La economía colaborativa a nivel ciudadano
María Mercedes Barbosa
Investigadora, especializada en Finanzas Públicas.
Contadora Pública. Premio a la Libertad 2011, Fundación Atlas para una Sociedad
Libre. Titular del blog "Pensadores malditos".
“Unidad e Indivisibillidad de la
República; Libertad, Igualdad, Fraternidad o la Muerte”
Texto del primer decreto del ayuntamiento
de París, Francia
Partiendo de la base del concepto de Economía, encontramos algunos
conceptos interesantes:
·
Según el economista
inglés Alfred Marshall, “la economía es la ciencia que examina la parte de la actividad individual y
social especialmente consagrada a alcanzar y a utilizar las condiciones
materiales del bienestar[1].
·
Para Fischer,
Dornbusch y Schmalensee, la economía es el estudio de la forma en que las
sociedades deciden que van a producir, como y para quien, con los recursos escasos y limitados.[2]
·
En tanto Samuelson definen
economía como: "El
estudio de la manera en que las sociedades utilizan los recursos escasos para
producir mercancías valiosas y distribuirlas entre los diferentes individuos"[3]
De los conceptos mencionados, es destacable refrendar
los conceptos de actividad social, escasez y distribución.
Modernamente se habla del término economía colaborativa como una teoría social utilizada a modo de
medio de defensa y de supervivencia ante las desigualdades que se presentan en las
sociedades.
La acción social de compartir
y
colaborar en forma de red, donde cada ciudadano es un nodo de esa red,
ampliaría la libertad de elecciones (también políticas) y salvaguardaría la
integridad de los derechos humanos de los ciudadanos ampliando los escenarios
de toma de decisiones de aquellos que consideran su participación valiosa en
términos civiles (cargos electivos o simple participación en la vida política),
se transformaría en un mantra.
Económicamente, nos basaríamos no sólo en conceptos de consumo
colaborativo y su contrapartica en la producción colaborativa; sino también en la
reputación de las corporaciones (como parte inherente de su responsabilidad
social) como medios para enaltecer el Bienestar del homo economicus.
Factores Colaborativos
I.
Consumo colaborativo
El consumo colaborativo, según Wikipedia, es “el acceso a bienes y
servicios sin detentar la propiedad de los mismos […]”.
Enfocado desde la vertiente económica: si aplicáramos en alguna red
social activos infrautilizados o de utilización ociosa (haciendo líquido un
beneficio latente) determinamos el consumo colaborativo. El cual, organizado
como un modelo de negocio, elimina capas de producción improductivas (valga la
contradicción).
Desde el punto de vista de la economía clásica, el consumo colaborativo
(transaccional, no gratuito) altera el statu quo de la definición de mercado.
En el desarrollo teórico del “libre
mercado de competencia perfecta” (el que consigue la mayor eficiencia en la
producción y asignación de bienes), los economistas citan como características
de este mercado:
·
Existencia de un gran
número de productores y consumidores;
·
Transparencia del
mercado, que permite la información completa y gratuita de productores y
consumidores;
·
Inexistencia de
barreras de entrada o salida;
·
Movilidad perfecta de
bienes y factores, sin costos de acarreo significativos;
·
Inexistencia de costos
de transacción para los productores y consumidores.
Los sistemas de economías colaborativas se han acercado a las
condiciones de libre mercado establecidas por los economistas clásicos. La
consecuencia es que los mercados colaborativos son más eficientes en la
asignación de precios y recursos, al poner en valor, además, recursos
infrautilizados.
Así, estas economías sustituirían paulatinamente a otros mercados menos
eficientes.
Además, nos acercaría a la acepción más pertinente de consumo, que es la
del agotamiento en la utilización de los objetos hasta su fin, y no en su
desecho previo a la finalización su vida útil (por lo que permanecen inconsumidos).
Una cuestión a discutir radica en la propiedad y explotación de las plataformas
colaborativas, las cuales son propiedad (adquirida o ab initio) de grandes
corporaciones, que de esta manera amplían su modelo de negocio, precisamente
como nuevos intermediarios de la economía colaborativa, recogiendo parte del
margen que percibían las “capas obsoletas” de producción y distribución de las
empresas tradicionales. Estas grandes corporaciones se benefician de la
inexistencia y/o fragmentación de regulación (estatal) para extender sus
iniciativas, constituyendo negocios altamente beneficiosos.
No cabe duda, que la “economización” de las relaciones, constituye una
simplificación que permite modelizar y gestionar con mayor facilidad las
conexiones y los enlaces entre las personas, pero también es cierto que no
abarca la totalidad de los actos y motivaciones de las personas: hay algo más
que el homo economicus nos demuestra en su acción benevolente de compartir abierta
y libremente sus conocimientos.
Aquí se presenta – como el quid de la cuestión - el rol del ciudadano como protagonista y co-responsable de las actividades
sociales que permiten distribuir bienes y servicios que satisfagan, quizás como
concepto altruista, los estadios del bienestar humano.
Cito “el contenido de la
declaración del Comité de Derechos Economices, Sociales y Culturales ante la
Tercera conferencia ministerial de la Organización Mundial del Comercio (OMC)
[…] expresa que la liberación del comercio, las finanzas y las inversiones no
crea necesariamente un ambiente favorable a la realización de los derechos
económicos, sociales y culturales. Agrega el documento que la liberación del comercio debe ser entendida como un medio y no
como un fin y que este fin es el objetivo del bienestar humano al que los
instrumentos internacionales de derechos humanos dan expresión jurídica”
[4]
II.
Conocimiento abierto
El conocimiento abierto es la denominación de iniciativas colaborativas,
“que promueven la difusión abierta del conocimiento, y la posibilidad de
reutilización y redistribución sin trabas legales, sociales o tecnológicas”
(reformulado desde Wikipedia).
Este conocimiento de libre disposición abarca todo tipo de disciplinas:
desde la investigación hasta la comunicación, la educación o la actividad
cultural.
Toda esta información compartida, se transformaría en conocimiento,
gracias al apoyo de los propios usuarios, así como también de las
colaboraciones desinteresadas de instituciones, fundaciones, comunicadores,
investigadores y expertos de tantas áreas como el conocimiento abarque, con el
objetivo de expandir la inteligencia colectiva como meta para enriquecer a una
parte ciega de la sociedad.
Esta integración es parte de la dinámica interior del individuo que debe responsablemente tomar
en serio su rol en la sociedad e interactuar emocionalmente para complementar la
evolución del conocimiento colaborativo como input hacia la sabiduría de la
sociedad en su conjunto.
III.
Producción colaborativa
La producción colaborativa es tanto una consecuencia directa del
conocimiento abierto, como una de sus propias facetas: en el ámbito del
conocimiento, su elaboración y compilación puede contemplarse desde el punto de
vista intelectual (tratándose entonces de conocimiento abierto) o desde el
punto de vista económico (denominándose producción colaborativa), dado que todo
conocimiento puede ser compilado y considerado también como un bien o servicio
de inteligencia colectiva, obtenible y susceptible de transacción: la instrucción
o formación académica o profesional.
Pero la producción colaborativa, al igual que el consumo colaborativo abarca
iniciativas de cooperación desinteresada (no remunerada), junto con modelos de
negocio lucrativo.
La producción colaborativa no es una simple cuestión de individuos o
profesionales trabajando de forma ad hocrática: grandes corporaciones
industriales están incorporando o han entrado en la producción colaborativa por
un motivo esencial: la gestión de la reputación
corporativa (responsabilidad social empresaria).
En esencia, consistiría en la sustitución de empleados internos por
individuos subcontratados para cada tarea, fundamentalmente trabajadores
especializados, pero también artesanos, inventores, o personal de staff, mantenimiento,
marketing o cualquier otra área: un futuro donde trabajadores autónomos ofrecen
su talento y servicios en las plataformas de producción para ser contratados
por las organizaciones.
Este sistema eliminaría las “capas improductivas”, y ajustaría los
costos a términos variables e incrementaría la posibilidad de contratar
profesionales talentosos de cualquier parte del mundo.
El Futuro
Una red facilita la estructuración de la sociedad en grupos, de forma
relacional. Además de una mejora en la
eficiencia económica, la utilización – ya sea remunerada o altruista – de la
economía colaborativa en redes sociales (virtuales o no) se viralizaría.
En el futuro, es de prever que coexistirán modelos de trabajo basados en
el lucro personal y empresarial, con otros más altruistas, orientados a la
cooperación y desarrollo de las personas, en todos los ámbitos de la economía
colaborativa.
La tarea a realizar consiste en la adecuada regulación de las
actividades, de tal manera que se interfiera lo mínimo posible en la libertad y
creatividad humanas, base del conocimiento y desarrollo, evitando también
situaciones de un desequilibrio excesivamente ineficiente entre actores, en los
distintos campos de juego de la economía, la producción, el conocimiento y las
finanzas.
Como consecuencia los
mecanismos de interacción con grupos sociales superpuestos en una red serían más
activos. Y, así, la valoración de
nuestras acciones, métodos, actitudes y respuestas en la red sería más visible
y más sensata.
Esto también funcionaría con las grandes empresas y corporaciones, y
funcionaría en el ámbito de la representación política que cada dos años
elegimos electoralmente.
Comprometerse en las
soluciones, empodera el rol del ciudadano enalteciendo el proceso de toma de
decisiones en todos los aspectos del colectivo social.
La difusión más abierta y libre de los sistemas y mecanismos de consumo,
producción y de todo tipo de conocimiento y puede ayudar al desarrollo de las
personas (bienestar humano).
Libertad, como capacidad de conocer para pensar y actuar; Igualdad, como capacidad de actuar socialmente como actores libres;
Fraternidad, como capacidad de amar.
¿También en la política?
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