La soledad de Dilma Rousseff
Andrés Oppenheimer
Columnista del Miami Herald/el Nuevo Herald. Fue miembro del equipo ganador del Premio Pulitzer, y ha recibido el Premio Ortega y Gasset, Premio Rey de España y el Emmy.
Hay un dato interesante que ha llamado poco la atención, pero que dice mucho sobre la pérdida de influencia de los países “bolivarianos” de América Latina: el gobierno de la presidenta brasileña Dilma Rousseff se está cayendo, y la UNASUR no ha logrado convocar una cumbre regional para apoyarla.
Rousseff sufrió un golpe potencialmente fatal esta semana cuando el partido centrista PMDBdel vicepresidente Michel Temer salió de la coalición gobernante, dejando al Partido de los Trabajadores de Rousseff con una minoría en el Congreso y allanando el camino para un juicio político contra la presidenta. Rousseff ha descrito el intento de juicio político en su contra como un “golpe a la democracia”.
El presidente boliviano Evo Morales pidió el 19 de marzo una cumbre de la Unión de Naciones Suramericanas (UNASUR) en Brasilia para “defender” a Rousseff. Venezuela y Ecuador apoyaron la propuesta, denunciando un posible juicio político en Brasil como un supuesto “golpe” judicial y mediático contra Rousseff.
¿Y qué pasó? Absolutamente nada. Después de varios días de llamadas telefónicas entre los cancilleres de los países miembros de UNASUR, la propuesta del presidente boliviano de convocar una cumbre de presidentes de UNASUR fue reducida a una propuesta de reunión de cancilleres, y luego fue abandonada por completo.
Las decisiones de UNASUR deben ser tomadas por unanimidad, y no se pudo lograr un consenso para realizar la cumbre. Un canciller sudamericano que participó en las discusiones me dijo que Paraguay se opuso firmemente a una cumbre de UNASUR, y que Colombia, Perú, Argentina y Chile se mostraron “dudosos” sobre los méritos de la propuesta.
La razón por la cual muchos países no apoyaron la realización de la cumbre fue que el Congreso de Brasil está actuando conforme a la Constitución brasileña, que autoriza al poder legislativo realizar juicios políticos y destituir a presidentes, me dijo el ministro. Los tratados regionales solo permiten una actuación colectiva cuando hay un quiebre en el sistema democrático.
Consecuentemente, la mayoría de los países que se opusieron a la convocatoria de Morales para una reunión de la UNASUR en defensa de Brasil se limitaron a decir que no van a interferir en los asuntos internos de otro país, y que desean a Brasil una rápida resolución de su crisis política.
¡Qué diferencia con lo que ocurría hasta hace poco! En los últimos años, Brasil, Venezuela, Argentina, Ecuador y Bolivia usaban a la UNASUR como un grupo de apoyo regional para sus aliados políticos cuando estos afrontaban problemas internos.
En 2010, cuando la policía de Ecuador realizó una protesta contra el presidente populista Rafael Correa, la UNASUR llevó a cabo una cumbre de urgencia en la que los presidentes de América del Sur emitieron una declaración de apoyo a Correa y en contra del supuesto intento de “golpe” contra el presidente.
EL HECHO DE QUE EL PEDIDO DE BOLIVIA DE UNA CUMBRE DE LA UNASUR EN DEFENSA DE ROUSSEFF NO PROSPERÓ DICE MUCHO SOBRE CÓMO ESTÁ CAMBIANDO EL BALANCE DE FUERZAS POLÍTICAS EN AMÉRICA LATINA
En 2012, cuando el Congreso de Paraguay acusó y posteriormente destituyó al ex presidente Fernando Lugo, los jefes de estado de UNASUR llevaron a cabo una cumbre en Argentina para apoyar a Lugo, y suspendieron temporalmente a Paraguay del grupo.
En 2013, cuando el presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, se adjudicó la victoria en una elección dudosa en la que las autoridades electorales progubernamentales dieron a conocer resultados oficiales según los cuales Maduro había ganado por un 1.4 por ciento de los votos, los presidentes de la UNASUR emitieron un comunicado felicitando a Venezuela por sus elecciones e “instando a todos los sectores que participaron a respetar los resultados oficiales de las elecciones”.
Mi opinión: El hecho de que el pedido de Bolivia de una cumbre de la UNASUR en defensa de Rousseff no prosperó dice mucho sobre cómo está cambiando el balance de fuerzas políticas en América Latina.
Con el colapso mundial de los precios del petróleo, la petrodiplomacia se ha desinflado, y Venezuela ya no puede comprar lealtades en la región como lo solía hacer. Y después del triunfo electoral del presidente de Argentina, Mauricio Macri, la derrota de Maduro en las elecciones legislativas venezolanas del 6 de diciembre, y la derrota del propio Morales en un reciente referéndum para extender su mandato, la otrora influyente UNASUR se está volviendo cada vez más irrelevante. El aislamiento diplomático de Rouseff puede ser el primer síntoma de esta nueva realidad.
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