Dora Ampuero, la dama de la libertad
Héctor Ñaupari
Presidente, Instituto de la Acción Humana, Lima, Perú.
Conocí a Dora Ampuero
en 1999, en un evento organizado en Lima por el doctor Enrique Ghersi, siendo
un poeta y articulista aún en ciernes, sin ningún libro publicado y apurado por
diversas tareas – esto último sigue igual –. Me impresionó desde el primer
momento: era la dulzura y la firmeza personificadas. Parecería una
contradicción en términos, pero no: la encantadora suavidad de sus maneras iba
acompañada de una solidez a prueba de todo en sus convicciones liberales.
Su explicación sobre
la indisoluble condición de la libertad con la responsabilidad, su cruzada por
la dolarización en Ecuador, que salvó a su país de derrumbarse del todo cuando
el socialismo del siglo XXI arribó a sus costas, su esfuerzo por acercar al
gran público – y en particular, a los más jóvenes – a economistas profundos
como Ludwig von Mises, Friedrich von Hayek y Milton Friedman, reforzaron para
siempre mi certidumbre sobre el liberalismo, pensamiento motor de la
civilización occidental, contagiándome de un fervor por la libertad que hasta
hoy me acompaña y que, en ese ya lejano año, se encontraba salpicado de dudas,
esas cosas imperceptibles pero agobiantes que pasan por la mente de un joven cuando
tiene que tomar decisiones que definirán para siempre su vida y su quehacer.
Dora Ampuero me
enseñó que se debe cuidar de la libertad con la misma dedicación con que se
cuida de un hijo enfermo, con la misma valentía con que se protege una familia.
Con vocación singular, con esa diaria tenacidad que tiene en ver a la
descendencia crecer y multiplicarse la mayor recompensa. Con la amorosa
cercanía que nace de una entrega sin límites, ésa que deja la huella
imperecedera de los padres en los hijos, y que, cuando éstos hacen lo correcto,
con los valores que aprendieron de su ejemplo, se dicen a sí mismos, como en el
cuento Página de un diario del
narrador peruano Julio Ramón Ribeyro: “Pero si soy mi padre –pensé. Y tuve la
sensación de que habían transcurrido muchos años”.
Dora Ampuero me
hablaba de lo indispensables que eran las libertades económicas y políticas
para nuestros países como si de la dedicación a sus seres queridos y su
preocupación permanente por ellos se tratase, como si estuviera abrazándolos en
ese mismo momento. No quise – o no pude – dejarla caer en el olvido, y la tuve siempre
presente cuando mi aciaga vida me llevó por Salamanca, Quetzaltenango y Lima.
Andando el tiempo, cuando, tomada la decisión – gracias a ella y a otros más –
de dedicarme a predicar el liberalismo, empezó a nacer la idea de crear un
grupo de organizaciones liberales para apoyar a nuestra tradición de
pensamiento – ese sueño hecho realidad llamado Red Liberal de América Latina –
su nombre, y el del think tank que creó, el Instituto Ecuatoriano de Economía
Política, estuvo entre los primeros lugares para integrarlo. No nos cabía duda
que el IEEP, fundado en 1991 por Dora Ampuero, ejercería esa misma docencia
transformadora que, como me decía una de tantas tardes en que conversábamos,
obró en ella cuando estudió en la Universidad George Mason, cambiando las ideas
socialistas que le fueron inculcadas en la Universidad de Guayaquil, y que
hicieron que una de las misiones de su Instituto fuera dar a conocer las ideas
de la libertad a los estudiantes de los colegios, para que la ideología
adversaria no los contaminara entrando a la universidad y errasen su camino.
De todaslas muchas cosas
que le debo a Dora Ampuero, la de presentar un libro mío por primera vez fuera
del Perú es una de ellas. Así, me inventó como un escritor conocido fuera de mi
país “de metal y melancolía”, como escribiera en su soneto A Carmela, la peruanael poeta español Federico García Lorca. Una
luminosa tarde de Guayaquil que permanece imborrable en mi memoria Dora Ampuero
presentaba ante el público ecuatoriano mi primer libro de
ensayos, Páginas libertarias. Luego,
en cada oportunidad que hubo para ir a la ciudad de José Joaquín de Olmedo y
Medardo Ángel Silva, estuvimos a su lado para buscar convencer a nuestros
oyentes de lo que es una verdad cada vez más evidente y por la que Dora ha
luchado: que la prosperidad es resultado de la libertad y la propiedad privada
en bienhechora amalgama; que la economía de mercado es creación permanente de
bienes y servicios que nos asombran y nos mejoran la vida; que nuestra libertad
de comerciar e intercambiar debe comprender al dinero; que la ética nace del
libre albedrío y define al humano actor.
Inolvidable Dora, no
hay palabras suficientes en las novelas, ensayos y poemas que se han escrito
hasta hoy para agradecer todo lo que has hecho, haces y continúas haciendo por
la libertad. Tu presencia constante en mi vida – como en mi matrimonio
religioso, recuerdo que me conmueve tan íntimamente – la ha definido para
siempre. Dama de la libertad, madre querida, que tu ejemplo se perpetúe más
allá de este terreno horizonte y que, a través de él, como en la oración de San
Francisco de Asís, los liberales, allí donde haya odio, llevemos el amor; allí
donde haya discordia, llevemos la unión; allí donde haya tinieblas, llevemos la
luz. Que así sea.
Últimos 5 Artículos del Autor
.: AtlasTV
.: Suscribite!
Dejanos tu email y recibí novedades y todo lo que te podemos ofrecer!