La batalla moral

Rogelio López Guillemain
Autor del libro "La rebelión de los mansos", entre otras obras. Médico Cirujano. Especialista en Cirugía Plástica. Especialista
en Cirugía General. Jefe del servicio de Quirófano del Hospital Domingo Funes,
Córdoba. Director del Centro de Formación de Cirugía del Domingo Funes
(reconocido por CONEAU). Productor y conductor de "Sucesos de nuestra
historia" por radio sucesos, Córdoba.
Desde hace tiempo, soy uno de los que pregona
la necesidad de dar una batalla cultural
más que una batalla política.
Indudablemente, la educación y la formación
en la cultura del mérito, y el comprender e internalizar, que para poder crecer
son necesarios el esfuerzo y la dedicación; son las únicas herramientas que nos
podrán “sacar” de la espiral decadente en el que la Argentina está inmersa hace
casi 100 años.
Durante los primeros meses del gobierno de
Macri, he criticado la falta de una acción firme y valiente a favor de quienes
producen en nuestro país; a favor de quienes son el motor, de quienes son el
corazón que bombea la sangre que nutre cada rincón de la anatomía de nuestra
patria. Sangre que se malgasta y
derrocha en“sanguijuelas” que "chupan" nuestra energía.
He criticado al gobierno de Macri, por la
falta de medidas decididas y concretas a favor del sector privado,
concretamente por la aún ausente eimprescindible drástica reduccióndel gasto
público.
Pero no todo es crítica. Creo que su política internacional ha sido muy
buena, así como el salir del cepo cambiario y el no inmiscuirse en los asuntos
de la justicia; procurando (o al menos eso quiere mostrar) un cambio ético de
tolerancia 0 ante los hechos de corrupción.
Este último frente de batalla podríamos
llamarlo “la batalla moral” (quizás ética sería más apropiado); y sin
dudas, si no corregimosla moral no podremoscorregir la cultura, y recién cuando
corrijamosla culturapodremos corregir la política. Como en las matemáticas, primero se aprende
la suma, luego la multiplicación y por último la potencia.
El punto es que en esta “batalla moral”,
no solo se enfrenta al ejercito de la corrupción, sino también se enfrenta al
ejercito de la inseguridad, y en ese frente aún no se han tomado medidas
determinantes y terminantes.
La Rebelión de los Mansos de la
Argentina espera los cambios éticos, culturales y políticos que llevan en sus
genes todos los hombres de bien. Los Mansos de Argentina saben que los cambios
culturales y políticos son lentos y que no se pueden imponer.
Pero el cambio moral; no el cambio moral
internalizado que también es lento, sino el cambio moral impuesto por la
fuerza, a través de la policía y la justicia,en el cumplimiento de laprincipal
función del estado, que es defender el proyecto de vida de cada uno de
nosotros;ese cambio moral aún está en veremos.
Las rebeliones son devenires, los rebeldes
son pacíficos y pacientes, siempre y cuando vean que los cambios se realizan,
aunque estos sean lentos e incluso imperfectos.
Pero cuando los oprimidos y cercados por la
delincuencia, no encuentran una rebelión en la cual creer, se sublevan, se
arman, reaccionan y la Rebelión se transforma en una Revolución.
Las revoluciones son violentas,
descontroladas y ciegas. Cometen más
errores que aciertos y derraman más sangre y lágrimas que los escasos éxitos
cosechan.
Los hechos de violencia contra los
delincuentes por parte de la ciudadanía, son la expresión de esta
revolución. Esta revolución no se
detendrá juzgando a quienes se defienden o atacan a los delincuentes. ¿Acaso encarcelarán a 5, 10, 100 de estos
reaccionarios? Sería como echar nafta al
fuego.
Esta revolución se detiene con una rebelión
institucionalizada, con una justicia y un ejecutivo que realicen un cambio de
rumbo de 180° en la actitud y en el tratamiento de quienes delinquen. Una justicia y un ejecutivo que respeten la
escala de valores éticos del ciudadano común,que se ocupen y preocupen más por
la víctima que por el victimario y sobre todo, que tomen las medidas necesarias
para que cada vez hayan menos víctimas.
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