconociera John Locke es el principio fundamental de la
libertad. Para la izquierda el interés privado es pura avaricia y por ello
incrementan los impuestos y las regulaciones, creando lo que he denominado un
infierno fiscal. Y por supuesto nos encontramos ante la falacia de que la
ambición del poder político es una virtud y por tanto la de crear riqueza es el
pecado de avaricia.
Fue en gran medida de esta falacia ética en la que se basó el sistema
político concebido teóricamente por Lenin y puesto en práctica primero por
Mussolini, seguido por Hitler y no olvidemos a Perón. El fascismo es una
contraprestación del socialismo. O sea no se cambian los principios sino la
práctica. La concepción de Lenin está expuesta en su ensayo la NEP “La Nueva
Economía Política” donde dice: “Los capitalistas están a nuestro lado. Están
operando como ladrones, ellos tienen ganancias, pero ellos saben cómo hacer las
cosas”. La conclusión entonces fue que había que operar con los capitalistas. Y
por supuesto los capitalistas ante la alternativa socialista de nacionalizar la
propiedad, aceptan pactar con el gobierno.
Pero no estamos ante un sistema fascista en el mundo, sino que el
socialismo se ha apropiado de la democracia llorando por los pobres y creando
más pobres que votan por ellos. Entonces los capitalistas sufren el aumento de
los impuestos y regulaciones que violan el derecho de propiedad y
consecuentemente deciden evadir los impuestos y en muchos casos incumplir la
ley. Como bien señala Hayek, “no es lo mismo una ley que regula el tránsito,
que una que nos dice a donde debemos ir”. Y aparentemente la opción es apelar a
los llamados paraísos fiscales. Por supuesto existe también la posibilidad de
que el capital llevado a los paraísos fiscales provenga de negocios ilegales
como la droga por ejemplo.
Yo no conozco la legislación panameña al respecto de la inversión
extranjera, pero respeto las explicaciones públicas dadas por Musock Fonseca al
respecto de las operaciones legales que ha cumplido su empresa por más de
cuarenta años. Por supuesto insistió en que Panamá no es un paraíso fiscal y
que las empresas que operan allí cumplen con la ley panameña. En tanto y en
cuanto las empresas inversoras no incumplan con la ley panameña, es obvio que
los panameños no cometen ningún delito. La ilegalidad de alguno de los clientes
extranjeros es un problema del país de donde vienen. Pero aún muchas
inversiones del exterior tampoco implican violaciones de la ley de los países
de donde provienen. Ilegalidad indubitable son las de las inversiones de los
políticos que están en el poder de sus respectivos países durante la operación
de sus empresas en el “Paraíso”.
Parecería evidente que la intención de caer en la tentación de evadir
esos impuestos es creciente, pues como bien señala ‘The Economist’: “El
problema de la Unión Europea es el sistema y el que lo quiere cambiar pierde
las elecciones”.Así en la Unión Europea reina el llamado Estado de Bienestar.
En Francia el gasto público alcanza al 57% del PBI y el impuesto a las
ganancias es el 80%. Esa situación provocó la decisión de Gerard de Pardieu de
irse a vivir al “Paraíso fiscal ruso”. En América Latina reina el populismo,
que considero la etapa inferior del socialismo. Es decir socialismo antes del
desarrollo. En ese sentido en la Argentina, el triunfo de Macri constituye una excepción
indubitable, por más que la oposición aproveche la ocasión para acusarlo
políticamente. Pero no cabe la menor duda de que Cambiemos no era un título
sino una definida intención, que se está llevando a cabo en la medida de lo posible
ante la grave sitación económica heredada del gobierno precedente.
Pero volviendo a la situación de los capitalistas frente a la
inseguridad jurídica procedente de los sistemas socialistas llamados estados de
bienestar, Miami aparece ahora como otro instrumento de la evasión fiscal. Yo
no me atrevo a decir lo contrario. En virtud de los errores políticos cometidos
en América Latina comenzando con Cuba, Miami hoy se ha convertido en la Capital
de América Latina. Y no se puede negar que el inicio de ese proceso se produjo
con la llegada de Fidel Castro a Cuba. Hoy parece tener u$s 2.000 millones en
Panamá mientras culpa a Estados Unidos por la pobreza de los cubanos y el mundo
solo parece preocuparse por los que
capitalistas evaden los impuestos. En fin, tengo la impresión de que Panamá
es el centro de Centroamérica con una política económica abierta y sigue siendo
el paso del Occidente al Oriente mediante el canal que se construyera hace más
de 100 años.
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