El gasoil disuelve esperanzas en el campo argentino
Gerardo Gallo Candolo
Ing. Agrónomo y periodista agropecuario.
El aumento del precio del gasoil de los últimos meses impacta
indudablemente sobre el costo de vida de los argentinos, pero además resta
competitividad a la agricultura, y sobre todo a las alicaídas economías
regionales poniendo en peligro el plan de reactivación del país prometido por
el actual gobierno desde su génesis.
Mauricio Macri como candidato siempre
expresó su idea de darle al sector agropecuario su máximo respaldo para que
éste sea la “punta de lanza” del crecimiento económico. Una vez electo y antes
de asumir como presidente sostuvo sus propuestas y pidió a "todos los que
puedan, que se pongan a sembrar, a producir, para volver a darle dinámica a la
economía argentina".
Es que la propuesta era y sigue
siendo clara: sostener al campo como el sector más dinámico de la economía y quitar
todos los impedimentos que el anterior gobierno fue creandoy que le restaron
competitividad al agro argentino: rebajar y quitar derechos de exportación, sincerar
el tipo de cambio y sacar trabas a las exportaciones estuvieron entre las
medidas que, prometidas desde la campaña, se pusieron en práctica desde el
primer día de gobierno para que el sector pudiese expresar todo su potencial.
En ese momento, una de las tantas cuestiones heredadas y desequilibrantes era el valor del gasoil: un
30% más caro que en Brasil país que extrae su petróleo del mar, práctica que en
general es mucho más costosa que la observada en la mayoría de las cuencas petroleras
de nuestro país. Al día de hoy, después de todos los aumentos implementados por
este mismo gobierno, prácticamente deja este rubro muy parecido a la situación
inicial, a pesar de los aumentos observados también en el precio del
combustible en nuestro vecino país.
El Instituto de Estudios
Económicos de la Sociedad Rural Argentina estimó el consumo total de
combustible anual del sector agropecuario en 4.300 millones de litros, tomando
en cuenta la agricultura extensiva, la ganadería, el mantenimiento de los
caminos, generadores eléctricos y todas las economías regionales como cebolla,
aceitunas, algodón, arroz, limones, actividad forestal, otras frutas y
hortalizas, etc.
De ese total unos 1.800
millones de litros son consumidos en la producción de unas 100 millones de
toneladas de soja, maíz, trigo, girasol, cebada, avena, sorgo y otros cultivos
extensivos; unos 850 millones de litros “tranqueras adentro”, y los 950
millones restantes en el transporte a la industria y puertos según un estudio
publicado recientemente por la Bolsa de Comercio de Rosario para la actual
campaña 2015/16. En estos cultivos la mayor parte de sus costos es en dólares y
en gasoil, los primeros por las semillas, agroquímicos, fertilizantes que
cotizan en esa moneda, y los segundos por las labores. También es un gasto
importante de los gastos fijos como el combustible de las camionetas,
generadores, acomodamiento de caminos internos, bebederos, aguadas etc.
En la mayoría de las economías
regionales tiene mucho impacto la mano de obra, pero este aumento del
combustible, otorgado por el actual Ministro de Energía,representa más de 9.000
millones de pesos que se restan a las economías de muchas regiones del país que
no les alcanzó con la devaluación, crisis brasilera mediante, para acomodar su
situación. Estos aumentos aumentan aún más sus problemas. De esa cifra cerca de
la mitad queda en los bolsillos de las petroleras, el resto en manos del estado
por sus componentes impositivos.
Volviendo a los cultivos
extensivos, que ocupan hoy unas 34 millones de hectáreas, es importante
destacar que una de las consecuencias observadas por las condiciones impuestas en
el anterior gobierno,es que dos tercios de esa superficie están ocupadas hoy por
soja, y otros cultivos como maíz y trigo no crecieron como debería, e incluso
disminuyeron drásticamente, como es el caso del trigo; esto sumó problemas
ambientales y de cuidado del suelo: como menor consumo de fertilizantes, menor
incorporación de rastrojos de cereales al suelo, mayor riesgo de enfermedades en
soja etc. Otra consecuencia observada es la menor siembra de estos cultivos
cuando la producción se alejaba de los puertos: es que transportar una tonelada
de soja o maíz tiene el mismo costo, pero en el primer grano representaba un
15% de su precio y en el caso del maíz un 30%, si tomamos una distancia
promedio de 350 kilómetros del puerto.
Con las medidas implementadas
desde diciembre esta situación se reacomodaba con grandes esperanzas que prometían
una gran cosecha 2016/17 (porque la actual ya estaba “jugada” a fin de año) de
un millón de hectáreas más de trigo, sobre todo trigo/soja, un par de millones
de maíz y sorgo, con el consecuente
mejora en la rotación de cultivos, expectativa en la demanda de
fertilizantes;todo ello producto del entusiasmo observado por los agricultores
que hoy se va limitando nuevamente a las cercanías de los puertos.
Un dato adicional, que no es
menor:es que los actuales precios de fletes de granos acordado entre productores
y dadores de carga,representados por la Confederación Argentina del Transporte
Automotor de Cargas, latarifa CATAC, no contempla los últimos aumentos del
combustible, componente esencial del costo del camión. Esto les traerá,
seguramente, otros inconvenientes a los transportistas como el atraso de
renovación de unidades, que afectaría la calidad futura del servicio si no se
encuentran en forma inmediata soluciones a esta realidad.
PROBLEMAS NO RESUELTOS
Otra cuestión no solucionada
por el actual gobierno es que los combustibles son más caros en el interior que
en la ciudad capital, salvo en la Patagonia donde hay un régimen especial. Esta
es una anómala e injusta situación, ya que en Buenos Aires, Córdoba o Rosario
uno podría movilizarse en transporte público sin recurrir al auto, en la
mayoría de las ciudades del interior el precio de los combustibles impacta
sensiblemente en las economías familiares y también en las productivas.
También es injusto que los
pequeños productores, en su mayoría monotributistas, paguen el precio lleno del
gasoil como un consumidor final, sabiendo que lo usa para actividades
productivas, cuando deberían tener el mismo tratamiento que los grandes
productores que pueden compensar IVA y restar el ITC (Impuesto de transferencia
de combustible) al precio de surtidor.
ENOJO DE LOS “ELEGIDOS”
La elección del sector
agropecuario como motor de la economía por parte de este gobierno no fue una
decisión casual; ya que es el actor más importante como generador de divisas,
dos de cada tres dólares que ingresan al país provienen del agro, con una
importación mínima de insumos para lograrlo. Divisas fundamentales a la hora de
saldar las deudas internacionales que el país asumió. El aumento del principal
insumo del campo, el gasoil, debería preocupar y hacer repensar al gabinete
económico.
A los productores sojeros, con
la actual tasa del 30% de derecho de exportación, (las mal llamadas retenciones),
estarían aportandoeste año al fisco unos 4.500 millones de dólares, una cifra
similar a la de los subsidios que el mismo fisco otorga a los productores de petróleo.
El aumento del gasoil de un petróleo subsidiado cae pésimo en muchos
agricultores que empezaron murmurando en enero, y ahora van acercándose al
reclamo.
Esta cuestión parece marcar una
bisagra para una buena parte del campo en sus expectativas, ya que hasta aquí
se observaban a los nuevos funcionarios tratando de solucionar los problemas
engendrados por el anterior gobierno. Ahora parece que la esperanza es que deberían
pensar en comenzar a solucionar los problemas engendrados por ellos mismos.
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