La ingrata tarea de pelear contra la inflación
Javier Milei
Es economista y coordinador de la Mesa de Economía de la Fundación Acordar.


Alan Blinder, en su libro ‘El Banco Central: Teoría y Práctica’ explica con claridad meridiana la ingrata tarea que conlleva conducir la política monetaria mediante una estrategia de acciones preventivas. En este sentido, el autor afirma: "Una política de estabilización que tenga éxito y que se base en ataques preventivos parecerá desencaminada y, por lo tanto, puede exponer al banco central a fuertes críticas. Si las autoridades monetarias endurecen su política tan pronto que nunca hay inflación, el ataque preventivo es un éxito rotundo, pero los críticos del banco central se preguntarían por qué se apostó a una política monetaria restrictiva cuando no asomaba por ningún lado el dragón inflacionista. Igualmente, una ataque preventivo contra la atonía económica que tenga éxito impedirá que aumente el paro y llevará a los críticos a quejarse de que las autoridades alucinaban cuando creyeron ver un aumento del paro."

El punto es que si en un país como Estados Unidos y con variables económicas razonables, el banco central está expuesto a éstas críticas, qué queda para Federico Sturzenegger cuando, aún prestigiosos profesores, niegan la naturaleza monetaria de la inflación al tiempo que afirman que el nivel de precios (inverso del poder adquisitivo del dinero) se determina en el mercado de bienes. En este sentido, estos ‘economistas’ critican al BCRA por el déficit cuasi-fiscal que se está generando, al tiempo que se ignora o parece que se quiere ignorar que, de no ser por dicho accionar, hoy el país estaría en una hiperinflación.

Al momento de arribar la nueva conducción del BCRA, el crecimiento de la base monetaria en términos nominales se ubicaba en el 46%, guarismo que, luego de tres meses de una política monetaria austera se redujo al 30%. En paralelo, la cantidad de dinero en términos reales se contrajo 16%. A su vez, si Sturzenegger sólo hubiera rolleado el stock de LEBACs heredado al tiempo que pagaba los futuros sembrados por Vanoli (por $ 77.000 M), hoy la tasa de expansión de la cantidad de dinero sería del 54% (versus el 30% actual). Sin embargo, el BCRA fue más aún lejos y de no ser por su política de esterilización ($ 130.000 M), la cantidad de dinero estaría creciendo al 66%.


Evolución de la cantidad nominal de dinero y apretón monetario real

Sin embargo, esto no es todo, ya que para diciembre de 2015 la cantidad de dinero que sobraba en la economía (Money Overhang) ascendía a 6% del PIB. Esta situación se presentó en el país tres veces: (i) 1959, (ii) 1975 y (iii) 2014. Si bien el último caso fue resuelto exitosamente por Juan Carlos Fábrega, en los dos casos precedentes, la situación derivó en una sextuplicación de la tasa de inflación y caídas del 6% del PIB en lo peor de la crisis. De hecho, dada la expansión que habría existido sin esterilización y una caída del PIB en línea con la experiencia histórica, una caída de la demanda de dinero al equilibrio bueno (alta demanda de dinero) hubiera implicado una tasa de inflación del 200%, mientras que si la caída hubiera buscado el equilibrio malo, la tasa de inflación sería del 550%. En otros términos, la política monetaria de Sturzenegger nos ha salvado, por el momento, (i) de una hiperinflación, (ii) fuerte caída del PIB y (iii) descomunal aumento de la pobreza.

En paralelo, dado el éxito logrado por Fábrega en el manejo del Money Overhang, uno podría comparar dicha administración versus la presente en base a las condiciones de entorno. Así, mientras que en noviembre de 2013 las reservas netas eran de u$s 18.638 M, el déficit fiscal global de 4% del PIB, la balanza comercial positiva en u$s 1.521 M y el crecimiento del dinero desacelerándose al 25%, en 2015, las primeras tres variables se ubicaban en u$s 4.787M, 6,9% y - u$s 3.035, al tiempo que la cantidad de dinero aceleraba su crecimiento al 46%. A su vez, a este deterioro de la situación se le debe sumar una caída en los términos de intercambio del 4%, una apreciación real de la moneda del 13%, una caída del PIB brasilero del 3,8% (cuando un año atrás crecía al 3%) y una triplicación de la tasa de devaluación del real. Si a ello le sumamos, el stock de LEBACs recibido y que en medio del proceso se tomó la decisión del abrir el CEPO, no queda ningún duda de la tremenda superioridad del logro de Sturzenegger.

Finalmente, si bien debería quedar muy claro que se han ganado las batallas de (i) la apertura del CEPO y (ii) de los stocks, la guerra contra la inflación aún tiene final abierto. El nuevo desafío es el manejo de la deuda del BCRA y su emergente resultado cuasi-fiscal. Concretamente, la mochila financiera que carga el Banco Central se ubica en torno al 9% del PIB con una vida promedio de 52 días. Sin embargo, tal como hemos estado sugiriendo junto a mi colega Diego Giacomini, dado que el nivel de deuda del BCRA es fruto de la limpieza del sobrante de dinero, y éste último el resultado de la monetización del déficit fiscal en presencia del CEPO, resulta claro que esa deuda debería estar en cabeza del sector público nacional. Así, se debería proponer un canje de deuda voluntaraio, en el cual se ofrece una variedad de títulos públicos que se suscriben con LEBACs. Lo importante de dicha operación es que la deuda neta del Estado no aumentaría y al mismo tiempo liberaría las manos del BCRA para profundizar su lucha contra la inflación en un entorno de menor riesgo.

 

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