Septiembre: Mes clave para el gobierno de Macri
Claudio Chiaruttini
Politólogo y destacado periodista.


Septiembre es clave para el futuro del Gobierno de Mauricio Macri. Varios de los funcionarios/economistas creen que junto con Agosto deben marcar el piso del proceso recesivo, el “sinceramiento” fiscal debería estar mostrando sus primeros resultados y la Audiencia Pública por el aumento del gas demostrará si la Casa Rosada tiene el poder para avanzar en el proceso de eliminar los subsidios a las tarifas públicas.
 
Ya desde Julio comenzaron a verse algunos datos aislados positivos en la economía. Sin embargo, vienen mezclados con otros extremadamente negativos; por lo cual, no queda en claro cuál es el verdadero estado del sector productivo y cuáles son las perspectivas para los próximos meses, dado que una cosa es comenzar a crecer desde Septiembre, que desde Febrero o Marzo. Cuanto más se tarde, el costo político crece y el espacio de maniobra para Mauricio Macri se achica cada vez más.
 
El problema radica que el Gobierno está fallando en el tema donde debería ser más fuerte, donde se esperaba que tuviera más triunfos. Pero, pasado 20% del mandato de Macri, queda en claro que la decisión de no tener un ministro de Economía y de crear un Gabinete de economistas ha resultado en éxitos individuales y duras luchas internas.
 
Ya no se pueden ocultar las diferencias entre el Presidente del Banco Central, Federico Sturzenegger, y el ministro de Hacienda y Finanzas, Alfonso Prat Gay. Mientras que el primero prioriza el control del circulante y la tasa de interés como elementos para bajar la inflación y reclaman un fuerte ajuste fiscal para ayudar en el proceso; el titular del Palacio de Hacienda quiere bajar el déficit fiscal con uso de reservas y mayores giros del BCRA, al tiempo que critica el virtual congelamiento del dólar.
 
El resultado es que la tasa de interés sigue alta, la deuda con Lebacs crece mes a mes, lo que implica mayor déficit cuasifical; el dólar está congelado, el déficit fiscal si no crece, tampoco baja; y las reservas sólo sirven para darle fortaleza al balance del Banco Central.
 
La gran apuesta al “sinceramiento” fiscal puede generar otra sorpresa para el Gobierno. Si bien todos aconsejan sumarse a quienes tienen bienes registrados y detectables por la AFIP en los próximos 3 años, la recomendación que crece es “blanquear en cuotas”, es decir, no todo junto, sino en varias etapas. Por lo cual, el efecto esperado, tanto en la economía como desde el punto de señal para los inversores, puede llegar a perderse por la actitud conservadora de los inversores y la ceguera de la Casa Rosada de no incentivar, a través de la norma, el “sobreblanqueo” o la posibilidad de “sincerar” el llamado “canuto”, es decir, el ahorro líquido en cajas de seguridad o en algún otro espacio físico seguro.
 
En ese marco, ahora el Gobierno vuelve a ver el consumo como motor del crecimiento, antes que la inversión, que decidió esperar hasta que Macri consolide su poder político. Entonces, se torna central una pregunta, en medio de este clima de recesión y dudas a largo plazo, ¿puede el Gobierno ganar las elecciones legislativas? Para contestar, hay que poner en claro qué significa ganar. ¿Es tener más votos que las otras fuerzas? ¿Es sumar más legisladores? ¿Es ser primero en los cinco distritos más grandes del país? ¿Es lograr que Sergio Massa salga tercero en Buenos Aires?
 
Donde se trace la línea del triunfo o el fracaso será clave, dado que cada fuerza política establecerá su propio límite y, como ocurre en casi todas las elecciones de los últimos años, todos saldrán a celebrar que ganaron, cuando en realidad, dejaron parte de sus planes, proyectos y poder en las urnas. Cosas del marketing político…
 
Mientras el Gobierno construye como enemigo a derrotar al kirchnerismo y el kirchnerismo acepta el desafío y también construye el macrismo como su enemigo, el peronismo, en todas sus formas, nombre y envases intenta reagruparse al estilo peronista: haciendo cien cumbres, organizando mil encuentros para la foto y compartiendo diez mil asados. Sin embargo, hasta que las urnas hablen en año que viene, todo es negociación, seducción y posicionamientos que puede cambiar una y mil veces.
 
La patética “Marcha por la Resistencia” que organizó el kirchnerismo ortodoxo, de la mano de Madres de Plaza de Mayo y algunas, sólo algunas, organizaciones de derechos humanos; terminó por desnudar la impiadosa soledad que debe enfrentar el Frente para la Victoria, otrora fuerza política dominante durante 12 años en la Argentina.
 
La izquierda aportó más presencia que el peronismo, lo poco del peronismo que estuvo presente fue movilizado en micros desde el Gran Buenos Aires (sobre todo de Berisso y La Matanza), no se vio al Movimiento Evita, ni a los Barones del Conurbano, ni a los gremios peronistas. Si hasta los militantes de Guillermo “Lassie” Moreno, con “La Néstor Kirchner” marcharon separados de “La Cámpora”, de “Nuevo Encuentro” y de la “Juventud Peronista”. La atomización, en política, es el paso previo a la ruptura o a la desaparición.
 
Los aún más patéticos discursos de Hebe de Bonafini y Máximo Kirchner, trasmitidos cuidadosamente por TN, un enorme servicio que le prestó al Gobierno el Grupo Clarín; mostró las intenciones golpistas del “hebismo” y el guiño que lanzó el hijo de Cristina Fernández a Sergio Massa, aunque también a Diego Bossio y Florencio Randazzo, cuando dijo ofreció darle “una segunda oportunidad a los que se fueron del Frente para la Victoria”, asumiendo un liderazgo y centralidad que nunca tuvo, ni tendrá.
 
Ahora, ¿es lógica la elección del Gobierno de construir como enemigo sólo al kirchnerismo e ignorar al panperonismo? La lógica del PRO quedó desnuda en la reunión de la Convención Nacional de la fuerza que se hizo en San Juan. Encuentro al que no concurrieron ni Mauricio Macri (que acusó un nuevo problema en su rodilla, fruto del “picadito de la rosca” de los miércoles), ni María Eugenia Vidal, ni Horacio Rodríguez Larreta.
 
Mientras que la Gobernadora de Buenos Aires y el Jefe de Gobierno porteño argumentaron “problemas de vuelo” para llegar a San Juan, lo ciertos es que María Eugenia Vidal estaba preparando el exitoso retiro de 2.500 ocupas en Moreno. Un operativo impecable, que se hizo con “La Bonaerense” y otras fuerzas de seguridad. Y Horacio Rodríguez Larreta estuvo atento a la “Marcha de la Resistencia” y la posibilidad de que se intentaran organizar disturbios o desmanes. Dos crisis controladas.
 
Jaime Durán Barba fue el orador que tomó más tiempo en la reunión de San Juan. Un encuentro que originalmente se llamó “Cumbre de Cambiemos”, pero como hubo ausencia de altas autoridades de la Unión Cívica Radical y de la Coalición Cívica, mutó en “Convención Nacional del PRO”. Donde quedó claro que, para el asesor ecuatoriano, curiosamente, hay indicadores que son peores, “pero anda todo bien”.
 
Varias sorpresas causó Jaime Durán Barba con sus palabras. Delante de Marcos Peña y Gabriela Michetti dijo que María Eugenia Vidal era la dirigente del PRO que mejor imagen positiva tiene y que Horacio Rodríguez Larreta posee la peor. También calificó las medidas tomadas por Mauricio Macri como “antipopulares”. Además, se mostró sorprendido porque luego del fallo de la Corte Suprema no hubiera agresiones contra los militantes y dirigentes de macrismo que salieron a “timbrear” y que Macri mantenga buenos datos positivos, pese a las medidas “antipopulares”.
 
Una definición de Jaime Durán Barba también fue clave: Recomendó no seguir la agenda que plantean los medios de comunicación, “dado que no representan las preocupaciones de la gente”. ¿Estará seguro de que es correcta su visión sobre la relación entre los medios, las audiencias y las agendas temáticas que se plantean?
 
La definición del asesor ecuatoriano implica dos presupuestos que pueden ser erróneos desde su mismo enunciado: los medios no conocen o ignoran los problemas y demandas de la gente (y desde ella construyen su agenda) y sostiene que los funcionarios sí hablan de los temas que preocupa a la opinión pública. Decir que es una posición soberbia, es poco.
 
7 definiciones políticas se tomaron en San Juan: Crear “Mesas de Coordinación” de “Cambiemos” en todas las provincias, un primer paso para institucionalizar la fuerza (viejo reclamo de Elisa Carrió y Ernesto Sanz), seguir con los “timbrazos”, defender la gestión de Mauricio Macri (¿se levantó la “veda” para que los dirigentes macristas hablen libremente con el periodismo? Quedó la duda flotando en el recinto), continuar culpando al kirchnerismo por las medidas “antipopulares” tomadas por el Gobierno y resultó claro que se abrirán las puertas a los dirigentes peronistas.
 
La 6ta. definición estableció la línea de triunfo o derrota para el Gobierno para las elecciones del año próximo: Quieren sumar mayor representación parlamentaria, a nivel nacional. Sobre todo senadores nacionales, lo que implica que las alianzas y los resultados de Buenos Aires, Chubut, Formosa y San Juan se tornarán claves para el macrismo.
 
Por fin, la séptima implica un giro en la estrategia electoral que permitió que el PRO retuviera el poder en la Ciudad de Buenos Aires y ganar la Nación y la Provincia de Bueno Aires: Las alianzas se harán provincia por provincia con la “Mesa de Coordinación” de “Cambiemos”, pero implica darle prioridad al territorio antes que a la construcción política partidaria.
 
Esta decisión denota un realismo político notable, que habrá que ver si lo aceptan radicales y lilitos; dado que en algunas provincias, la Unión Cívica Radical y/o la Coalición Cívica no existen y el peronismo domina. Así, la apuesta macrista es a cooptar algunas de las ramas en que se ha divido el peronismo para proyectarse para las elecciones presidenciales del 2019.
 
Pero para llegar a 2019 hay que pasar 2017 y para llegar a 2017 hay que salir de la recesión, bajar la inflación, subir el consumo y crear empleo. Eso, el marketing político no lo puede hacer, por más Jaime Durán Barba que se llame el asesor estrella presidencial.
 

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