La colocación de deuda argentina
Claudio Chiaruttini
Politólogo y destacado periodista.


La Argentina acaba de realizar una exitosísima colocación de deuda, a una tasa muy competitiva, con una sobredemanda histórica, que puso fin a 14 años de default, dejó abierto el mercado de capitales para que consigan financiamiento barato provincias y empresas... y el clima en el Gobierno tiene la frialdad de un neurocirujano que está sacando un tumor del cerebro. ¿Tiene conciencia el macrismo, sus aliados, Mauricio Macri y el “Gabinete Económico” de lo que lograron en sólo 4 meses?
El pesado silencio de los radicales y 'los lilitos', de Ernesto Sanz y de Elisa Carrió, de banqueros, industriales, empresarios y operadores bursátiles, muchos de ellos del llamado “Circulo Rojo”, que demandaban salir del default con extrema urgencia; potencia el volumen de las críticas de aquellos que celebraban colocar deuda con Hugo Chávez al 14% anual o a 10,5% anual, en dólares, en el mercado interno.
En los mentideros del PRO sostienen que la mesura de Mauricio Macri y su Gabinete es para no convertir a Alfonso Prat Gay en un “superministro” de Economía, o que no se puede celebrar colocar deuda al 7,2% anual cuando los banco centrales tienen la tasa de referencia en 0% anual (o menos), o están los que dicen que “todavía falta mucho por hacer”. Excusas.
Si el Gobierno no construye su propio “relato”, su propia mística, sus propios hitos; no los va a hacer la oposición. Al contrario, desde el kirchnerismo (y en menor medida desde el peronismo y massismo) se trata de transformar cada logro en un éxito escaso, en un triunfo pírrico, en un resultado virtualmente casual. Así, lo que no se celebra se minimiza, se desmerece o pasa inadvertido en la gestión de Mauricio Macri.
Sin duda están equivocados. Por querer diferenciarse de Cristina Fernández, sus formas y su estilo, el PRO ha caído en un proceso de menesterosa comunicación minimalista que no permite dimensionar el trabajo realizado y que es el resultado del sacrificio que está haciendo (o que hará en el futuro) la gente. Así, el “sinceramiento” de las variables macro, que tienen un poderoso aroma a ajuste ortodoxo, neoliberal y tecnócrata, parece no tener ningún sentido, ninguna meta, ningún mérito.
El macrismo cree que los empresarios tienen que invertir por decisión propia, sin incentivos que los movilicen; que la opinión pública debe tener memoria para recordar el peso de la “herencia” recibida y que las familias comprendan las presiones que sufren sobre su poder de compra como un “pago” por la fiesta kirchnerista. Bueno, le están pifiando.
Después de 5 décadas de ajuste, de 4 planes de cuasi “reconstrucción” de la Argentina, de 2 hiperinflaciones, de 30 años de inflación y de varias devaluaciones salvajes; en la Argentina, los empresarios no invierten si no tienen incentivos claro y contundentes, la opinión pública carece de memoria y las familias despotrican con cada gobierno que los obliga a tener que bajar su calidad de vida, sin importar las causas.
Es cierto que algunos ministros han incorporado a su discurso la referencia a la “herencia” recibida, que Mauricio Macri aparece más en los medios y más cerca de los pobres y los que sufren; y que el Gobierno intenta mantener a flote una “Agenda Social”. Sin embargo, aún falta un vocero que defienda la gestión, dado que nadie explica el porqué de las medidas que se toman, los objetivos que se buscan y los problemas que se intentan solucionar. En el Siglo XXI, lo que no se comunica, no existe.
El panperonista y la izquierda combativa comenzaron a recorrer el camino de la falacia y la tergiversación para constituirse en oposición. Así, lo correcto se critica; lo erróneo del pasado se mitifica y los gruesos desfalcos cometidos se alaban como gesta. La tasa de 7.2% anual en un marco de tasas de referencia en 0% no es culpa de la Gestión de Mauricio Macri, es el costo para volver a confiar en un país que tuvo 2 default, 2 canjes de deuda, desobedeció fallos judiciales en 3 instancias de la Justicia de los Estados Unidos y una desobediencia pertinaz contra Thomas Griesa.
El 7,2% anual está pagando el pasado de la Argentina, no el futuro que está tratando de construir Mauricio Macri y el PRO. La apuesta a la gestión del macrismo es la sobredemanda que llegó a US$ 76.000 millones, la posibilidad de abrir un bono a 3 años y el haber tomado US$ 16.500 millones. También lo es que 75% de los encuestados por Morgan Stanley aseguren que van a recomendar comprar bonos argentinos, pese a que casi 40% considere que la Argentina no va a crecer este año.
La Argentina logró una quita real de la deuda judicial acumulada de 45%, es decir, se tuvo que bajar el monto de lo que aumentó por la decisión del kichnerismo de no negociar. Por eso la colocación no fue mejor. Pero como la negociación macrista fue exitosa, las provincias van a poder conseguir con rapidez US$ 6.500 millones y los privados van a poder colocar hasta US$ 10.000 millones en los próximos 18 meses. ¿Eso no merece una celebración de los funcionarios de Mauricio Macri o una conferencia de prensa, con anuncios, del Presidente de la Nación?
Por ejemplo, de los US$ 16.500 millones tomados, se usaron para pagar deudas y costos de colocación US$ 9.838 millones. A las reservas del Banco Central ingresaron US$ 6.662 millones sobrante, con lo cual, las reservas de la entidad se van a ubicar cerca de los US$ 35.850 millones. ¿Qué se va a hacer con ese dinero excedente?
Unos US$ 2.500 millones de las reservas del Banco Central son intereses de los bonos de deuda que, por el embargo ordenado por el Juez Thomas Griesa, nunca fueron girados al exterior. En horas más serán repartidos entre sus verdaderos dueños. ¿Parte del excedente de la emisión soberana irá a reforzar las reservas del BCRA, a un plan de obras de infraestructura o a pagar deuda corriente que dejó el kichnerismo? Este tema, que tiene en vilo a los agentes económicos, aún no tiene respuesta.
Pero hubo otras noticias que, por los errores de comunicación del Gobierno, pasaron inadvertidos. Por ejemplo, se preparan cambios en el Plan ProCreAr. El primer paso sería modificar el nombre, luego se dejarían de repartir créditos por sorteo, se indexaría el capital y se subsidiaría una parte del préstamo. ¿Esto no merece una difusión masiva?
Otra. El titular del Anses, Emilio Basavilvaso, anticipó que pagará este año los juicios pendientes de jubilados reclamando ajustes en sus haberes por una maniobra que hizo el kirchnerismo. Hay 50.000 causa con fallo firme y 300.000 que todavía andan dando vuelta por los tribunales. ¿Cuáles pagará: sólo las que tienen fallos en firme o todas? ¿Cómo? ¿Con qué dinero? ¿Eso implica que el Anses venderá sus tenencias accionarias para dotarse de liquidez, como se especula en el mercado? Silencio.
Una más. ¿Qué pasó con las UVIs? El Banco Central lanzó esta unidad de estabilidad financiera al mismo tiempo que Mauricio Macri desmentía cualquier acción ilegal ante la aparición de una sociedad off shore en los “Panama Papers”. Hasta hubo bancos que anunciaron que se sumarían lanzando líneas de crédito. Pero dos días más tarde, cuando las críticas fueron más duras que los apoyos, no se habló más del tema. ¿En qué quedó?
Por fin, una final. Hay un fuerte rumor en la City de que viene un canje de Lebacs, al parecer voluntario, por bonos del Tesoro Nacional. De esta forma, en una triangulación, el Gobierno cancelaría “Adelantos Transitorios” entregados durante el kirchnerismo al Banco Central y, este, se lo daría a las entidades financieras por sus letras de regulación monetaria. ¿No debería hablar alguien del Gobierno del tema?
Después de 11 días intensos, Cristina Fernández volvió a Río Gallegos. En dos semanas, estará de nuevo en Buenos Aires. Reunió a la tropa que le quedaba, comenzó a dimensionar el tamaño de la traición del peronismo y dejó en claro que quiere construir una nueva versión del Frente para la Victoria, que se llama, por ahora, Frente Patriótico Ciudadano. El primero que tendió puentes entre kirchnerista y peronistas fue Daniel Scioli, quién advirtió que con el peronismo sólo no se puede vencer a “Cambiemos”. ¿O le estaba hablando a Sergio Massa?
La burbujeante interna del panperonismo obligó al Gobierno a activar su agenda. Se nota al Gabinete de Mauricio Macri más interesados en mostrar trabajo, pero no genera impacto. El aumento de tarifas y la inflación, en mucha menor medida los “Panama Papers”, arrebataron valiosos puntos de imagen positiva y de apoyo a Mauricio Macri. Cristina Fernández dejó clara la estrategia: hay que ponerse del lado de los afectados por el “ajuste” macrista y se debe incentivar la protesta y la movilización social, dado que el campo de batalla es la calle.
Apenas 15.000 personas en Comodoro Py, algunos cientos en su casa o en el Instituto País, un grupo menor de diputados nacionales, menos de la mitad de los senadores nacionales, importantes ausencias entre los intendentes de Buenos Aires, los restos de “Carta Abierta” y de los artistas hijos del subsidio y no se animó a citar a los Gobernadores y los sindicalistas más fieles, dado que muy pocos habrían concurrido. Eso es todo lo que le queda a Cristina Fernández. Sin dinero, la fidelidad pierde intensidad.
Parece poco, pero no. Hay que entender que Cristina Fernández todavía tiene la capacidad de reunir esas fuerzas sin ser más Presidente de la Nación, ni Legisladora, ni autoridad del Partido Justicialista y con decenas de causas judiciales que la pueden tener a mal traer durante la próxima década y, muy difícilmente, poner presa. Desde el punto de vista político, es admirable lo que puede retener de imagen y poder para unos pocos tan movilizados. Es más de lo que puede mostrar hoy Daniel Scioli, o Jorge Milton Capitanich, o Juan Manuel Urtubey o cualquier otro presidenciable que exista en el panperonismo hoy.

Llegó el esperado post default. Mauricio Macri tiene la oportunidad de relanzar su Gobierno, su gestión. Ya tiene enfrente a Cristina Fernández, la enemiga perfecta, que lo hace “necesario” como Presidente de la Nación. La mesa está servida. Aunque parezca de Perogrullo, la suerte del macrismo está en manos del macrismo. Ni más, ni menos.

 

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