Y este año ¿qué..?
Elena Valero Narváez
Historiadora, analista política y periodista. Autora de “El Crepúsculo
Argentino. Lumiere, 2006. Miembro de Número de la Academia Argentina de Historia.
Macri
concentra su gestión en obtener resultados económicos. Déficit fiscal,
inflación y empleo están bajo la lupa. Es una meta, a todas luces, correcta.
Los
argentinos mirarán primero el bolsillo y luego pensarán a quienes votar. Son reacios
a mucho sacrificio y menos luego de enterarse de que el Gobierno anterior no
dejó caja sin saquear. No quieren pagar el pato de la boda.
Hay que
tomar decisiones y muchas difíciles de digerir si se pretende reducir el gasto
a niveles aceptables.
Nicolás
Dujovne no la tendrá fácil. El nuevo ministro tendrá que vérsela con un
electorado que ya no aceptará promesas y optimismo. Quiere resultados, como
también el presidente Macri, quien sabe que se juega la confianza de los
argentinos y de los inversores, en las próximas elecciones.
Por ahora,
lo que percibe la gente, son los aumentos de los combustibles, las prepagas,
las expensas, los productos de supermercados y pronto los de luz, agua y gas.
Queda claro,
además, que se perpetua, desde que Perón instaló su modelo socialista-
fascista, el peso decisivo del sindicalismo nacionalista y sus ideas. Para sus
líderes sigue siendo normal que el Estado mantenga empresas deficitarias y las nacionalizaciones.
Están siempre dispuestos a inmovilizar al país hasta conseguir beneficios para
cada sector, sin valorar la producción ni la productividad. De esta manera, sin
que importe lo que Macri piense y quiera, continuamos estando en manos de quienes
siguen “combatiendo al capital” como enseñó Perón, a favor del capitalismo
prebendarlo y de mercados cautivos que alimentan el corporativismo. Este es un
problema que trabará las pretendidas buenas intenciones.
Seguimos en
parte, por ello, dependiendo de las decisiones políticas que tienden a
contentar a diestra y siniestra con más subsidios y concesiones ya sea porque
amenazan con huelgas, cortes de calle y la mar en coche, dejando de lado lo que
importa: las elecciones que hacen los consumidores en el mercado.
Aunque esté
desprestigiado por la prédica kirchnerista, y por haber claudicado en ser
oposición del Congreso, ante los favores que necesitaba del anterior gobierno, el
camino es hacer lo que hizo bien el ex presidente Menem:
revertir la orientación peronista que aún domina, incluso en algunos sectores del
gobierno. Reforzar una sociedad civil,
aun debilitada por la falta de mayor
libertad de los mercados y por empresas estatales deficitarias.
El nuevo
ministro debiera orientar su esfuerzo a reanimar la economía que está paralizada
en gran parte por los niveles de inflación que se reducen demasiado lentamente.
Macri varias
veces expresó su deseo de imitar a Chile,
país que terminó con el populismo socialista y llevó a cabo reformas vitales
que inyectaron fuerza a la economía de mercado. Fue así como se fortaleció el Estado
que dejo de ser un repartidor de dadivas para convertirse en garante del orden
social, reprimiendo el terrorismo, fortaleciendo la sociedad civil y
restaurando el pluralismo político. No
se dio marcha atrás en la mayoría de las meritorias reformas realizadas durante
el gobierno de la dictadura, aunque la presidente Bachelet ha regresado a
algunas políticas de corte populista..
Sin ese
cambio que se sigue con dificultades en Chile y abordado por el ex presidente
Menem en Argentina, desvalorizado por el gobierno kirchnerista por una política
basada, una vez más, en un nacionalismo perimido, nos quedaremos fuera de la
interdependencia crítica y responsable del mercado mundial, camino ineludible hacia el progreso que
buscamos.
La
acumulación y creación de riqueza no lo realizan los gobiernos sino la sociedad
civil a través de personas, empresas y cientos de organizaciones, no gubernamentales,
que se mueven en el espacio mundial. No son obligatorias sino el resultado de
decisiones libres, espontáneas, con información provista por el mercado. Son
justipreciadas por las personas desde su escenario particular. La historia nos
muestra que no deben ser turbadas por las arbitrariedades de los gobiernos.
Las
inversiones huyen de la inseguridad, de lo imprevisible, de la falta de
confianza y de justicia independiente.
Si vienen con pésimas condiciones lo
harán, como en el pasado reciente, con ganancias anormales.
Los llamados
fondos buitres no son culpables sino
los gobiernos y sus equivocadas decisiones que producen propicias situaciones
para que arriben. Los especuladores no son culpables de la escasez, solo la
aprovechan. Van donde las ganancias exorbitantes son posibles.
Si hubo
millones de dólares en el exterior fue porque las condiciones políticas
existentes en el país no eran confiables ni previsibles. Se temían exacciones y
robos del gobierno.
Millones en
colchones en lugar de estar en los bancos o en emprendimientos fue una forma de
especular para salvaguardar la riqueza existente que no se reprodujo por la
ineficiente política del gobierno anterior.
Esperan,
muchos argentinos,- quienes votaron por
salir del rumbo kirchnerista que los llevaba al modelo que hoy sufren los
venezolanos, de opresión, falta de libertades, y desabastecimiento- que se creen, este año, lo más rápidamente
posible, las condiciones que les permita tutearse otra vez con el mundo, por
medio de decisiones sin interferencias y obstáculos producidos por decisiones
gubernamentales. Van a estar muy atentos en el 2017.
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